Congreso del PSOE Andalucía

Pululantes malaguitas en el universo socialista de Armilla

Las crónicas congresuales son negritas, las negritas circulan en un texto político como los pululantes deambulan en un congreso, que siempre es un sitio de pasillos que si hablaran temblaría el misterio

Javier Salas en el Congreso Regional del PSOE Andalucia en Armilla

Javier Salas en el Congreso Regional del PSOE Andalucia en Armilla / Álex Cámara

Jose María de Loma

Jose María de Loma

No se vió mucho a Daniel Pérez, secretario provincial socialista, por ahora, en el Palacio de Ferias de Armilla, un edificio moderno incrustado alrededor de una instalación que fue industrial, con una gran chimenea, un sitio para ver atardeceres, luego de pasar la jornada trabajando en Granada. No se le vio mucho en su ocaso, o al menos, en lo que puede ser su etapa final como máximo mandatario del psoe malagueño. Sí se vio a Francisco Conejo, legendario dirigente y ahora en teoría retirado que sigue manejando muchos hilos; y a Javier Salas, subdelegado del Gobierno, muy sonriente y en sintonía con la nueva mayoría que se avecina. Se vieron, sí, Josele Aguilar y Pepe Bernal, las cabezas visibles de las familias exitosas del socialismo malagueño, que a las dos de la tarde se sentaron, es un decir, a negociar. Vamos a hablar, le dijo Josele a Bernal, risueño, risueños ambos. Sin desdeñar ese lenguaje de la inteligencia, la ironía: “Pepe y yo tenemos pactos de sangre, no hace falta ni que los firmemos”. La referencia venía por una pluma exhibida con orgullo por un socialista, en presencia de Antonio Ferrer, exalcalde de Vélez, hombre muy comprometido con el partido y partidario de darlo todo siempre en los congresos. Influye. Pululaban por el hall del congreso, Paco Cañestro, “voy a ser alcalde de Ronda”; Soraya García Mesa, exalcaldesa de Benaoján; Patricia Alba, alineada desde hace tiempo con el sector que ahora comandará el PSOE; Estefanía Martín Palop, exsenadora, que volverá en breve a tener responsabilidades fuertes en el PSOE malagueño. También Mariano Ruiz Araujo, “viva El Palo”, tal vez pronto, o casi, o a lo mejor, portavoz municipal socialista en la capital. Un congreso político es una constelación de pululantes, de estrellas que se atraen, de asteroides que amenazan con caerte encima, de figurones, sinceros, trepas, tiralevitas, cachondos, informados o agentes tóxicos. Muy jaleada en los pasillos fue Carmen Calvo, extantas cosas, que saludaba mucho y a favor, con cariño o extrañeza. El éxito es el número de selfies que te demandan. A Josele Aguilar le demandaban también algún selfie pero sobre todo, un “qué hay de lo tuyo”, contraviniendo eso tan español de qué hay de lo mío. Sonríe siempre. Vimos a Pepe Ortiz, exalcalde de Torremolinos, ahora dedicado a la actividad privada, que reivindicaba en un corrillo la transformación que hizo de su pueblo. No muy lejos andaba Antonio Yuste, regidor de Almáchar, optimista, deportivo, al igual que Cristóbal Fernández, factótum que fue de psoe provincial y exalcalde de Fuente de Piedra.

Las crónicas congresuales son negritas, las negritas circulan en un texto político como los pululantes deambulan en un congreso, que siempre es un sitio de pasillos que si hablaran temblaría el misterio. Poco misterio tenía Nacho López, diputado, en la órbita de Josele Aguilar, muy contrario a Daniel Pérez. A la hora de cerrar esta crónica, el bar seguía abierto, el bar del Palacio de Ferias de Armilla, donde la Alhambra, la cerveza, corría para ahogar la euforia o destemplar las decepciones, para sellar pactos o para mirar la espuma, la espuma de los días, que decía Boris Vian, ambientada en un mundo en el que todo es posible, mundo habitado por seres que comparten extravagancias y locuras, la pugna entre la pureza y un mundo en el que no hay lugar para ella. Un congreso son los afanes, que no diluye la noche. El domingo, todos Sánchez. Lo sanchistas y los enfadados, los olvidados y los emancipados. Todos a aplaudir. Málaga no descansa en paz, pero María Jesús Montero no quiere guerra.

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