Crónicas de la ciudad

En la joya botánica del Barrilito de Málaga florecen las pintadas

Uno de los árboles más famosos y queridos de Málaga, en los Jardines de Alfonso Canales, ha visto cómo, en los últimos tres años, se han multiplicado las pintadas en su henchido tronco.

El barrilito, en los Jardines de Alfonso Canales, repleto de pintadas hace unos días.

El barrilito, en los Jardines de Alfonso Canales, repleto de pintadas hace unos días. / A.V.

Alfonso Vázquez

Alfonso Vázquez

Si algo impregna la labor política en España es una mirada a cuatro años vista. En el terreno municipal, la cortedad de miras impide concluir a nuestros alcaldes que ‘Por sus parques y jardines los conoceréis’, pues el tiempo termina por borrar buena parte de los equipamientos públicos que inauguran, reemplazados por otros más modernos.

De esta forma, en líneas generales, de los logros de los sucesivos primeros ediles sólo quedan, en menos de un siglo, sus plazas ajardinadas y zonas verdes; pues en el otro lado de la balanza suelen permanecer, para siempre, sus grandes errores urbanísticos, llámense el barrio de La Malagueta, el Málaga Palacio o las Torres de Martiricos

Curiosamente, de la etapa de Celia Villalobos, en un reducido espacio, contamos con un gran acierto (el túnel de la Alcazaba) y con una metedura de pata: el murallón de La Coracha

Por ello, hay que felicitar al alcalde y al jardinero que, parece que en los 50 del siglo pasado, autorizó y plantó, respectivamente, los Jardines del Barrilito, hoy dedicados a su vecino más famoso, el poeta Alfonso Canales

En una vista aérea de 1956/57 aparecen ya estos jardines, que tienen como joya botánica el famoso ‘barrilito’. Para su ejecución, fue necesario mandar a por tabaco una gasolinera plantada en la zona y sustituirla por algo menos ‘procesado’.

Su árbol más egregio, el barrilito, ha cambiado de nombre científico en estos años, pues aunque vino al mundo siendo una Chorisia insignis, los botánicos pusieron al día sus conocimientos y hoy denominan esta especie Ceiba codatii. 

Lo que no ha cambiado es su origen (Paraguay, Bolivia y el oeste de Argentina) ni su excepcional porte: ese tronco espinoso que se ha ido hinchando año tras año y que podría formar parte de la saga del Señor de los Anillos, como uno de esos portentosos ‘ents’ imaginados por Tolkien que pastorean árboles. 

Los orcos

Por desgracia, en la vida real hay metafóricos ‘orcos’ que, con el cerebro de un mosquito, son capaces de jorobar en segundos toda esta portentosa joya botánica. 

Así, desde que en 2022 está sección dio la voz de alarma, las pintadas a lo ancho del tronco se han multiplicado y casi forman un ‘todo vandálico’ de 360 grados. 

De esta forma los innumerables turistas que fotografían esta ceiba a diario, se llevan de recuerdo la huella de una reducida pero activa reata de grafiteros incapaz de apreciar la belleza y de respetarla.

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