Crónicas de la ciudad
Jaula vacía para vándalos en un rincón de La Trinidad
La rampa metálica a espaldas del Mercado de Bailén que comunica con la Calzada de la Trinidad cuenta con varias zonas muertas, una de ellas, enrejada y llena de basura, que aparenta la jaula vacía de uno o varios cabestros con DNI.

La ‘jaula zoológica’ de calle Natalia, la semana pasada. / A.V.
La calle Natalia, en La Trinidad, se llamaba antes calle Gumersindo de Azcárate. Los azares del callejero retiraron el nombre de este jurista y académico de la Historia, promotor de una ley de represión de la usura, además de defensor de la libertad de cátedra, y colocaron este enigmático nombre de pila sin apellido.
En Málaga, este tipo de calles con nombres a secas suelen guardar relación con familiares de constructores o promotores que desarrollaron la zona. Quizás sea este también el caso. Si alguna persona conoce el porqué de la calle Natalia, se agradecerá que lo comparta con esta sección.
Hoy sale a colación la calle Natalia por su remate final, la rampa metálica que salva el profundo desnivel entre esta vía y la Calzada de La Trinidad, que se levantó a finales de 2011.

Una vista de la rampa metálica de calle Natalia, el mes pasado. / A.V.
El perfil orográfico de Málaga es, hablando en plata, puñetero; lo experimentarán en especial, los futuribles habitantes de las promociones que se levanten, una vez se produzca el ‘salto de las rondas’ y la ciudad se expanda más pronto que tarde por el norte.
Pero ya lo saben los vecinos de barrios como el Cerrado de Calderón o Mangas Verdes, núcleos que, básicamente, son cuestas urbanizadas, lo que propicia el uso y abuso del coche para cualquier minucia, especialmente en el primero.
La rampa no queda tan mal, a fin de cuentas es una suerte de ‘scalextric’ compacto colocado al final de la calle, pintado en relajados colores malaguistas, a juego con el aparcamiento del mercado de Bailén, -el mercado, por cierto, en plena reforma estos días-.
La estructura, sin embargo, con tantos requiebros en un espacio tan pequeño, a modo de un ‘chotis del andamio’, de manera inevitable deja espacios muertos que los cabestros más avispados aprovechan para depositar todo tipo de excrecencias.

Basura en un rincón vallado de la rampa metálica, la semana pasada. / A.V.
La jaula
La única noticia esperanzadora es que, al menos en las dos ocasiones que esta sección inspeccionó la rampa, en enero y febrero, con un intervalo de tres semanas, la porquería acumulada era exactamente la misma.
Hablamos de un espacio muerto pegado al muro de la calle y vallado por seguridad. Cuenta con el suelo empedrado y acumula las porquerías más variadas, con presencia mayoritaria de basura relacionada con el bebercio.
Este espacio es inquietante porque da la impresión de que estamos ante la jaula de alguna fiera salvaje. Pero los restos desperdigados nos transmiten que, quizás, lo que veamos sea la ‘jaula vacía’ de uno o varios vándalos; mamíferos con DNI que han abandonado su cubículo por un rato para hacer de Málaga una ciudad más sucia y degradada. Animalitos.
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