Solidaridad
Un joven malagueño reparte ilusión en las zonas afectadas de Valencia por la DANA
Víctor Fernández puso rumbo en diciembre a Algemesí y Catarroja, con el fin de que ningún niño valenciano se quedará sin regalos esta Navidad
La Navidad del 2024 siempre serán recordadas en Valencia como una de las más tristes de los últimos años. Aunque la suerte del Gordo de Navidad y el Sorteo del Niñotrajo un pequeño rayo de esperanza, para muchas familias las consecuencias devastadoras de la DANA lo eclipsaba todo.
Entre el caos y el silencio roto, Víctor Fernández, un joven malagueño, decidió sumarse al equipo de voluntarios y aportar su granito de arena para devolver la ilusión a los más pequeños esta Navidad.
La oportunidad de ir surgió cuando acudió a una catequesis en la Parroquia de la Amargura, animado de una amiga: "Casualmente, allí mientras decían las actividades del año, una de ellas iba a ser realizar un voluntariado a Valencia por parte de la Diócesis de Málaga".
Sin pensárselo dos veces se apuntó: "Me compré mis botas de agua y todo lo necesario", cuenta. Por "trabas" administrativas el viaje se suspendió, pero Víctor vio que otro grupo salía desde Madrid a Valencia, concretamente para las zonas de Algemesí y Catarroja, y sin dudarlo “me apunté, pagué y me fui a la aventura".
"Hay familias rotas y un pueblo casi muerto sin vida", afirma el malagueño
El joven malagueño llegó el 27 de diciembre a Valencia y la primera toma de contacto fue "un shock": "En la zona aún había restos de la DANA y coches amontonados. Vi un coche marcado, no sabía que era, hasta que me di cuenta de que era porque se encontró a una persona fallecida en su interior".
La labor de Víctor y el resto de voluntarios era repartir regalos a los niños afectados. Cargaron camiones y comenzaron a entregar juguetes a familias que habían perdido todo: “Aquellos niños y niñas que los han perdido todos y sus familiares no podían hacerse cargo de ningún regalo, porque no se lo podían permitir económicamente"
Y añade: "Venían familiares, niños muy ilusionados y nosotros encantados de darles esa ilusión y esperanza a quiénes han perdido todo. Todo fue bien hasta que llegó una mujer sola y completamente desolada, dándonos las gracias y que por favor le diéramos algún regalo, esto era la realidad que no vi hasta que llegué”, afirma.
Esta imagen conmovió a Víctor y fue "otro choque con la realidad": "Hay familias rotas y un pueblo casi muerto sin vida. Las calles aunque estaban más limpias, estaba todo cerrado o en alquiler, vida como tal no había. Ese día acabé desolado", recuerda.
El día 29, Víctor y su grupo se trasladaron a Catarroja, donde ofrecieron un pequeño aperitivo y chocolate caliente a las familias.
Con la misión cumplida, el malagueño inició su regreso a casa. Durante las 15 horas de viaje en las que Víctor recordaba todo lo vivido esos días y que trajo una lección aprendida: "Es una experiencia que se me quedó grabada a fuego. Te das cuenta de lo afortunados que somos".
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