Crónicas de la ciudad

Málaga, antídoto contra la ‘identidad fetén’

La trama de nuestra ciudad es una pequeña ONU en la que se puede descubrir la huella de muchas familias extranjeras, pues vecinos ‘guiris’ hubo ya tras la conquista de Málaga por los Reyes Católicos

El arroyo Wittemberg, en El Palo, la pasada primavera.

El arroyo Wittemberg, en El Palo, la pasada primavera. / A.V.

Alfonso Vázquez

Alfonso Vázquez

Los nacionalistas acérrimos deben estar horrorizados al saber que, absolutamente todos los seres humanos, tenemos nuestros orígenes en África; así que, desde Marine Le Pen hasta el escapista Puigdemont, pasando por Putin, tienen ancestros tanzanos, como mínimo.

En Málaga solemos estar curados de integrismos identitarios por la mezcolanza tremenda de nuestros orígenes.

Como saben, ya tras la conquista de los Reyes Católicos y deportación de los malagueños vencidos -salvo, inicialmente, el entorno de Alí Dordux, unas 50 personas-, hubo que sustituir la antigua vecindad por casi 2.000 familias de colonos, en su mayoría andaluces y castellanos.

Pero además, como nos recuerda José María Ruiz Povedano en su estupenda obra ‘Málaga, de musulmana a cristiana’, entre esos repobladores ya hubo colonos de Portugal, Flandes, Italia, Francia y el Imperio alemán, que vinieron a quedarse y no a hacer turismo.

Blasón de los Sweerts.

Blasón de los Sweerts. / L. O.

La apertura del Puerto al comercio con América hizo el resto. Por eso, nuestra ciudad tiene la suerte de llevar plasmada en su trama una pequeña ONU, con detalles tan internacionales como el Camino y la Granja de Suárez, que recuerdan a la familia originaria de Amberes de los Sweerts, presentes en Málaga a finales del XVI, como este año nos recordó en un completo artículo Antonio Lara Villodres. Y qué decir del puente de los Alemanes, que se explica por sí mismo, o del barrio de Huelin con su Parque, que recuerdan a Eduardo Huelin Reissig, de una familia de origen inglés y francés -y por vía materna, de ascendencia alemana-.

En la otra parte de Málaga tenemos el Cementerio Inglés y el Paseo de Príes, que homenajea al cónsul alemán Adolfo Príes. Y siguiendo con Alemania, una de las huellas más curiosas la tenemos en los terrenos del antiguo Lagar de Wittenberg y en el arroyo Wittenberg, los dos en El Palo; así como en la Realenga de Wittenberg, en Churriana.

Esta familia de origen alemán ya estaba presente en el siglo XVIII en Málaga. Y como nos recordaba en varios de sus libros el incansable historiador Manuel Muñoz, llegó a enlazar, precisamente, con descendientes de los primeros cristianos que recibieron repartimientos en la Málaga de los Reyes Católicos.

Wittenberg, por cierto, es la ciudad sajona en una de cuyas iglesias Martín Lutero clavó sus famosas 95 tesis y dio comienzo al cisma del Protestantismo.

Así que Málaga es, sin duda, un buen antídoto contra cualquier lumbreras que exija carnés de ‘identidad fetén'.

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