Crónicas de la ciudad

Las Columnas de Hércules y las de Paco de la Torre en Málaga

Nuestro alcalde quiere pasar a la Historia como un titán del destrozo paisajístico, al emular a Hércules con ‘dos columnas’ que degradarán el horizonte de Málaga para siempre: las Torres de Martiricos, ya perpetradas, y la Torre del Puerto.

Las Torres de Martiricos, por encima de los tejados de calle Larios y, a la derecha, vista aérea de la ‘versión extendida’ de la Torre del Puerto de 144 metros.

Las Torres de Martiricos, por encima de los tejados de calle Larios y, a la derecha, vista aérea de la ‘versión extendida’ de la Torre del Puerto de 144 metros. / L.O.

Alfonso Vázquez

Alfonso Vázquez

Qué lejos parecen esos tiempos en los que nuestro brillante y trabajador Paco de la Torre compartía, en una televisión local, como uno de sus objetivos soñados el expropiar y demoler el bloque ilegal de los Campos Elíseos; ese corte de mangas a la ciudad, en la falda de Gibralfaro, por las malas artes de un grupo de militares nada ejemplares que, en lugar de defender nuestra Patria, la atacaron al anteponer su interés personal.

Quién iba a decir a ese soñador alcalde que, unos años más tarde, por sus imprudentes manejos urbanísticos, dejaría para la posteridad las dos Torres de Martiricos, compendio de cómo denigrar el paisaje de una ciudad con sólo dos jugadas maestras: aumentar la edificabilidad sin calibrar las consecuencias, y desplazar lo edificado, de tal forma que esa doble pantalla bloquee las vistas del río Guadalmedina y los Montes de Málaga.

El resultado, como saben, asoma también por buena parte del Centro Histórico, declarado Bien de Interés Cultural, pero maleado por esta magistral lección de ‘Urbanismo para torpes’. 

Dos ejemplos del atentado paisajístico de las Torres de Martiricos. Arriba, desde el Paseo de la Farola; debajo, desde el mar.

Dos ejemplos del atentado paisajístico de las Torres de Martiricos. Arriba, desde un bloque del Paseo de la Farola; debajo, desde el mar. / Antonio Toré/La Opinón

El problema, sin embargo, se puede agravar porque, a nuestro alcalde, parece que la palabra ‘autocrítica’ le suena a marca de coches griega. Cierto que los políticos no son muy dados al ‘mea culpa’; pero el caso de Paco de la Torre roza el Récord Guinness de falta de contrición en un responsable público; por lo demás, en nada investido de infalibilidad municipal.

Titán del destrozo paisajístico

Por eso, a modo de titán mitológico del destrozo paisajístico, quiere despeñar su legado dejando dos simbólicos hitos para que escolten el casco antiguo de Málaga y su entorno: por un lado, las Torres de Martiricos; por el otro, la nueva ‘versión extendida’ de la Torre del Puerto, que un conocido arquitecto malagueño ya ha bautizado como «la Torre del Morro», por la desfachatez que exhiben sus avispados promotores, en este segundo intento de hacer saltar la legalidad urbanística.

De esta forma, al igual que el semidiós que plantó para siempre entre Europa y África las Columnas (de Hércules), nuestro alcalde desea pasar a la historia municipal como el cargo público que legó a Málaga las Columnas de Paco, pues nadie ha puesto tanto empeño en dañar, de forma irreversible, la imagen de su ciudad.

Ahora que el Gobierno central tiene previsto liquidar el Algarrobico con la Junta, hora es de que impida el Algarrobico catalano-catarí en el Puerto de Málaga. Con las Torres de Martiricos ya tenemos suficiente castigo. 

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