Acogida
Vivienda en Málaga: crecen los trabajadores sin techo acogidos en San Juan de Dios
El Centro de Acogida de San Juan de Dios recibe cada vez a más sintecho con empleo, incapaces de encontrar un alquiler asequible en Málaga

A. y C. residen en el Centro de Acogida de San Juan de Dios pese a tener trabajo. / ÁLEX ZEA
«Como no tengas familia o la tengas lejos, si en cualquier momento te quedas en paro, te suben el alquiler o te dicen que van a poner un piso turístico o a vender la vivienda, te puedes ver sin un lugar adonde ir», avisa Yesenia Cortés, trabajadora social del Centro de Acogida de San Juan de Dios, que tiene 27 plazas para hombres sin hogar; además de un servicio ampliado de higiene, vestuario y lavandería para 54 hombres o mujeres que viven en la calle; gracias a un convenio con el Ayuntamiento.
De hecho, como ya experimenta este centro de la Orden de San Juan de Dios, que realiza una impagable labor social en el casco antiguo desde 1991, la burbuja de la vivienda en Málaga capital está ‘enriqueciendo’ el perfil de quienes duermen en la calle, que ya no se limita a casos crónicos sino que se suman personas con empleo y también con estudios universitarios.
Más de un tercio, con trabajo
Como recuerda Elisabet Pérez, integradora social de este equipamiento de la plazuela de San Juan de Dios, en el servicio de higiene, vestuario y lavandería, de mayo a octubre pasado los desempleados bajaron un 10 por ciento. «Cada vez hay más personas trabajando».
Y de las 27 personas que acogen los hermanos de San Juan de Dios, «por lo menos hay 10 trabajando», entre españoles y extranjeros. Y en los trabajos más diversos, desde una gestoría a una residencia de ancianos.

Patio del Centro de Acogida de San Juan de Dios. / álex zea
Para La Opinión hablan dos de ellos que, para evitar problemas en su puesto de trabajo, sólo dan sus iniciales.
En primer lugar, habla A., marroquí de 38 años y con los papeles en regla. «Vine la primera vez aquí de vacaciones y vivo en Málaga desde 2014», resume. Como explica, al acabar una relación con su pareja española terminó sin casa y en la calle, el año pasado, «durante tres meses, y es muy duro; por lo menos tuve un poco de cabeza y aguanté, hay otra gente que no aguanta y termina en la cárcel por robar», señala.
En ese tiempo, recuerda, dormía con otras personas en un aparcamiento y comía en el Comedor de Santo Domingo. Desde hace 7 meses, explica, está en el Centro de Acogida de San Juan de Dios, donde, «además de que me tratan muy bien», le han buscado un trabajo de camarero en un restaurante.
«Gano poco, tengo que mandar dinero a mi familia y ahora mismo no puedo alquilar, porque además, en la temporada baja trabajo dos días a la semana», cuenta.
A. recalca que nunca va a olvidar la Orden de San Juan de Dios por su ayuda, «porque aquí somos como una familia y, por lo menos, ya veo la luz y me encuentro a mí mismo». Por eso, no pierde la esperanza de encontrar un alquiler asequible y salir del bache.
Otro residente del Centro de Acogida de San Juan de Dios es C., un joven rumano de 32 años, 14 de los cuales ha vivido en varias ciudades de España y, desde 2022, en Málaga, donde ha trabajado «de camarero, de cocinero, carpintero, en la obra y en discotecas».

Una usuaria del servicio de higiene, en el Centro de Acogida. / ÁLEX ZEA
C. explica además que se vio abocado a abandonar el piso en el que vivía alquilado y marcharse a la calle, cuando su novia le robó una importante cantidad de dinero. Estuvo dos meses convertido en un sintecho.
En ese periodo, apunta la integradora social Elisabet Pérez, el joven tuvo que acudir al trabajo en Málaga capital con su mochila, «y decir que dormía en un albergue», para no perder el empleo.
Desde hace unas pocas semanas C. se encuentra en el Centro de Acogida de San Juan de Dios, después de un periodo utilizando el servicio de higiene, vestuario y lavandería. Además, cuenta que está empadronado y tiene el NIE; pero no puede alquilar «nada, porque me piden contrato de trabajo, dos meses de fianza, más la entrada, ¿y cómo puedo sacarme ese dinero si trabajo, de momento, en negro?», argumenta.
Aumentan las mujeres
Por otro lado, y aunque tradicionalmente los sintecho han sido hombres en una inmensa mayoría, Elisabet Pérez resalta que va en aumento el número de mujeres sin hogar; como puede verse en el servicio de higiene.
«De las mujeres que tenemos hay una extranjera y el resto son todas españolas; y tenemos desde una niña de 20 años, que comenzó con 19, a mujeres de 70», señala.
Y entre ellas resalta que no faltan mujeres maltratadas, «bien víctimas de maltrato familiar del padre y que han acabado en la calle o mujeres que, por salir de esa situación, se han ido con su pareja, han normalizado que su pareja le agreda y, al final, acaban en la calle».
El servicio de higiene, destaca, incluye un «apoyo social y acompañamiento», lo que permite detectar a cada vez más hombres y mujeres con un trabajo; pero a quienes la situación de la vivienda en Málaga les deja en la estacada.
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