Crónicas de la ciudad
La entrada a la extinta Salyt, ¿un parque bélico de bolas?
Trump y los dictadores ruso y chino deberían satisfacer sus ansias imperiales en un ‘parque de bélico de bolas’. En Málaga hace años que contamos con un rincón apropiado a la entrada de la fábrica de Salyt

La entrada a la fábrica de Salyt, la semana pasada / A.V.
Ahora que el ‘golfo de América’ se dispone a extender la alfombra roja al ‘gánster del Kremlin’, por si le apetece merendarse Europa oriental por capítulos, como hiciera su maestro Stalin; bueno es recordar que la ‘geopolítica testicular’ -con perdón- debería permanecer, únicamente, en el inofensivo reino de los videojuegos y las películas de ficción.
En este sentido, qué alivio para el mundo -Europa en especial- supondría que estos líderes sin alma -y se puede sumar el dictador chino- se limitaran a satisfacer sus ansias imperiales en una suerte de ‘parque de bolas bélico’ o escenario de rodaje.
Si con eso se dieran por satisfechos, deberían saber que Málaga hace años que dispone de un espacio de este tipo, por encontrarse en un ‘punto muerto municipal’, uno de esos rincones de nuestra ciudad que se limitan a vegetar en la decrepitud, sin asomo de mejora hasta que no llega una reforma urbanística de calado.
Por suerte, esta ya asoma de una vez: los terrenos de la antigua fábrica de ladrillos Salyt ya están mondos y lirondos para albergar, en su mayoría, un gran espacio comercial, cuyos primeros pasos administrativos ya están dados.
La infografía de la operación nos muestra que, donde hoy se encuentra el ‘set’ de película bélica -a las puertas de la antigua fábrica- se emplazará la entrada al centro comercial y a los aparcamientos.

Infografía del proyecto en la antigua fábrica Salyt. / L.O.
El lugar idóneo
Por eso, simplemente para no espantar a los clientes, caerá por su propio peso la reforma de este inquietante espacio. Pero como la burocracia tiene su ritmo; mientras tanto, sería el lugar idóneo para que Trump, Putin y Xi Jinping solventaran sus diferencias terrenales desfogándose a trompazo limpio, con el sano fin de no comerse países en la vida real.

Escombros y basura bajo la avenida de Valle-Inclán, junto a la antigua fábrica de ladrillos Salyt, la semana pasada. / A.V.
Qué respiro para Gaza, Ucrania, Groenlandia o Taiwán, si todo se dirimiera en la entrada de la fábrica Salyt, un espacio único de la Málaga cosmopolita donde se dan cita detritus industriales de cualquier punto del globo, con el atractivo de contar con varios espacios techados e igualmente decrépitos, a disposición de los jugadores: los vanos del puente de la avenida de Valle-Inclán, que ruge por arriba.
¿Qué necesidad hay de ir a por los Países Bálticos, las islas del Mar de Japón o Canadá, cuando en Málaga nuestro trío de líderes mundiales puede soltar toda la testosterona que desee lanzándose neumáticos viejos a la cabeza?
Nuestro planeta tiene en la Ciudad del Paraíso un rincón para la esperanza. Ánimo.
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