Historias de Málaga

La familia Amat o Amate de la Borda de Málaga

La familia Amat, castellanizada luego como Amate, de origen barcelonés, participó en la Reconquista y se estableció en Málaga

Algunos de sus miembros fueron regidores perpetuos de la ciudad y uno de ellos, I marqués de Guadacorte

En los terrenos del Palacio de Solesio estaban las casas de los Amate de la Borda.

En los terrenos del Palacio de Solesio estaban las casas de los Amate de la Borda. / Álex Zea

Antonio Lara Villodres

Antonio Lara Villodres

Málaga

Los Amat o Amate tuvieron su primitivo solar en Cataluña, en la pequeña villa de Castelbell i Vilar, en la comarca de Bages, provincia de Barcelona.

Con el inicio de la Reconquista de Andalucía, muchos catalanes bajaron a esta misión. Este es el arranque de la historia de una de las ramas Amat, que se establecieron en tierras andaluzas tras ser conquistada y tomaron como apellido la antigua denominación castellana de Amate.

El primero de los Amate que se conoce y del que se tienen referencias documentales se llamó Fernando Amat, individuo que integró el grupo que ejerció la custodia y cuidado de los monarcas llamados Guardas de la Reyes Católicos, de quienes recibió Repartimientos como premio a sus leales servicios a la Corona.

Casado con la andaluza María Baena, tuvieron tres hijos nacidos en Málaga: Catalina, Ana y Ginés Amate Baena, que fue regidor de Málaga y almirante de oficio, llamado ‘el Viejo’ el cual contrajo matrimonio con Catalina de la Borda.

La familia pasó a tener su casa, a lo largo de varias generaciones, en la calle de Beatas, en la zona de los antiguos baños árabes y cercana de la puerta de Granada. De esta unión nació otro Ginés del que según los hermanos Carraffa, se desconoce su fecha de nacimiento.

Gobernador en Perú

Ginés Amate de la Borda y Baena fue militar, gobernador de Charcas (Perú) y prestó servicios en el Consejo de Aragón durante un largo tiempo. Fue hermano y diputado en las constituciones de la Cofradía de Nuestra Señora de la Soledad, en el convento de Santo Domingo.

Contrajo matrimonio en la iglesia de Santiago el 20 de junio de 1610 con María Rodríguez de Pinedo y Miranda, hija de Francisco Rodríguez de Miranda, Veedor de la primera Junta de Obras del muelle del Puerto de Málaga y biznieta de Alonso de Miranda, conquistador de Málaga y Escudero de las Guardas de los Reyes Católicos. María Rodríguez tuvo a Diego, que falleció joven, y Cristóbal, que le sucedería.

Cristóbal Amate de la Borda y Pinedo nació el 6 de agosto de 1610 en esta ciudad y fue bautizado en la iglesia parroquial de Santiago.

Fue alférez mayor en 1650 por acuerdo económico con la viuda del conde de Casa-palma, capitán de milicias en la Puebla de Riogordo, y regidor perpetuo de Málaga, un año más tarde.

En 1658 actuó como padrino junto a Gabriel Laso de la Vega, en un duelo a espada entre caballeros principales de esta ciudad, el desafío degeneró en reyerta entre los padrinos con la muerte fatal de un vecino que intentó mediar, con lo que la justicia acto seguido actuó contra todos ellos.

Al año siguiente, Cristóbal tuvo que abonar una fianza a la Real Justicia ante el escribano Juan de Hinestrosa para no ingresar en prisión.

Como poeta y escritor a Cristóbal se le conocen varios relatos, libros, noticias y poemas. En 1675 escribió sobre las obras de reforma realizadas en nuestra ciudad por el marqués de Villafiel, don Fernando Carrillo y Manuel.(‘Compendiosa noticia de lo que a obrado en esta ciudad don…’) o sonetos como ‘Memoria fúnebre a la muerte de don Agustín Rizo de Ovando’ así como un interesante relato de un combate naval ocurrido en aguas de Málaga, unos años atrás, en el que el marqués al frente de la guarnición, hizo frente desde el mismo puerto a la escuadra francesa.

Cristóbal contrajo matrimonio en 1654 con Inés Fernández de Lara, de ilustre apellido, pero a los pocos años ésta falleció sin dejar descendencia.

Más tarde, se unió en nuevas nupcias, con Margarita Palacio y Cárdenas, natural de Antequera, y miembro de una de las ilustres casas de esa ciudad. Era hija del capitán Alonso de Palacio y Cárdenas, y de Beatriz Robles de Aguilar, natural de Ronda.

La pareja tuvo cinco hijos: Felipe, Petronila, Margarita, Jerónimo y Luis Félix. Estos dos últimos fueron regidores y caballeros de la Orden de Calatrava. Cristóbal Amate estuvo en el cargo de alférez mayor de Málaga desde el año 1650 al 1676, fecha en que tomó posesión otro conocido malagueño: el marqués de Valdeflores Luis Velázquez y Angulo.

De su paso por el cabildo malagueño han quedado muchos testimonios en los archivos de nuestra ciudad. Como ejemplo podemos referirnos al saneamiento y obras de limpieza en los alcantarillados de la ciudad; las obras del Puerto o bien las llevadas a cabo en El Morlaco y otras de menor importancia.

Viendo el servicial regidor Amate cercana su muerte, otorgó testamento ante el escribano Manuel de Valencia. Cristóbal falleció el 23 de junio de 1676 en su casa de la calle Beatas y fue enterrado en la capilla de la Concepción de la Merced, de la que también había sido feligrés.

Proseguiría su hijo mayor Jerónimo Antonio Amate de la Borda y Palacio, nacido en Málaga el 4 de diciembre de 1656 y bautizado en la iglesia de Santiago. Fue caballero de Calatrava en 1692, y capitán de Caballería con destino en varios lugares de la geografía española.

En 1715 hizo una fuerte defensa ante el Ayuntamiento de Málaga de los viñedos y paseros de la villa de Comares. Como su ascendiente, obtuvo el oficio de alférez mayor de Málaga mediante compra del cargo a doña Teresa Francisca de Eslava, pero tras algunos años tuvo que devolverlo a su propietaria por no poder hacer frente a los pagos.

A los 20 años, en 1676, contrajo matrimonio con Luisa Fernández de Córdoba y Montesinos, hija del capitán Lorenzo Fernández de Córdoba y de Catalina Montesinos con la que tuvo varios hijos: Cristóbal, José, Luis Félix, Teresa, María Petronila, religiosa del convento de Santa Clara y Luis José, de la Orden de Predicadores.

Por otra parte, tuvo bienes rústicos en la Axarquía, concretamente en la zona de Santo Pitar y otras zonas de la provincia de Málaga, de los que hizo testamento y codicilo ante el escribano Marcos Trujillo. Falleció en nuestra ciudad el 18 de diciembre de 1716 en su casa de la calle Beatas y fue enterrado en la capilla de su propiedad de La Concepción del convento de la Merced.

Iglesia de la Merced, donde se enterraban los Amate de la Borda.

Iglesia de la Merced, donde se enterraban los Amate de la Borda. / L. O.

Luis Félix Amate de la Borda y Palacio, hermano menor, nacido en Málaga el 27 de enero de 1659, fue procurador general en los Reales Consejos y regidor en su ciudad natal. Fue destinado a Cuba donde contrajo matrimonio en primeras nupcias con Ángela de la Paz Veloso y Gutiérrez, natural de La Habana (Cuba), con la que tuvo una hija llamada Margarita, que se casaría con el capitán Francisco de Olmedo Gálvez, regidor de Málaga.

Luis Félix regresó de Hispanoamérica en octubre de 1671. La esposa del regidor, Ángela, pocos años más tarde, falleció en Málaga víctima de una grave enfermedad el 30 de mayo de 1678 y fue enterrada en la iglesia de la Merced. El noble fundó un mayorazgo con sus bienes, con obligaciones, valorado en unos 50.000 ducados, entre los que cabe resaltar por su singularidad la de dar de comer dos días determinados del año a los presos pobres de la cárcel de Málaga. Unos meses más tarde, el 6 de septiembre de ese año, Luis Félix Amate de la Borda compró ante el escribano Juan de Enríquez, una casa señorial, con cochera, en la calle de Granada al también regidor don Francisco de Pedrosa, por valor de 9.000 ducados.

Tiempo después, el 24 de marzo de 1681, el regidor contrajo nuevo matrimonio, esta vez con Ana Ovando Santarén y Rizo, natural de Málaga, de conocida y antigua estirpe con la que al parecer, no tuvo descendencia. Su hermano fue el célebre poeta Juan Ovando y Santarén, caballero de Calatrava y capitán de las milicias de esta ciudad.

Pocos años más tarde, su segunda esposa Ana Ovando fallece y Luis Félix contrae nuevas nupcias con Mariana de Mendoza y Castro, con la que se conoce que tuvo a Francisco de la Borda Mendoza, que se casaría con Gaspara Pizarro y Gálvez en 1717.

Prisión para el regidor

El regidor Luis Félix Amate, joven impetuoso y de carácter, tuvo grandes diferencias personales con el gobernador de la plaza de Málaga don García Sarmiento de Sotomayor, el cual lo denunció a sus superiores. Conocidos los hechos por la Chancillería de Granada, se dictó órdenes de prisión contra él y fue detenido el 9 en julio de 1685.

El acontecimiento fue muy comentado en los mentideros de la ciudad, por la relevancia del personaje, pero poco después, por una Real Provisión, quedaba sin efecto la orden y al acusado se le dejaba en libertad sin cargos. Eran muy poderosas las influencias de esta familia en la Corte.

Cinco años más tarde, el 10 de julio de 1690 (por Real despacho de 25 de septiembre) el rey Carlos II le concedió con el Vizcondado previo del mismo nombre, el Título de Castilla de marqués de Guadacorte a don Luis Félix Amat o Amate de la Borda y Palacio, caballero de la Orden de Calatrava y regidor perpetuo de Málaga por los servicios realizados a la Corona de su bisabuelo el Almirante y de los Veedores Pinedo.

Tres años más tarde, se le concedió el hábito de caballero de Calatrava, que vistió por primera vez en el convento de Santa Clara de Málaga.

Don Luis Félix Amate escogió esta denominación de Guadacorte de un caserío situado en el municipio de Los Barrios, partido judicial de San Roque, provincia y diócesis de Cádiz, donde tenía algunas tierras, un legado de sus mayores.

Dibujo de las armas del marquesado de Guadacorte.

Dibujo de las armas del marquesado de Guadacorte. / Archivo Antonio Lara Villodres

Duelo en el arroyo del Cuarto

Era conocido el carácter pendenciero de los hermanos Amate como el de otras conocidas familias de la época, que zanjaban sus problemas mediante duelos a espadas.

Este que referenciamos tuvo lugar en 1690, en el Arroyo del Cuarto, zona exterior de la ciudad, y próxima a la torre de Fonseca, en el que intervinieron conocidos personajes de la sociedad malagueña: Jerónimo de Amate; su hermano Luis Félix, marqués de Guadacorte; Juan Verdugo, poeta; el conde de Miraflores; Cayetano Natera, torero, y Juan de Ahumada. Todos al parecer salieron indemnes de aquel lance del que se desconocen las causas, pero lo más probable fuera por asuntos de faldas.

En 28 de febrero 1698 otorgó testamento ante el escribano Joaquín Enríquez y en julio de ese año falleció en su casa de la calle Granada. Fue enterrado junto a los restos de su esposa en la iglesia de la Merced, en la capilla de San Ramón, de la que fueron Patrones.

Según nos relata el historiador Víctor Heredia Flores en su trabajo sobre la Congregación filipense, a inicios de 1756, la Comunidad asentada en Málaga desde los años 30 de aquel siglo XVIII, y cuya sede estaba en el Palacio de Buenavista, había recibido por aquellas fechas una fuerte suma (30.000 ducados) de manos del obispo de Málaga fray Eulate y Santacruz, gran protector los filipenses, con la idea de que pudieran acrecentar su patrimonio comprando algunas fincas y así cubrir sus necesidades de mantenimiento.

Al parecer, la Congregación ya tenía a la vista algunas casas importantes, pues poco tiempo más tarde, el 2 de febrero de aquel año, llegó a un acuerdo con los descendientes y últimos propietarios del marqués de Guadacorte: En efecto, la Comunidad filipense compró la casa principal de esta familia, valorada en unos 85.000 reales, de unos 800 metros cuadrados, más dos casas continuas de menor superficie y la cochera, situadas todas en la calle de Granada, frente a la puerta de la parroquia de Santiago, pero el conjunto inmobiliario quedó tasado finalmente en unos 34.224 reales.

Nos cuenta Víctor Heredia que un año más tarde de la compra, la Congregación permutó parte de los bajos de la casa principal del conjunto, con los frailes del vecino convento de San Agustín, a cambio de una casa necesaria para la ampliación de la iglesia filipense.

Aparece Félix Solesio

Sin embargo estas casas poco tiempo estuvieron en poder de los filipenses, ya que en 1786 se pusieron a la venta y pasaron a manos del conocido comerciante Joaquín Allier, vecino de Sanlúcar de Barrameda (Cádiz). Y poco tiempo después las vendió al fundador del Arroyo de la Miel, Félix Solesio, asentista de las Reales Fábricas por la importante suma de 141.281 reales.

Meses más tarde, Solesio inició la demolición de las casas y en 1789, solicitó del cabildo malagueño el permiso para demoler una cochera con vistas a su ampliación. Al año siguiente, el nuevo propietario inició las obras de edificación del bello y señorial edificio que hoy contemplamos, recientemente rehabilitado, que ha sido conocido erróneamente por el vulgo como Palacio de los marqueses de Macharaviaya. Tras casi una década en el que estuvo cerrado, una empresa hotelera se hizo con él y desarrolló una gran obra de rehabilitación de todo el noble edificio.

En las excavaciones en los terrenos del que fuera antiguo palacio de Félix Solesio aparecieron dos hermosas labras o escudos, en piedra, con las Armas heráldicas de la Casa del marquesado de Guadacorte, señales inequívocas de la pertenencia de aquellos inmuebles a esa noble casa.

Como punto final a esta historia sobre la antigua familia Amate, hay que comentar que su hijo Francisco Amate de la Borda y Mendoza, fruto de su tercer enlace matrimonial, a la muerte de su padre solicitó al Consejo de Castilla la certificación del título de Guadacorte concedido a Luis Félix, con la expresión de los servicios realizados a la Corona.

Sin embargo el título, con la desaparición del marqués, había quedado extinguido, situación en la que quedó hasta bien entrado el siglo XX, concretamente hasta 1943, cuando el título fue rehabilitado.

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