Convivencia
Los pisos turísticos de Martiricos se defienden: "Hay mucha intolerancia y odio al turista"
Los dueños de las viviendas turísticas se defienden de las críticas de los vecinos y achacan los problemas «puntuales» de convivencia «no a que los turistas incumplan» sino al «altísimo nivel de intolerancia»

Torres de Martiricos. / L.O

Los propietarios de las viviendas turísticas ubicadas en la torre sur de Martiricos han salido al paso de las críticas de los vecinos del edificio, que describen una situación de «caos» diario por problemas de convivencia y seguridad que achacan a los inquilinos de estos alojamientos.
Uno de esos propietarios es Juan Cubo, quien además ocupa la vicepresidencia de la Asociación de Profesionales de Viviendas Turísticas de Andalucía (AVVAPRO). En conversación con este periódico, sostiene, en calidad de propietario, que pueden darse problemas de convivencia «puntuales» y que caben esperar en un edificio con capacidad para acoger a un millar de personas.
«No se puede convivir,y no porque los turistas incumplan, sino porque el nivel de intolerancia es altísimo», señala Cubo, que insiste en que ellos son los verdaderos «atacados» al tiempo que acusan a los residentes de «imponer» normas de convivencia en el edificio «que nadie ha votado», además de tener al personal de recepción y mantenimiento «a sus órdenes».
«Los transportistas puedan dejar paquetes a los propietarios de los pisos, eso está totalmente permitido, norma de ellos. Pero si un turista llega y está esperando al recepcionista o al propietario que lo tiene que llevar al piso, no puede esperar en recepción, obligan al conserje a ponerlo en la calle a 40 grados», se queja este propietario. «Los paquetes de los residentes permanentes no molestan pero las maletas de un viajero sí. Es que ese conserje es empleado mío también pero ellos lo usan a su discreción».
Además, Juan Cubo considera que un «residente permanente también puede causar problemas», aunque reconoce que la mayor parte de los habitantes del edificio son de corta estancia. «Que sí, que la mayor parte de los residentes en el edificio ahora mismo son turistas.Hemos de reconocer que allí viviendo de manera permanente no creo que haya más de 20 o 30 pisos. El resto o están vacíos o pueden ser estudiantes, pueden ser gente de intercambio, pueden ser trabajadores. Hay de todo. ¿Por qué solamente pensamos en los turistas», se pregunta Cubo, que se refiere a estos alojamientos como viviendas de «alquiler flexible».
Este propietario critica que los residentes tienen un trato «discriminatorio» con los turistas y asegura que han colocado pegatinas en las zonas comunes en contra de los visitantes.

Uno de los dos ascensores del edificio que se emplea para mudanzas en Martiricos, con pintadas. / L.O
Por otro lado, afirman que han hecho propuestas «en positivo» para encontrar soluciones, como instalar sonómetros, contratar a un guardia de seguridad o instalar cámaras, además de plantear el decálogo de buenas prácticas impulsado por AVVAPro junto al Colegio de Administradores de Fincas. «No quieren».
Sobre el incidente con el extintor que se accionó de forma injustificada y movilizó a todo un destacamento de bomberos y policía, manifiesta que le gustaría «poder identificar al sujeto y ponerle una denuncia», a lo que añade que «por desgracia, como no hay cámaras, no lo podemos hacer. Y al final, ¿qué pasa? Pues que la culpa es en general del turismo. Y eso es profundamente injusto». Tras este incidente, los vecinos reconocieron que estaban planteándose ya la instalación de videovigilancia en los pasillo.
Sabotaje
Las viviendas turísticas acusan también a sus vecinos de «sabotearles» para aumentar la tensión, por ejemplo, retirando los distintivos de las plazas de aparcamiento con los que señalizan que pertenecen a una vivienda turística «para que los turistas se confundan».
Indica que el 80% de los compradores del edificio son para segundas residencias, para vacaciones, jubilaciones o inversión. «Todo legítimo. Hemos comprado, estamos en un libre mercado. Lo que no puede ser es que una decena de vecinos impongan al resto qué quieren para su edificio, con falsedades manifiestas como una supuesta imposible convivencia que no es tal», concluye. «Crear es muy lento y muy difícil y requiere de muchísimo trabajo.Destruir, como se está tratando de destruir el turismo en Málaga, es facilísimo, es muy rápido y cualquier mediocre puede hacerlo. Hay que ser muy mal malagueño y muy mal vecino para mentir de esa manera y desprestigiar el turismo como se trata de desprestigiar».
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