Periodismo

Noticias y jóvenes: pocos contrastan y opinan, pero las hacen virales

Según el estudio de la UMA ‘Jóvenes y redes sociales: hábitos de consumo informativo y credibilidad de las noticias’, a este sector de población le interesan noticias ligeras y la información política se lee poco. La red más usada para informarse es X seguida de Instagram

Bernardo Gómez, director del Departamento de Periodismo de la UMA.

Bernardo Gómez, director del Departamento de Periodismo de la UMA. / JORGE ZAPATA / EFE

José Luis Picón / Efe

Málaga

Los jóvenes españoles consumen información a través de las redes sociales de forma prioritaria, cuando no exclusiva, con unos hábitos que están llenos de paradojas: pocos contrastan las noticias y opinan sobre ellas, pero, pese a otorgarles escasa confianza, las comparten con sus contactos hasta convertirlas en contenidos virales.

Así lo desvela el estudio ‘Jóvenes y redes sociales: hábitos de consumo informativo y credibilidad de las noticias’, liderado por Bernardo Gómez Calderón, el catedrático Pedro Farias Batlle y Alba Córdoba Cabús, profesores de la Universidad de Málaga (UMA).

Estos datos los ha arrojado una encuesta a más de un millar de jóvenes de todo el país, explica en una entrevista con EFE Gómez Calderón, director del Departamento de Periodismo de la UMA.

Redes más usadas

Las redes más usadas son, por este orden, X (antes Twitter), Instagram, Facebook, WhatsApp, Youtube y TikTok, aunque se observa que esta va en aumento, frente al declive de Facebook, ya que cada generación suele tener una red favorita.

A los jóvenes les interesan noticias ligeras, de temáticas como los videojuegos en el caso de los chicos, mientras que las chicas se decantan por la moda, la sociedad y los sucesos, y también consumen más información cultural que los varones.

La información política se lee poco, según Gómez Calderón, que apunta que la reacción ante la noticia es «muy limitada, porque casi siempre se lee solo el titular». «Si llama la atención, se reenvía a los amigos, pero rara vez se opina, porque hay que leerse el texto completo y son pocos los que lo hacen».

También se verifica poco. «Desconocen básicamente las herramientas de verificación, y hay noticias que se reenvían pese a que ya han sido desmontadas en páginas como EFE Verifica (de la Agencia EFE), Maldita o Newtral».

«Los bulos tienen su vida propia en las redes sociales y da igual que los desmonten, porque siguen rebotando. Tienen una vida corta, pero muy rápida en su expansión», apunta este investigador.

Los bulos y los instintos

Añade que los bulos «suelen apelar a lo más bajo, a los instintos y sentimientos, y conectan con los prejuicios». «Está demostrado que, cuando alguien tiene un prejuicio y recibe un contenido que lo refuerza, lo que hace es rebotarlo».

Esa vida «corta pero rápida» del bulo es lo que hace que se hable de contenidos virales, «que en poco tiempo llegan a una cantidad enorme de usuarios, más rápido que las informaciones verdaderas». Esta forma de consumir noticias lleva a un «conocimiento muy superficial».

«Otro problema es que se consume información al mismo tiempo que se ve el canal de un influyente o a alguien bailando en TikTok. La noticia está al mismo nivel que el entretenimiento, se ve un vídeo en 15 segundos, se lee un titular en 7, se reenvía y se olvida».

Asimismo, resulta curioso que los jóvenes «saben que hay contenidos poco creíbles, pero su hábito informativo se basa en ellos, y son conscientes de que son falsos, pero los reenvían por diversión».

Veracidad

Este estudio revela además que los jóvenes que se posicionan ideológicamente en la izquierda «se preocupan más por la veracidad de las noticias» que los que se sitúan en la derecha, y las mujeres tienden a confiar más en los informadores profesionales, mientras que los hombres confían en influyentes y ‘youtubers’.

Este estudio concluye que, «cuanto menos contenido en profundidad se consuma, más fácil es que uno dé por bueno cualquier cosa que le cuenten, si está hecho con cierta habilidad, de forma atractiva, apelando a los sentimientos más que a la razón o tocando temas sensibles o de moda». Todo ello lleva a que quienes hacen este tipo de consumo estén «más expuestos a la manipulación», ya sea ideológica o comercial.

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