Centro Oceanográfico
De Alborán hasta la Antártida: el Oceanográfico de Málaga vela por el futuro del mar
Entre sus funciones más importantes, destaca el asesoramiento al Gobierno para la protección del medio marino. Del nuevo centro de Málaga esperan abrir nuevas líneas de investigación y ganar más visibilidad

Investigadoras en los laboratorios del Oceanográfico de Málaga. / Álex Zea
De la docena de flamantes laboratorios del nuevo Centro Oceanográfico de Málaga, algunos de ellos siguen llenos de cajas, aun en pleno proceso de adaptación a las nuevas instalaciones ubicadas en el Muelle de San Andrés.
Son más de 5.000 metros cuadrados los que abarca la nueva sede del Instituto Español de Oceanografía (IEO) en Málaga, a la que se han trasladado más de un centenar de investigadores, científicos y técnicos. Una plantilla multidisciplinar que se afana en poner sus equipamientos a punto y que se prepara ya para embarcarse en nuevas campañas oceanográficas.
Además de investigar en profundidad las características y la evolución de la demarcación del Estrecho y Alborán, que cubre una amplia extensión entre el cabo Espartel -norte de África-, pasando por el estrecho de Gibraltar hasta el mar de Alborán e incluyendo las islas Chafarinas y el islote de Perejil, entre otros, lo cierto es que estos investigadores velan por la salud y, sobre todo, por el futuro del mar en latitudes del planeta muy diversas, desde expediciones pioneras a la Antártida hasta campañas para evaluar los recursos pesqueros en aguas africanas.

Inauguración de la nueva sede del Centro Oceanográfico de Málaga / Álex Zea
De hecho, en esa labor investigadora se basa un pilar fundamental en la razón de ser del Oceanográfico: el asesoramiento al Gobierno y otros organismos públicos ofreciendo información vital para la toma de decisiones relacionadas, por ejemplo, con la protección de la biodiversidad marina, el control de la actividad pesquera o la evaluación de riesgos geológicos.
La ilusión por este nuevo comienzo es compartida en los luminosos despachos del centro, por cierto, con vistas a la nueva lonja de pesca y a la dársena malagueña. El traslado a Málaga capital desde Fuengirola, donde han permanecido durante 40 años, no solo supone la vuelta a las raíces del Oceanográfico -cuyos orígenes se remonta a hace más de un siglo en el barrio de la Malagueta- sino que, además, permitirá ampliar líneas de investigación, como ya planean, sino contar con una mayor visibilidad y posibilidades de divulgar el gran trabajo que realiza este espacio investigador y protector de la vida marina.

Ana I. Montañez
Líneas de investigación
Apenas unos días después de la inauguración oficial por parte de la ministra de Ciencia, Diana Morant, y la presidenta del CSIC, Eloísa del Pino, La Opinión de Málaga pasa una mañana con los investigadores para conocer de cerca su trabajo. Estas son algunas de sus principales líneas de investigación:
Cambio climático
El Oceanográfico de Málaga cuenta con un equipo especializado en la monitorización ambiental del Mediterráneo, desde Cabo Pino hasta Barcelona pasando por las islas Baleares.
Al igual que cualquier persona acude regularmente a hacerse un chequeo médico, como ejemplifica la investigadora Francina Moya, el Grupo Mediterráneo de Cambio Climático -incluye a personal de Málaga y de Baleares- realiza cuatro campañas anuales, una por estación, en las que durante 20 días recorren las más de 80 estaciones fijas que cubren tanto la zona litoral como la plataforma continental del mar.
El objetivo de su trabajo, incluido en el proyecto Radmed, es recoger datos sobre las variables físicas, químicas y biológicas de la columna de agua, esto es, de superficie a fondo. «Vamos estableciendo tendencias, si va habiendo cambios y si estos cambios son más o menos tranquilos o abruptos», explica la investigadora.
Además, también se recopilan datos de la concentración de clorofila que, «da una idea de las microalgas que hay en el agua», prosigue la investigadora. «Estas microalgas son importantísimas porque son las que realizan la fotosíntesis y atrapan el dióxido de carbono».
Entre las conclusiones que extraen tras la recopilación de datos desde los noventa, Moya destaca un aumento de la temperatura de 2ºC por siglo en el Mar de Alborán y una subida del nivel del mar promedio de 2,5 milímetros al año.

Toma de muestras de agua mediante una roseta oceanográfica. / L.O.
Gestión pesquera
Desde Málaga se realiza también un seguimiento de las pesquerías españolas en aguas africanas, incluyendo desde Marruecos hasta Angola, además de las aguas canarias.
La jefa del área del Atlántico Centro Oriental, Lourdes Fernández, cuenta que su labor es ofrecer el aval científico de que el «stock» de las especies que captura la flota española en estas aguas están en un buen estado para ser explotadas. «Lo que tenemos que comprobar es que efectivamente su situación de explotación es sostenible».
De hecho, el equipo parte en unos días a Angola en una campaña oceanográfica en la que van a estudiar el estado de crustáceos profundos como, por ejemplo, la gamba, para corroborar el estado de la población. El informe que estos científicos realicen lo empleará la Secretaría de Pesca para estudiar un acuerdo comercial con este país. Fernández destaca que este trabajo también se realiza a través de observadores a bordo de los buques comerciales, encargados de realizar informes sobre la situación de la biomasa, un puesto de trabajo para el que cada vez es más complicado encontrar personal cualificado por la dureza del trabajo y las condiciones laborales.
Por otro lado, Lourdes es responsable también de la colección de fauna marina del oceanográfico, con más de 10.000 ejemplares.

Tres investigadores en la nueva sede del Centro Oceanográfico de Málaga / Álex Zea
Geociencias marinas
Este es un equipo multidisciplinar en el que trabajan geólogos, sedimentólogos y el equipo de Bentos, dedicados a estudio de seres vivos del fondo marino.
«Trabajamos de forma transversal y multidisciplinar estos tres grupos. Porque aunque nosotros trabajemos con la parte viva, necesitamos saber cómo se configura el fondo», explica el investigador del grupo de Bentos, Javier Urra. «Nuestro trabajo consiste en caracterizar hábitats, conseguir información que nos permita conocer cómo se configuran las comunidades que viven asociadas al fondo marino».
Estos expertos comparan la evolución de zonas protegidas con áreas con presión comercial y, además de estudiar fenómenos de especies invasoras, como el alga asiática Rugulopteryx okamurae, que está colonizando el litoral malagueño.
«En cuestión de unos cinco años, ha invadido toda la zona del Estrecho, ha llegado a Málaga y ahora mismo ha llegado hasta la zona de Almería», detalla Urra, que también insiste en los efectos de la contaminación en el medio marino, como es la lacra de las toallitas.
Geología marina
En la geología marina hay dos líneas de trabajo, una que estudia el suelo y el subsuelo marino, mientras que otra se dedica al estudio de los sedimentos.
La geóloga marina Nieves López explica que para el estudio del suelo se emplean métodos geofísicos que permiten ir creando «mapas» del fondo marino, tan plagado de montañas, barrancos y cañones como ocurre en la superficie. Se estudian también fallas y procesos tectónicos, y se consigue así interpretar la evolución geológica de los hábitats.
Por otro lado, la sedimentología. «En los sedimentos marinos, como eso se deposita, no se altera, y tienes un registro de miles de años del clima. Eso es muy interesante para hacer simulaciones de futuro», revela López. «Aquí hace poco hemos visto en algunos testigos que hemos cogido en toda la zona de Alborán, en zonas más profundas, no cerca de costa, el registro del polvo eólico del Sahara para establecer incluso los periodos climáticos que ha sufrido ese desierto».

Análisis de muestras en el Oceanográfico de Málaga. / Álex Zea
Ecología del plancton
Otro de los equipos de investigación es el EPRA, Ecología del Plancton y Retos Animales. El investigador Jesús Mercado explica que investigan el plancton -todo organismo que vive suspendido en la columna de agua- en todo el rango de tamaños, desde los virus, de unos pocos nanómetros, hasta el zooplancton, con unos milímetros, abarcando muestras desde Algeciras hasta Cataluña.
«Estudiamos el plancton desde todos los puntos de vista posibles. Tanto en cuanto a su abundancia, composición y su uso como indicador también de calidad ambiental o de procesos que están ocurriendo en el medio marino, como puede ser el cambio climático o la contaminación y demás», afirma Mercado, que recuerda el plancton es la «base de la cadena trófica», ya que es el alimento de muchas poblaciones de peces que consumimos los humanos.
Asimismo, en esa doble labor del Oceanográfico, tanto puramente investigadora como de asesoramiento, este equipo colabora, por ejemplo, con el Ayuntamiento de Málaga y con el Ministerio para la Transición Ecológica. «Estamos evaluando uno de los aspectos de la calidad ambiental del medio marino que es la eutrofización, el efecto que tiene sobre el medio marino la contaminación por nutrientes, nitratos, fosfatos, que proceden sobre todo de aguas residuales maltratadas, de aguas industriales y de ese tipo de contaminación».
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