La Opinión de Málaga

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Crónicas de la ciudad

Ofrenda neolítica en la plaza de Salvador Ponce

En la plaza de Las Delicias, recién remodelada, un adorador anónimo ha dejado al pie de un árbol una polémica ofrenda.

El producto, volcado al pie de un árbol en Las Delicias esta semana. A.V.

Las delimitaciones de los barrios, incluso si son oficiales por parte del Consistorio, tienen vericuetos limítrofes que ríase usted del Cáucaso. Pasó con el Valle de los Galanes, que se achicó para dejar paso al barrio vecino, Pedregalejo, que hasta los años 80 finalizaba en el arroyo de los Pilones y hoy llega hasta el arroyo Jaboneros.

Detalle de un plano de Málaga de 1897. L.O.

Pasa también con el límite entre Haza Honda y Las Delicias, en la Carretera de Cádiz. Si observamos el plano municipal de los barrios, la gran rotonda ajardinada que anuncia que se encuentra usted en Las Delicias, en realidad está dentro del barrio vecino, Haza Honda, que como otras ‘hazas’ de Málaga evoca las tierras de labor que había justo en ese entorno. 

Detalle del plano municipal de barrios L.O.

Como afortunadamente en Málaga no abunda la pelambrera excluyente de Puigdemont y otros de su cuerda patriotera, ya tiren para Jaume I -Rey de Aragón natural de Montpellier- o para Don Pelayo, la sangre nunca llega al río.  

De cualquier forma, ya en plenos dominios de Las Delicias -un nombre escogido por Luis García Ruti, uno de los constructores de Genco, que también dio nombre a La Luz y el Jardín de la Abadía- nos encontramos con la plaza dedicada al jesuita Salvador Ponce, uno de los grandes impulsores de la Cofradía de la Pollinica.

La plaza es la única ‘isla verde’ abierta al público en Las Delicias y por tanto, un importante oasis de sombra y naturaleza para el peatón. La pasada primavera el Ayuntamiento felizmente la remodeló de forma importante y entre otras mejoras reparó el murete, que parecía haber sufrido un ataque de las tribus bárbaras más allá del Danubio y jubiló unas aceras más estropeadas que la moral de Putin

El motivo central de la plaza. A.V.

El Consistorio mantuvo con acierto el diseño central de la plazoleta, una enorme esfera a modo de colorido puzle para iniciados. 

Quizás para celebrar este cambio a mejor en Las Delicias, un amante de los rituales neolíticos o anteriores en el tiempo ha querido depositar su ofrenda a los dioses de la Naturaleza. Así, un adorador desconocido, esta misma semana dedicó parte de su existencia a volcar, al pie de un árbol ‘sagrado’ de la plaza, un saco de enlucido en polvo, según podía leerse.

Detalle del saco. A.V.

También cabe la posibilidad de que este ser de hace miles de lunas quisiera acabar directamente con el árbol, por vaya usted a saber qué o bien que el enlucido le sobrara de sus quehaceres neolíticos y no se molestara en tirarlo donde manda la ley.

Lo único deseable de este vandalismo vegetal es que el árbol aguante. Crucemos las ramas.  

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