Historias de Málaga

Antonio Muñoz Degrain ‘El Sublime’

A caballo entre Málaga, de la que fue nombrado Hijo adoptivo y Madrid, el valenciano Antonio Muñoz Degrain llegó a ser director de la Academia de Bellas Artes de San Fernando y uno de los más afamados pintores del paso del XIX al XX. En Málaga se casó y está enterrado. Este año es el centenario de su muerte

Antonio Muñoz Degrain

Antonio Muñoz Degrain / Biblioteca Cánovas del Castillo

Antonio Lara Villodres

Antonio Lara Villodres

Málaga

Este año 2024 se celebra el centenario de la muerte de Antonio Muñoz Degrain, un inolvidable pintor, que un día, por circunstancias del trabajo, recaló en nuestra ciudad de la mano del maestro Ferrándiz, su paisano.

Pintor de reconocido prestigio nacional e internacional que en el año 1870 Málaga tuvo la fortuna de acoger y que años más tarde lo nombró Hijo predilecto.

Francisco Palomo, doctor en Historia del Arte recogía en un trabajo sobre su figura: «Muñoz Degrain representaba junto a Moreno Carbonero, el prototipo de artista triunfador, y su figura, íntimamente unida a Málaga constituyó para muchos jóvenes artistas el ejemplo de lo que podía llegar a ser con tesón, imaginación y personalidad».

El genial y egregio pintor nació en Valencia el 18 de noviembre de 1840. Era hijo de una humilde familia cuyo progenitor fue relojero.

Dadas sus buenas cualidades para el dibujo y la pintura, siendo aun muy niño sus padres lo llevaron con el maestro Rafael Montesinos a la Academia de San Carlos, en la que desarrolló estudios entre 1852 y 1859. Fue alumno aventajado del profesor Luis Téllez Girón del cual recibió el amor y preferencia por los motivos naturales.

En 1858, con solo 15 años, ya expone en diferentes certámenes celebrados en Valencia y obtiene algún que otro reconocimiento. En 1862, con 19 años, lleva sus trabajos a la Exposición Nacional de Madrid donde quedaron reflejos de su destacada maestría con los pinceles y colores.

Dos años después participó en la Exposición Nacional y obtuvo una medalla de tercera clase.

En 1867 consigue una segunda medalla en la Exposición Nacional de este año con la obra ‘Paisaje del Pardo al desaparecer la niebla’, en la que nuestro personaje es ya un reconocido artista en la Corte, donde abrió su estudio dedicado mayormente al paisaje, con un exclusivo gusto cromático que enlazaba el romanticismo con el modernismo.

Al siguiente año, 1868, presentó en la Exposición Aragonesa, una obra titulada ‘El Pallater’ obra ligada a la historia de la ciudad de Valencia.

Málaga y el Cervantes

Poco tiempo más tarde, en 1870, por sus contactos con su amigo y paisano Bernardo Ferrándiz, Antonio Muñoz llega a Málaga y es contratado por la Junta Constructora presidida por Adolfo Príes, que habían levantado el soberbio Teatro Miguel de Cervantes, para que junto al maestro Ferrándiz, decoraran el telón de boca y techo. Y aunque residía en nuestra ciudad, en la calle Huerto del Conde, 14, competía en todos los certámenes y exposiciones que podía, enviando sus obras. Por esas fechas contrajo matrimonio con Dolores Sánchez, con la que tuvo a su hijo Joaquín, dos años más tarde. Aunque se conoce que también tuvo un largo romance con una discípula suya.

En 1871 presentó la obra ‘Coro de Monjas’ con la que obtuvo una segunda medalla y el lienzo fue adquirido por el Estado. Unos años después, en 1876 presentó a la Exposición Nacional seis obras de diferentes motivos que no obtuvieron el éxito esperado, a pesar de que el artista, según algunos autores, introdujo novedades cromáticas y técnicas.

En este periodo participó en la Exposición Universal de Filadelfia en la que no obtuvo premio alguno, aunque sí logró un buen curriculum para poder ser elegido como pensionado por la Academia Española de Roma.

Con motivo de la visita a Málaga del monarca Alfonso XII, en marzo de 1877, el Ayuntamiento de la ciudad que presidía el alcalde José Alarcón Luján, organizó el día 19 junto al maestro Ferrándiz Bádenes una gran muestra, sin premios, en la que participaron 38 pintores, uno de ellos Muñoz Degrain, que presentó dos magníficas obras: ‘Tragedia en Sierra Nevada’ ambientada en las leyendas y escenarios históricos, y adquirida posteriormente por el Consistorio, y ‘Un auditorio escogido’.

Detalle de la decoración del Salón de Plenos del Ayuntamiento de Málaga sobre el naufragio de la ‘Gneisenau’, pintado por Muñoz Degrain.

Detalle de la decoración del Salón de Plenos del Ayuntamiento de Málaga sobre el naufragio de la ‘Gneisenau’, pintado por Muñoz Degrain. / Carlos Criado

Después de la visita real el pintor convocante reunió en su finca particular de Barcenillas a todos los pintores participantes en la muestra, amigos y conocidos como el magnate y mecenas Antonio Campos Garín, marqués de Iznate.

Posteriormente, en 1878 Alfonso XII le concedió la Encomienda de Isabel La Católica, por el lienzo titulado ‘Isabel La Católica entregando sus joyeros a Colón’, obra que fue muy discutida por historiadores, debido a su falta de rigor histórico. El cuadro se exhibió en el Certamen Nacional de aquel año, lo que le valió además el nombramiento de caballero de la Orden de Carlos III.

Un año más tarde, Antonio Muñoz Degrain ganó la cátedra de esta Escuela de Bellas Artes de Málaga de la que se posesionó junto a su paisano Bernardo Ferrándiz y con ello, tuvo que volver a residir en nuestra ciudad. En este mismo periodo el pintor presentó dos obras al óleo en el Salón de París y firmó su participación y obras como Antoine Degrain, afirmando así su ascendencia francesa por línea materna.

A inicios del mes de enero de 1880, el pintor, tras ciertas dificultades burocráticas, logró el nombramiento de profesor auxiliar de la Escuela de Bellas Artes, después de ciertas vicisitudes que, con celo, su paisano Ferrándiz logró sortear, pues era el director.

Ese año representa a España en la Universidad de París con su obra ‘Otelo y Desdémona’, que vuelve a ser expuesta en la Exposición Nacional del año siguiente, en la que obtuvo medalla de primera clase. En la muestra coincide con el pintor malagueño José Moreno Carbonero, que también exponía. Y de igual manera los dos artistas coinciden en la solicitud para ser pensionado por la Academia Española de Bellas Artes en Roma.

Medalla y San Francisco

Tres años más tarde, en la Exposición Nacional de 1884, consigue una medalla de oro por el conocido lienzo titulado ‘Los amantes de Teruel’, obra de excelente composición que se encuentra en el Museo de Arte Moderno de Madrid y que según los entendidos y biógrafos fue pintado en el periodo que residió en Málaga. En ese mismo año obtuvo el nombramiento de profesor numerario de Dibujo lineal y de Adorno de la Escuela de Bellas Artes de Málaga.

Transcurriría poco tiempo cuando logró su ansiado deseo de ser pensionado en Roma. Sin embargo, en febrero de 1885, finaliza su estancia en la capital italiana con idea de volver pronto a Málaga y trabajar en otros proyectos. Ese mismo año, nuestro genial pintor es contratado por el director de la Obra Pía, junto al laureado José Moreno Carbonero, previa aceptación del ofrecimiento hecho por el ministro de Estado, para llevar a cabo la decoración de los laterales y cúpula de la iglesia de San Francisco El Grande.

Ambos pintores llevaron a cabo un excelente trabajo en las correspondientes capillas laterales: A Muñoz Degrain le ocupó el retablo del ‘Santo Sepulcro’ y a Moreno Carbonero ‘El Sermón de la Montaña’, tareas finalizadas el 8 de febrero de 1886; no sin grandes dificultades para ambos, por el incumplimiento del contrato suscrito por la parte contratante, ya que se le había adjudicado la pintura de la cúpula, en detrimento de los pintores aludidos, al artista Alejandro Ferrant.

Hubo protestas de los dos artistas perjudicados, pero finalmente se llegó a buen entendimiento con los tres creadores y el trabajo quedó finalizado totalmente, meses más tarde.

Desdémona y Otelo

Al siguiente año,1887 nuestro personaje presentó a la Exposición Nacional una de sus mejores obras titulada ‘Desdémona y Otelo’ con la que alcanzó una meritoria medalla de oro que le valió participar en la Universal de París. El lienzo fue comprado por el Museo de Lisboa.

Aquel mismo año, Muñoz Degrain obtuvo la plaza de profesor de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando. Durante esta etapa, en la que vivió en Madrid, apoyó a los muchos jóvenes artistas malagueños que se acercaban a la capital y les dedicaba muestras de su afecto y cariño.

Durante los meses de octubre y noviembre, con permiso de la Academia de San Telmo de Málaga, fue preparando otra de sus obras de tipo histórico titulada ‘La Conversión de Recaredo’, que fue años más tarde, adquirida por el Senado Español.

Acudió Antonio Muñoz Degrain a otra exposición celebrada en 1890 en la que presentó la obra ‘El Eco de Roncesvalles’ de corte histórico, con la que recibió una excelente crítica por parte de los entendidos. Según éstos, con este lienzo el autor volvía a sus orígenes pictóricos, es decir, al paisaje colorista que había dejado de producir años atrás.

Al año siguiente, 1891, nuestro personaje se presentó en la Exposición Nacional celebrada en Barcelona en sus dos modalidades: como miembro del jurado calificador y como artista. Como tal presentó cuatro obras, una de ellas ‘Una umbría en Sierra Nevada’, que recibió mejor crítica de la prensa.

Tras algunos problemas burocráticos internos de la propia institución madrileña, el 9 de julio de 1895 fue nombrado catedrático de Paisaje de la Academia de Bellas Artes de San Fernando y esta dedicación le obligó a residir en la capital del reino, en la calle Olózaga, n.º 21. Por esas mismas fechas participó como jurado calificador en algunas exposiciones nacionales propuestas por la Academia de Bellas Artes.

Director en San Fernando

En 1901, por orden ministerial del Gobierno de Práxedes Mateo Sagasta, recibió el nombramiento de director de la Escuela de Bellas Artes de San Fernando. Al decir de algunos historiadores de Arte, el nombramiento constituyó un espaldarazo a su política docente y reconocimiento a su trayectoria.

En 1910, tras una dura competencia obtuvo la Gran medalla del Honor por el lienzo titulado ‘Jesús en el Tiberiades’, una obra de carácter religioso que se conserva en el Museo de Arte Moderno. Igualmente, en ese año el pintor hizo un donativo de cuadros a la Sala Cervantes de la Biblioteca Nacional por la que el monarca Alfonso XIII le concedió la Gran Cruz de Alfonso XII.

Durante los dos siguientes años, nuestro personaje llevó a cabo numeroso viajes por toda la Península para extraer hermosas imágenes de luz y color con las que efectuó cuantiosos cuadros. Cuando se constituyó el Museo provincial de Málaga, a tenor del Real Decreto 1913, unos años más tarde, en 1916 el artista Antonio Muñoz Degrain donó a Málaga 36 obras, de las que 16 de ellas llevaban su firma.

El resto lo constituían firmas de conocidos artistas contemporáneos. Como consecuencia de aquel regalo para los malagueños, el Ayuntamiento en pleno lo nombró Hijo adoptivo de Málaga y le dedicó una calle con su nombre en 1911.

Pocos años más tarde, el nuevo Consistorio municipal de Málaga, situado en el Parque, inauguró en 1919 sus instalaciones y para culminar el bello edificio se propuso que uno de sus hijos más laureados y adoptivos, fuese el encargado de decorar los techos y paredes del Salón de Plenos.

El tema que ocupó al pintor fue la de inmortalizar el extraordinario acto de heroísmo del pueblo de Málaga, al salvar a la tripulación de la fragata alemana Gneisenau, hundida por un fuerte temporal junto al muelle de Levante, en 1900, hecho que le supuso la concesión de otro de sus lemas al escudo de la ciudad «Málaga la muy hospitalaria».

Homenajes

En 1921 el Círculo de Bellas Artes de Madrid le hizo un homenaje insólito: acuñó una moneda conmemorativa de oro en su honor y le erigió un monumento en la capital.

Dos años más tarde, en 1923, la segunda ciudad que le acogió y en la que estuvo trabajando por más de 20 años, Málaga, le tributó un merecido homenaje descubriendo el monumento situado en el Parque de Málaga. Al acto que se celebró a continuación, acudió los más granado de la sociedad intelectual y artística de la ciudad.

Muñoz Degrain fue miembro de la Asociación de Escritores y Artistas de Málaga, académico de número de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando de Madrid, académico honorario de la de San Telmo de Málaga y de Granada y consejero de Instrucción Pública de Bellas Artes.

El genial pintor, ya cercano al final de su vida y agradecido por las muestras de gratitud de esta ciudad que supo acogerlo desde sus inicios, en la década de 187o, donó al Ayuntamiento de Málaga su última obra en la que inmortalizó la heroica defensa del comandante Benítez en Igueriben, uno de nuestros más tristes episodios de la guerra de Marruecos.

Muñoz Degrain murió el 12 de octubre de 1924. Sus restos fueron enterrados al siguiente día en el Cementerio de San Miguel. Años más tarde, en terrenos cedidos por el Ayuntamiento, fueron trasladados al mausoleo proyectado por el escultor malagueño Adrián Risueño Gallardo.

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