Memorias de Málaga

Buena suerte a los 75 nuevos médicos del Clínico

En mayo se incorporaron al Hospital Clínico de Málaga 75 nuevos médicos que aprobaron el MIR, para continuar su formación en las especialidades elegidas. Los que sean de fuera tendrán que ‘especializarse’ también en la peculiar forma que tienen algunos malagueños de describir sus dolencias

Foto de familia de los 75 nuevos médicos residentes del Clínico, el pasado mayo

Foto de familia de los 75 nuevos médicos residentes del Clínico, el pasado mayo / La Opinión

Entre los nuevos 75 médicos que se han incorporado al Hospital Universitario Virgen de la Victoria de Málaga (el Clínico) el pasado mes de mayo tras superar los exámenes de M.I.R. (Médico Interno Residente) para continuar durante cuatro o cinco años su formación en las especialidades elegidas, presumo que habrá algunos procedentes de otras provincias españolas o autonomías.

Lo que sé por la fotografía de ‘familia’ publicada en la primera página de este periódico, es que la presencia femenina supera a la masculina, lo que no es una sorpresa ya que desde hace unos pocos años, en los exámenes de acceso a la Universidad, las estudiantes (la RAE todavía no ha admitido el femenino de estudiante y con el artículo «la» es suficiente) copan los primeros puestos, no porque las féminas sean más listas que los hombres, sino porque parece que se esfuerzan más en los estudios; quizá por el afán de demostrar que todos, en inteligencia, somos iguales. 

Todavía hay machos que se creen que son superiores a las hembras, y si nos remontamos al Medievo, la mujer era considerada tan inferior que hasta no tenía alma, como los animales

La mujer se va imponiendo en todas las actividades, acceden a la Medicina con mejores expedientes, cada vez hay más féminas graduadas en Matemáticas; en las redacciones de los periódicos, radios y televisiones hay más personal femenino que masculino, en las corresponsalías en el extranjero descuellan las firmas de mujeres… 

Pero esta afortunada realidad no es el objeto del capítulo de hoy de las Memorias de Málaga.   

Los no malagueños

Los graduados en Medicina incorporados al Clínico y otros hospitales de Málaga, en sus primeros días y meses (van a estar cuatro o cinco años en Málaga) pueden quedar en ‘fuera de juego’ con las enfermedades o dolencias de algunos pacientes, sobre todo en Urgencias

No es de extrañar, por ejemplo, que un/a MIR de Palencia o Burgos se quede en blanco cuando el paciente (hombre o mujer), al ser preguntado sobre el motivo de la visita o consulta, con la mayor naturalidad le responda que está como embarcao. 

Le costará trabajo reconocer el mal que le aqueja. No es una enfermedad nueva, cuyos síntomas no acierta a comprender; un colega malagueño le aclarará que «estar como embarcao» es sufrir vértigos, mareos… algo igual o parecido a lo que muchas personas experimentan cuando suben a una embarcación (barca, canoa, barco, lancha …) y el movimiento de las olas le producen ciertos mareos, que en el argot malagueño conocemos como «embarcao», embarcados en un barco.

También pueden enfrentarse en una consulta con una señora que le informa de que su marido «se escucha mucho», o sea, una persona que experimenta o cree que tiene todas las enfermedades habidas y por haber, hipocondríaco, vamos. 

Otros males o enfermedades de los cientos de pacientes que atenderán -atienden ya, porque han pasado varios meses desde su incorporación- en las urgencias y consultas en los hospitales les obligarán en algunas situaciones a buscar ayuda en otros compañeros; y si no establecen distancias con las enfermeras, enfermeros e incluso celadores, le sacarán de dudas en los casos de «la abuela está mu echaílla a perdé» (o sea, que está malita), «le dio un patatús» (perdió el conocimiento y cayó al suelo), «me duele el estógamo» (estómago, pero si la RAE admite almóndiga por albóndiga y rompido por roto … no me extrañaría que diera el visto bueno al estógamo); «le operaron del miserere» (apendicitis); «mi abuelo está caucando» (muriéndose)… «a mi prima le pusieron una indersión (inyección) de no sé qué y deseguía (en seguida) se puso güena», y «mi niño está escuchimizao» (flaco). 

Entrada a las urgencias del Hospital Clínico, el pasado enero

Entrada a las urgencias del Hospital Clínico, el pasado enero / Álex Zea

Son casos excepcionales, pero que se pueden producir ya que hay mucha gente en el mundo, y cada uno se expresa como puede o porque no ha gozado de una buena formación en su niñez y adolescencia

Cuanto más crecen las ciudades, y Málaga no es una excepción, más grupos o guetos se asientan en los arrabales. Pero esos ciudadanos sí acuden a los centros sanitarios públicos para ser atendidos porque la sanidad española es un ejemplo de igualdad. Los guetos de otras grandes ciudades del mundo son otra cosa.

Otros casos

Lo anterior, en clave de humor, es un mosaico de lo que algunos médicos foráneos pueden vivir durante los primeros meses de su presencia en Málaga. Lo importante que les puede suceder en el ejercicio de su profesión es lo que ahora apunto.

Málaga es una de las ciudades españolas que tiene más museos, tiene y va a tener más hoteles de lujo de España, restaurantes, bares, cafeterías, chiringuitos en las playas, tascas; una de las calles (Larios) más concurridas del mundo, con celebraciones que congregan multitudes de turistas; un aeropuerto que enlaza con 148 destinos; tres periódicos diarios, metro, un puerto frecuentado por cruceros que van y vienen de todo el mundo; unos transportes urbanos con vehículos impecables; una costa donde descuellan ciudades y pueblos preferidos por el turismo mundial (Torremolinos, Benalmádena, Mijas, Fuengirola, Marbella, Estepona, Nerja, Torrox, Rincón de la Victoria…); una temperatura que permite bañarse en el mar casi todos los días del año… y por desgracia una de las primeras de España donde los médicos y sanitarios son agredidos oral y físicamente por individuos e individuas que no tienen paciencia en la espera de ser recibidos; que quieren que se les recete una medicina determinada porque un tercero se lo ha dicho o lo ha leído en internet; o reclaman una resonancia magnética o cualquier otra prueba que el médico no considera necesaria para su diagnóstico. Los sanitarios, especialmente los de la sanidad pública, están ‘vendidos’. 

Las denuncias y las concentraciones de los agredidos o los compañeros de profesión que se reúnen en señal de protesta… no sirven para nada. Los agresores siguen actuando a su aire porque no les pasa nada. Quizá la solución esté en poner en práctica algo que hace medio siglo o más ponía freno a determinados desmanes en negocios, bares, restaurantes u otros establecimientos: la colocación a la entrada de los hospitales y clínicas de un cartel con el olvidado texto de «Reservado el Derecho de Admisión». Pondría a cada uno en su sitio.  

Claro que no faltará la voz o voces de que «es inconstitucional» la colocación de un cartel con ese texto a la entrada de un hospital público… Bueno, hay tantas «inconstitucionalidades» por ahí… 

Lo que no es admisible y por supuesto anticonstitucional es que unos jóvenes que han estado seis o siete años en una Facultad de Medicina estudiando una carrera que exige tiempo y dedicación absoluta, y que ahora están especializándose durante cuatro o cinco años más, sufran las acciones de unos desalmados que se permitan ‘corregir’ a los que les están atendiendo para curar sus males y devolverles la salud y, como los ven jovencitos e inofensivos, les insulten de palabra y obra. No, eso no.

Una concentración ante el hospital donde se ha producido la agresión, la publicación de una fotografía de los compañeros en solidaridad por la agresión, e incluso la aparición en un informativo de la televisión, en la práctica no sirve para nada porque el mal sigue, y en lo que va de año, hasta el 16 de junio, se han registrado en Málaga 14 agresiones. A lo largo de 2023 se registraron 39. La última (16 de junio) fue en Rincón de la Victoria, y las víctimas fueron una médica, el conductor de la ambulancia y una enfermera, o sea, tres de una vez. 

Deseo suerte a los setenta y cinco médicos que van a pasar cuatro o cinco años en el Clínico u Hospital Universitario Virgen de la Victoria de Málaga, en el Hospital Civil, ‘Carlos Haya’ … así como en el resto de hospitales de la sanidad pública

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