La extrema sequía de este verano en Málaga, con temperaturas por encima de lo normal, y los elevados precios de los piensos amenazan con «ahogar de manera definitiva» a una ganadería provincial que tiene a la cabra malagueña como bandera. Así lo relatan a este periódico diversos productores y portavoces del sector agroalimentario.

El técnico de ganadería en Málaga de la Federación de Cooperativas Agroalimentarias de Andalucía, Juan Manuel Micheo, es muy explícito al analizar la situación actual: «Estamos ante un año pésimo por diferentes motivos. No recuerdo una situación como la actual, porque la leche ha subido, pero no compensa las graves pérdidas que arrastramos. Ha llovido muy poco y no tenemos pasto ni en zonas como la Serranía de Ronda o la Sierra de las Nieves, donde no había que recurrir a los piensos hasta finales de agosto».

Pero alega este experto, al igual que los portavoces de los principales sindicatos agrarios, que actualmente cuesta el triple que antes de la pandemia la factura relativa a «piensos, paja o forraje». La situación es inédita. El litro de leche está a máximos en cuanto a lo que el mercado de los quesos se puede permitir pagar por la materia prima, pero aún así no hay viabilidad.

La solución es el sacrificio de las cabezas de ganado. A un ritmo frenético. Estos productores subrayan que pueden quedar unas 200.000 cabezas en toda la provincia, pero que dicha cifra baja a un ritmo anual superior al 5%. Así puede que en algo más de diez años no quede ni rastro de un sector históricamente muy presente en la provincia. Y las políticas compensatorias no aparecen. El secretario provincial de COAG Málaga, Antonio Rodríguez, recuerda que la PAC para aquellos ganaderos que no poseen explotaciones agrícolas ha bajado este año a prácticamente la mitad.

Las ayudas de la PAC han descendido de los 36 euros por cabeza a más de la mitad. Micheo argumenta que estas subvenciones en muchos casos eran las que mantenían vivo al sector, después de varios años de sequía en los que no había pastos en numerosos territorios tradicionalmente húmedos incluso en verano. Para Antonio Rodríguez, el problema también parte del precio final: «Seguimos exigiendo, como el otro día en la concentración que tuvimos ante los ministros de toda Europa congregados en Córdoba, que se cumpla la regla de la cadena, que no se nos pague por debajo de los precios de producción», apunta.

Otro factor en el que insisten los productores es el relativo a la falta de un relevo generacional. «Las administraciones llegan a aburrir a aquellas familias que por edad deciden pasar las explotaciones a sus hijos. Aquí estamos porque nos gusta, es nuestra vida, y a cierta edad no vas a cambiarte de sector. Pero no le pidas a la gente joven que se enfrente a la incertidumbre que tenemos», señala el propio Rodríguez.

La única esperanza es la de que en efecto, como avanza la Agencia Española de Meteorología (Aemet), venga un otoño más húmedo de lo normal. Existen explotaciones en las que los ganaderos recurren a cisternas, porque ni siquiera en sus municipios pueden disponer de agua para el alimento del ganado. Las restricciones han sido este verano una losa adicional, en cuanto a la viabilidad de un sector «que lleva muchos años en crisis y que ha sido calificado como de fundamental durante la pandemia». Los propios portavoces de COAG y de Asaja en Málaga coinciden en «que la memoria es corta y ya se ha olvidado la reciente crisis sanitaria».