Crónicas de la ciudad

La Trinidad: los jardines solariegos toman posiciones

A falta de los metros cuadrados de zonas verdes por habitante que aconseja la OMS, es un consuelo que, en Málaga, muchos inmuebles derribados den paso a solares, como en calle Bailén, en los que se forjan pequeños 'bosques urbanos', por un rato

El solar reverdecido de calle Bailén, esta semana.

El solar reverdecido de calle Bailén, esta semana. / A.V.

Alfonso Vázquez

Alfonso Vázquez

Con motivo del reciente debate sobre el estado de la ciudad, la oposición recordó, además del mejorable ratio de metros cuadrados de zonas verde por habitante -todavía muy lejos de lo que aconseja la Organización Mundial de la Salud-, las previsiones de la NASA para 2050, con una Málaga que, además de bañada por el Mar de Alborán, estará bañada en sudor, por el aumento de las temperaturas.

Contrasta este caluroso panorama con el deseo municipal de que la zona más masificada de Málaga -la Cruz de Humilladero y, aparte, la Carretera de Cádiz- goce de un parque con unas rácanas 6,5 hectáreas, en lugar de toda parcela (17,7 hectáreas), por esa tradición tan malaguita -posiblemente una tradición fenicia-, según la cual el interés inmobiliario siempre debe prevalecer sobre el general. 

Pero, frente a unos políticos que tienen la razón enladrillada, a juego con el cielo del trabalenguas, la propia Naturaleza en Málaga, sin injerencia alguna de nuestros cargos públicos, ha puesto en marcha florecientes iniciativas para que las zonas verdes aumenten, aunque sea por un rato. 

De esta forma, por toda la ciudad se aprecia ya el fenómeno de los jardines solariegos, los solares tostados al sol que, tras las lluvias a veces torrenciales del otoño, han reverdecido de forma espectacular. 

Vista, desde la Colonia de San Eugenio, del solar de calle Bailén.

Vista, desde la Colonia de San Eugenio, del solar de calle Bailén. / A.V.

En calle Bailén

Uno de los ejemplos más notables lo tenemos en el corazón de La Trinidad, en la calle Bailén. Allí, hasta hace muy poco, había una hilera de casas mata en la acera de los pares que iba del 10 al 24, haciendo esquina ya con la Colonia de San Eugenio. Las viviendas, con un jardincito delantero, aparecían ya en las fotos aéreas de 1956, así que tenían espolones. 

Como contó esta crónica, algunas de estas casas fueron abandonadas y los jardines se convirtieron en estercoleros. Dicho y hecho, el Ayuntamiento propició que todas fueran hechas fosfatina.

El resultado es hoy un alargado solar de cerca de 850 metros cuadrados que, gracias a la lluvia, se ha convertido en un injerto de ‘bosque urbano’ en uno de los puntos más resecos de La Trinidad. 

De esta forma, el paseante puede levantar la cabeza y no sólo contemplar bloques feos e insulsos; también, ser privilegiado testigo de cómo los ailantos y las plantas de la nicotina intentan pegar el estirón y rascar las nubes, antes de que aparezca la excavadora. Jardines ‘solariegos’ para frenar lo que nos viene encima. 

Fe de errores

Esta crónica ha sido modificada, porque, en contra de lo que afirmaba, las casas demolidas sí estaban calificadas en el PGOU como Colonia Tradicional Popular.

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