Crónicas de la ciudad
El mirador de la Alcazaba, por fin libre de grafitis
Aunque haya sido tras finalizar la temporada veraniega, menos da una piedra: el Ayuntamiento limpia de grafitis vandálicos el mirador de la Alcazaba. La ciudad contemplada desde esas alturas se convierte al fin en protagonista.

Un rincón del mirador de la Alcazaba, limpio de grafitis, este lunes. / Alfonso Vázquez
Se hizo la luz en nuestros cargos públicos y, tras largos meses de sequía operativa, el Ayuntamiento de Málaga se puso manos a la obra para limpiar de inmundicias grafiteras el denigrado mirador de la Alcazaba.
Fuentes municipales informan esta semana de que la limpieza tuvo lugar recientemente. Cierto que se hace después de la temporada veraniega, cuando la lógica invitaría a pensar que algo así se hiciera al inicio del verano; pero en una ciudad en la que las visitas no dejan de fluir, y en la que nuestros políticos aspiran, como los sabios del Renacimiento, al movimiento perpetuo (de turistas), da lo mismo la época del año para hacer las cosas bien.
Vistas
La visita al mirador de la Alcazaba, por fin relativamente limpio -los vándalos del espray nunca descansan, y ya están apareciendo las primeras ‘deyecciones’ firmadas- transmite una sensación reparadora. El visitante ha dejado atrás la impresión de encontrarse en una ciudad sucia y descuidada. El galimatías de egos, las frases memas, las pegatinas... han sido barridas gracias al trabajo municipal, de tal manera que el visitante y el malagueño podrán disfrutar, sin distracciones, de las preciosas vistas de la ciudad; con la Alcazaba y el Teatro Romano desplegados por la ladera de ese arranque del Monte Gibralfaro, la blancura del Museo Picasso y las torres de las iglesias.

Otro rincón del mirador de la Alcazaba, sin pintadas ya en el monumento. / A.V.
También han desaparecido unas bochornosas pintadas en una de las torres de la Alcazaba.
Basura
Por cierto que aunque el mirador tenga su horario de cierre y apertura, simbólicamente funciona las 24 horas para los botelloneros, que encuentran un fácil acceso por la entrada de Mundo Nuevo.
Eso explica que haya que retirar tanto excedente de curdas alcohólicas; pero también, que sólo avezados alpinistas con cuerdas sean capaces de bajar por los abruptos cortes de estas estribaciones de Gibralfaro para retirar las latas y botellas que se quedan a medio camino, tras ser lanzadas por mamíferos anónimos.

Enseres y basura en terrenos del mirador, este lunes. / A.V.
A falta de montañeros experimentados, el bebercio permanece tostándose al sol, porque no es plan de jugarse el tipo para recogerlo.
Eso sí, por el lado de Mundo Nuevo, dentro de los terrenos cercados del mirador, hay un campamento de indigentes, con todos sus avíos y colchones.
Pero el grueso del vandalismo, el espurreo grafitero en esta atracción turística ha sido erradicado, hasta más ver. Enhorabuena y que se repita con más asiduidad.
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