Crónicas de la ciudad
Camino a Gibralfaro: un año más de desdén al turista
El Ayuntamiento de Málaga continúa profundizando en el abandono de esta frecuentadísima ruta turística, tras unas tímidas mejoras en 2024, sin olvidar el bochorno de pintadas de odio en la muralla de Gibralfaro desde hace años
El visitante que acceda al Castillo de Gibralfaro, si es de los que repite año tras año, se extrañará de que ninguna administración mueva un dedo, para retirar del muro del monumento mensajes tan aleccionadores como «PT Sevilla» (y no hace referencia a Partido de los Trabajadores alguno), «Rojo muerto abono pa mi huerto», sin olvidar un falo gigante dedicado a los amigos futboleros del Lazio.
Los responsables de Cultura de la Junta de Andalucía y del Ayuntamiento de Málaga ya podían abandonar el estado vegetativo, un lustro de estos, y coordinarse para lograr retirar tanto estas pintadas de cálida bienvenida al prójimo, como otras muchas que exhibe el Bien de Interés Cultural y que llevan cerca de una década acompañando a los miles de turistas que suben al castillo por la cuesta peatonal.
Por lo demás, esta ruta turística sigue siendo un ejemplo sonrojante y sorprendente de incompetencia municipal sostenida en el tiempo.
Qué gran misterio que, durante los años del gran boom del Turismo en Málaga, el Ayuntamiento haya exhibido, en todo momento, el más pertinaz desdén por el mantenimiento, en condiciones mínimamente dignas, de una de sus sendas turísticas principales.
Tan sólo en marzo del año pasado, como informó esta sección, dio la tímida impresión de que el Bello Durmiente municipal despertaba de la siesta y se ponía manos a la obra: Las papeleras de este camino que enlaza el Paseo de don Juan Temboury con Gibralfaro aparecieron, por fin, libres de pintadas. Casi un año después, el balance es bastante modesto.
¿Por qué ese abandono?
El camino turístico a Gibralfaro está tan dejado por dos razones: en primer lugar, como reconocen fuentes del Ayuntamiento, porque se encuentra en una suerte de agujero negro competencial y nadie lo cuida como debería; en segundo lugar -y esto es sólo la intuición de un servidor- porque es muy probable que nuestro alcalde no lo haya recorrido a pie desde hace más de una década, el tiempo que lleva en tan franca decadencia.
Así se explican los focos de la luz, alguno inclinado y todos atiborrados de pintadas y adhesivos; las decenas de losas de pizarra que faltan en el suelo porque nadie se molesta en reponerlas, lo que causa traspiés a diario.
Además, el mirador de Gibralfaro se ha convertido en el summum de la cochambre: El monolito central de piedra no puede estar más sucio de pintadas y mejor no tocar el balcón del mirador, mugriento y repleto de candados oxidados.
Que en 2025 siga esta senda turística así de abandonada debería hacer reaccionar al Ayuntamiento. ¿Se producirá el milagro?
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