Crónicas de la ciudad

De los chamanes identitarios y el inconcluso tren de la Costa

Ahora que los patriotas de nuestra ‘Liga Norte’ vuelven con sus polvorientas banderas de la diferencia y el privilegio, bueno es recordar que hace medio siglo, Málaga perdió el tren para favorecer a Barcelona

El Cercanías, en la estación Málaga María Zambrano.

El Cercanías, en la estación Málaga María Zambrano. / Álex Zea

Alfonso Vázquez

Alfonso Vázquez

Málaga

En estos días, los chamanes identitarios -padres del exitoso bulo de las naciones milenarias- vuelven a demostrar que, incluso un país moderno como España, corre el riesgo de sufrir una involución clasista y fiscalmente insolidaria, siempre que esté en juego un puñado de votos. 

Frente a los rancios premodernos de esta suerte de Liga Norte, versión Barrio Gótico de Barcelona, en una ciudad de 2.700 años de antigüedad como Málaga no reclamamos nada con los avales de un pasado inventado, ni mucho menos ejercemos el chantaje de la Mitología a gobernantes sin principios. 

Tuvimos la suerte de que ningún vidente se sacó de la manga, a finales del XIX, el hecho diferencial fenicio o morisco para, a partir de ese derroche político de fantasía, crear una constelación de cuentos, desde la Guerra de Sucesión a algún falso baile nacional.

Por suerte, y qué triste es decirlo en un país tan rico como España, en este rincón del sur no contamos con una segunda lengua, pues habría sido -conociendo el percal político- barrera infranqueable de privilegios, marca de hierro para el ganado de pura raza, en lugar de enriquecedor instrumento de comunicación.

Ahora que los patriotas estamentarios vuelven con sus polvorientas banderas de la diferencia y el privilegio, bueno es recordar que la Costa del Sol, hace medio siglo, se quedó sin la continuación de su conexión ferroviaria con Marbella y Estepona, por una de las decisiones más perjudiciales para la economía de esta provincia.

En Málaga nos quedamos a dos velas, con el tren de la Costa sin poder avanzar un palmo desde Fuengirola, porque la partida presupuestaria para continuar la línea se marchó para el metro de Barcelona, y luego vino el olvido..

50 años más tarde, ojalá pudiéramos quejarnos del mal funcionamiento de la red de Cercanías en una provincia que apenas cuenta con una. A falta de un tren que enlace Málaga con Algeciras, se prefiere perdonar la deuda a los manirrotos de siempre, para que puedan seguir costeando su arcaica Formación del Espíritu Nacional.

Por eso, estaría bien que los dos grandes partidos se plantearan dejar de lado, siquiera unos años, nuevos pactos del Majestic o estrambóticas conversaciones en Suiza para que, las comunidades autónomas que no presionan con trujimanes del Antiguo Régimen ni con pícaros escapistas, pudieran avanzar en igualdad de condiciones.

En una palabra, sin perder el tren de la modernidad por cuatro míseros votos y el ‘hecho diferencial’ de siempre: el trato preferente al señorito.

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