Crónicas de la ciudad
La Coracha: aumenta la Naturaleza muerta
Los 2.100 m2 de zona verde de La Coracha acrecientan su aspecto de secarral de mármol con la tala de los pocos árboles que daban sombra a esta fallida lección de paisajismo.
«Soy el primero en reconocer que el paisaje ahora parece árido, pero cambiará y gustará». Estas proféticas palabras las pronunciaba, en 2002, el arquitecto Pau Soler, responsable de las obras de la nueva La Coracha.
El arquitecto remachaba que, cuando las obras municipales acabaran, la ciudad iba a contar en este espacio con «un gran área verde para el disfrute de los ciudadanos, una transición tranquila entre el Paseo de Reding y los Jardines de Puerta Oscura», gracias a 2.100 m2 de jardines, repletos de naranjos, olivos, acacias y algarrobos, además de pérgolas con parras y buganvillas.
23 años después de estas visionarias declaraciones, La Coracha es, en su inmensa mayoría, un escalonado secarral de mármol en el que la Naturaleza muerta se hace cada vez más presente. Las caras de desazón de los turistas que ascienden por este espartano decorado, especialmente cuando arrecian las temperaturas, son para proyectarlas en todos los talleres de Urbanismo y Paisajismo que se realizan en España, por si alguien puede sacar algo de provecho y no volver a caer en el error.
En cuanto a la anunciada ‘transición’ entre el Paseo de Reding y los Jardines de Puerta Oscura, pareció interrumpirse bruscamente por algún golpe de Estado, y así va camino del cuarto de siglo.
La entrada de año, además, no le ha sentado especialmente bien a la nueva Coracha. Ya no es sólo la presencia sempiterna de pintadas de grandes caracteres, algo que vuelve a evidenciar que la limpieza antivandálica en lugares turísticos de Málaga se toma con especial calma zen.
Árboles eliminados
Lo preocupante es que los pocos árboles que jalonan este deprimente escenario han sido talados. Los naranjos son ya ilocalizables en las alturas porque han sido eliminados y sólo queda la hilera de alcorques. La Naturaleza, eso sí, hace lo que puede y al menos los alcorques están repletos de hierba; pero la imagen es bastante inquietante.
En cuanto a las pérgolas, quedan todavía un par de heroicas parras dando sombra; pero, al menos el pasado martes, los turistas también podían localizar el tronco de una de ellas caído en acto de servicio y sin retirar.
Poco arreglo tiene un espacio que iba a ser como los jardines colgantes de Babilonia y se quedó en caricatura. Qué paradoja que, tras la Guerra Civil, se pudieran diseñar y levantar los Jardines de Puerta Oscura y, en el arranque del XXI, con muchos más conocimientos, técnica y presupuesto, esta escalera cada vez más reseca.
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