Crónicas de la ciudad
Las vistas del mirador de la Alcazaba, pese a todo
Aunque los miradores de Málaga pueden llevarse años en estado comatoso y pasar a ser gestionados por los vándalos, siguen ofreciendo vistas impagables.

Vistas de la Málaga monumental en la subida al mirador de la Alcazaba. / A.V.
Hace un par de semanas, esta sección recorría el vandalizado mirador de la Alcazaba, para concluir que en Málaga, toda atracción turística experimenta un grado de abandono que aumenta en proporción a lo alejado que se encuentre del nivel del mar.
De esta forma, enclaves como el mirador de Gibralfaro, el de la Alcazaba o el del Puerto de la Torre, que pueden tirarse meses y a veces años en estado comatoso, deberían su tradicional situación de abandono a la altitud y a la dificultad de acceso para nuestros cargos públicos, no así para vecinos, turistas y vándalos.
Y si en España hay partes del país en las que el Gobierno central se ha volatilizado y sólo hay espacio para gobiernos telúricos de rancio abolengo etnolingüístico, también en la ciudad hay enclaves en los que el Ayuntamiento de Málaga desapareció sin dar muchas explicaciones.
Pese a esta realidad, exhibida año tras año, el único aspecto positivo es el acierto de esos enclaves, por las vistas que siguen deparando y que hacen que quienes los disfruten se olviden del alicaído soporte.
La posibilidad de contemplar la ciudad en 360 grados que permite la torre del Atabal cuyo acceso, todo hay que decirlo, ha sido recientemente muy mejorado por nuestro Ayuntamiento nos regala unas vistas únicas. Y aunque inmortalizadas en postales desde el año de la polka, lo mismo pasa con las de Gibralfaro.

Otra vista de Málaga desde el mirador de la Alcazaba, el mes pasado. / A.V.
Pero sin duda, la joya de la corona es el olvidado mirador de la Alcazaba, porque sólo los vecinos de su desaparecido barrio pudieron disfrutar de semejante espectáculo con la ciudad monumental a sus pies y eso que la mole de la Casa de la Cultura ya sobraba desde su primer día de funcionamiento.
Desde esas alturas se constata el acierto de la peatonalización de calle Alcazabilla gracias al túnel de la Alcazaba , así como el hecho de que el Museo Picasso respetara una parte de la Judería para convertirse en un pequeño barrio museo en lugar del edificio anexo inicialmente propuesto entre las calles Postigo de San Agustín y Marquesa de Moya.

Otra vista de Málaga desde el mirador de la Alcazaba. / A.V.
También se aprecia la picaresca del Urbanismo malaguita, como el tejado de la Aduana que en realidad es una planta más camuflada, las dos insensateces de Martiricos, la inexplicable terraza acristalada autorizada en calle Alcazabilla y crucemos los dedos ante el impacto del Neoalbéniz en la fortaleza árabe. Pese a todo, el mirador ofrece vistas de ensueño.
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