Crónicas de la ciudad

Restos de 'naufragios' en el Parque de Málaga

En la famosa zona verde pueden encontrarse bancos semienterrados, otros del año de la polka inalcanzables para los paseantes y hasta una roca misteriosa digna de Iñaki Perurena.

Un veterano banco de piedra del Parque, en mitad de un parterre esta semana.

Un veterano banco de piedra del Parque, en mitad de un parterre esta semana. / A.V.

Alfonso Vázquez

Alfonso Vázquez

Mientras en las altas esferas internacionales Donald Trump vuelve a confirmar por qué es un tarugo de dimensión interplanetaria, Málaga se libra -quizás sólo por el momento- de sus berrinches arancelarios. 

Pero incluso si a Europa le cayera la del pulpo, hay un lugar de nuestra ciudad inmune a sus rebuznos geopolíticos, pues aúna Belleza e Historia, dos conceptos de difícil aprehensión para el marmolillo neoyorquino. 

Se trata del Parque de Málaga, una zona verde centenaria, nacida de la retirada de las aguas, gracias a don Antonio Cánovas del Castillo

Y da la impresión de que, precisamente por este origen, las olas hubieran aprovechado las horas nocturnas para depositar, allí donde era su antiguo territorio, viejos restos de naufragios que luego han quedado ocultos o semienterrados en el Parque. 

Es el caso, por ejemplo, de cuatro bancos donados por varias empresas, con motivo del centenario del Parque, en 1997. Los bancos, en nuestros días, sólo podrían acoger, en lugar de a paseantes cansados, a caniches, pues la reforma de la zona verde en 2007 los ha dejado, hablando de Trump, como la Estatua de la Libertad al final de ‘El Planeta de los Simios’: semienterrados. 

Uno de los bancos del Parque de complicada utilidad.

Uno de los bancos del Parque de complicada utilidad. / A.V.

Varios de ellos, por cierto, tienen el nombre de la empresa que los donó eliminado, quién sabe si por algún empleado rencoroso que, sin saberlo, recuperó la ‘damnatio memoriae’, el borrado selectivo de los romanos.

Otros restos traídos con nocturnidad y alevosía por las olas son huellas del pasado, la de una Málaga sin apenas coches y sin rastro de móviles o pisos turísticos. Se trata de un par de vetustos bancos de piedra o quizás piedra artificial, que pueden verse en mitad de algunos parterres, a modo de trono de atrezzo de El Señor de los Anillos. Uno se encuentra a la espalda del busto de Bernardo Ferrándiz.

Un segundo banco, ya en dirección oeste, también yace en otro parterre, sólo que descuajaringado en tres partes.

El bloque misteroso en mitad del Parque.

El bloque misteroso en mitad del Parque. / A.V.

La roca misteriosa

Hay otro elemento que parece haber sido abandonado por la marea, a su suerte, de la que ya habló esta crónica: un misterioso bloque cuadrangular de piedra, del que asoman unos anclajes en la parte de arriba y dos huellas de pies. 

Fuentes municipales apuntaron en 2021 a esta sección que, probablemente, se trate del anterior monolito que sostuvo la escultura del Biznaguero, obra de Jaime Pimentel, en los Jardines de Pedro Luis Alonso.

Hay otro notable ‘pecio’ en un extremo del Parque pero de él trataremos largo y tendido en la crónica del próximo sábado. 

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