Crónicas de la ciudad
El otro rincón de Málaga dedicado a Cristóbal Colón
El IV centenario del Descubrimiento de América nos trajo el nombre de la Alameda de Colón; pero en Málaga ya existía años antes una modesta calle Colón que hoy es un ejemplo de lucha vecinal contra el cambio climático.

Imagen de la calle Colón, este mes. / A.V.
Gracias al geógrafo Anton Ozomek, sagaz investigador de la cartografía y la fotografía históricas, capaz de combinar las nuevas tecnologías con documentos cargados de siglos, sabemos que, en 1891, en el callejero todavía subsistía la Alameda de los Tristes.
Sin embargo, un más tarde, en 1892, IV Centenario del Descubrimiento de América, tan alicaída alameda pasó a llevar el nombre de Alameda de Colón. Sin duda, la conmemoración en Málaga incluyó que una vía principal de la ciudad llevara el nombre del almirante, de quien estos días se habla por la famosa y televisiva investigación sobre su ADN.
Lo curioso es que, consultando un plano de Málaga de ese año de fastos, 1892 , conviven en el callejero dos calles dedicadas a don Cristóbal; una situación que continúa en nuestros días, pues a la Alameda de Colón hay que sumar la calle Colón.

Plano de Málaga de 1892, con la calle Colón y la Alameda de Colón. / L.O.
Esta última y modesta calle, que desemboca en San Juan Bosco, por encima de calle Peinado, aparece en el callejero de 1888, informa Anton Ozomek. Es muy probable que el Ayuntamiento, al comprobar el humilde homenaje que Málaga hacía al Descubridor de América, decidiera dedicarle la alameda.
Anton Ozomek explica que la calle Colón formaba parte del conocido como barrio de Caparrós, un conjunto de casas mata desarrollado a partir de la década de 1880. Además, el gran investigador Manuel Muñoz aportó en su día el dato de que las casas de Caparrós debían su nombre a Manuel Caparrós Oliver, que compró estas tierras en 1875.
De cualquier modo, se deja notar en este barrio la proximidad de ese IV Centenario, pues la calle Colón comunica por el otro lado con la calle Hernán Cortés y es paralela a Vasco de Gama.

Otra vista de la calle Colón, con una cica en primer plano. / A.V.
Inteligencia y experiencia
Para el visitante de nuestros días, el ‘descubrimiento’ no es el de la tierra ansiada de las especias sino el constatar que casi todas estas calles combaten, con mucha inteligencia y experiencia, los calores crecientes de este siglo de cambio climático.
Y para el combate, nada más barato y efectivo que un modesto ejército de tiestos y árboles frutales. En el caso de la calle Colón, el fresco y la sombra se consiguen gracias a unos cuantos naranjos, ideales para estas vías tan estrechas, así como plantas que se encargan de cuidar los vecinos, desde espinas de Cristo a helechos, pero también hay un soberbio cactus, una cica y un acebuche.
Todo un disfrute este temprano homenaje malagueño a Colón.
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