Memorias de Málaga

Dos profesiones nuevas: ‘influencer’ y ‘celebrity’

Antes de que existieran estas profesiones en inglés, en España, al menos, ya había ‘influyentes’, especializados en que personajes de la vida española acudieran a celebraciones y saraos

Hoy, más que ‘celebritis’, en España hacen falta buenos albañiles, así como expertos en cambio climático, IA y reciclaje

Victoria Federica de Marichalar, una ‘celebrity’ con influencia; en un acto promocional, este año.

Victoria Federica de Marichalar, una ‘celebrity’ con influencia; en un acto promocional, este año. / Efe

Guillermo Jiménez Smerdou

Guillermo Jiménez Smerdou

Málaga

En España hay dos nuevas profesiones de gran porvenir. Aunque el idioma español es el segundo más hablado en el mundo, los dos nuevos trabajadores de los oficios de moda se han inclinado por la lengua inglesa para autopresentarse: ‘influencer’ y ‘celebrity’. En nuestro rico idioma, son influyentes y célebres o celebridades, respectivamente.

En sus definiciones en castellano, los primeros son «personas o animales que se han hecho famosos a través de internet y otros medios parecidos o análogos»; los segundos son «personas ampliamente conocidas que tienen un alto grado de atención por parte del gran público y de los medios de comunicación».

No voy a citar a ningún ‘celebrity’ ni a ningún ‘influencer’ porque no estoy en ese mundillo de famosos, famosas y conseguidores y conseguidoras, que están en diversos medios de comunicación, y que son llamados para darle lustre a un programa, una inauguración o un sarao, que es como antes se decía, vocablo que está en el diccionario y que solo se emplea en los crucigramas porque es muy socorrido para encajar algunas definiciones.

El móvil

Ya no hay saraos, ni guateques, ni piscolabis, ni peticiones de mano, ni visitas entre los vecinos de un mismo edificio, ni apenas tiempo para saludarse en la calle porque todos los viandantes están hablando por el móvil.

Antes, uno podía detenerse en la calle, saludarse, hablar de la familia, del Málaga (fútbol), de los precios, del Ayuntamiento, de las tapas de un bar que ha abierto en Teatinos y, por supuesto, del tiempo y de que no llueve. Todo eso se ha acabado: lo importante es el móvil.

Mientras estos nuevos ‘obreros’ – son trabajadores autónomos y cobran como cada quisque (aunque mucho más)– se divierten y divierten al público con sus chistes e intervenciones, nuestro país se enfrenta a algo tan serio como la formación de hombres y mujeres para atender la demanda de las nuevas profesiones, y algunas que son necesarias y que se han abandonado por no ser debidamente remuneradas.

Pero estas ‘profesiones’, sobre todo la variedad de influyente, no es nueva, si bien no se denominaban así; hace muchos años en España, que yo recuerde, al menos había dos especialistas en esta función de conseguir, por ejemplo, que personajes de la vida española (todavía no llamaban ‘celebritis’) fueran a inauguraciones de exposiciones de pintura en las principales galerías de arte, estrenos de películas presentadas como superproducciones, el estreno de una obra de Jacinto Benavente en un teatro del centro de Madrid, una tertulia literaria y, sobre todas, las presentaciones, o la inauguración de un hotel.

Recogida de basura  para analizar los remolinos de plástico que se forman en el Océano Pacífico.  | EFE

Recogida de basura para analizar los remolinos de plástico que se forman en el Océano Pacífico. / efe

Uno de los dos especialistas o ‘conseguidores’ era Nini Montian, hija del capitán general y exgobernador militar de Madrid. El verdadero nombre de la joven actriz de teatro y cine y que supo moverse en el mundo de la farándula derrochando simpatía y ‘saber estar’ era Elena Isabel de Ampudia y Montilla, y tenía acceso al Palacio del Pardo porque se codeaba con todos los personajes de ‘la crème de la crème’.

Intervino en algunas películas, una de ellas, ‘El milagro del Cristo de la Vega’, rodada en 1940, dirigida por Adolfo Aznar. La vi en su día, o sea, hace 85 años.

Doctor Cervantes

El segundo ‘conseguidor’ (no recuerdo cómo se les conocía entonces a estos influyentes personajes, pero no como ‘conseguidores’) era conocido por «el doctor Cervantes», y nunca supe si era médico o lo de doctor le venía por otras disciplinas académicas.

Convencer a un ministro para que con su presencia realzara la inauguración de un hotel de cinco estrellas en la Costa del Sol o en otra zona turística importante, era una de sus gestiones.

Lo intentó con uno de Torremolinos, y cuando todo estaba hablado y previsto, el ministro le dio plantón y no se presentó, pese a que se lo había prometido al doctor Cervantes. En la cena de gala posterior a la inauguración del nuevo establecimiento hotelero, con placa conmemorativa y todo, hubo que modificar la mesa presidencial ya que el ministro a última hora desistió del compromiso.

Si lo cuento es porque estuve en esa inauguración, no en la mesa presidencial, sino en la mesa reservada a los periodistas invitados al acto.

El hotel de referencia existe, pero con otro propietario o empresa y con otro nombre. Me abstengo de dar los nombres porque lo más probable es que los nuevos propietarios desconozcan esta historia o historieta.

Como he mencionado, el vocablo ‘conseguidor’ no se usaba en los años de Nini Montiel y el doctor Cervantes. Además, no sabíamos inglés, porque eran años de pobreza, y ni siquiera teníamos a mano los términos ‘influyente’ y ‘célebre’ (influencer y celebrity) para identificarlos, aunque estaban en los pobretones diccionarios de Lengua Española que se editaban por editoriales privadas.

Lo de ‘conseguidor’ es más moderno. Se hizo popular a raíz de los famosos ERES de la Junta de Andalucía y los misteriosos 600 millones de euros desaparecidos o mal repartidos. La persona, con nombre y apellidos, encargada de otorgar ayudas, pluses, puestos de trabajo… fue juzgada y condenada, y era conocida como ‘El Conseguidor’. Pero ya es pasado, el así conocido parece que ha sido absuelto de todos los cargos.

Los influyentes y célebres ya forman parte de la vida española, algunos como trabajadores autónomos, otros por cuenta ajena, funcionarios, empleados, expertos, con o sin sindicato… El tiempo lo arreglará todo porque como en todos los trabajos y tareas hay alzas y crisis, o sea, paro.

En uno de esos periodos de desempleo, los célebres y los influyentes pueden pasarlo mal como en cualquier otro oficio y necesitarán de ayuda. La solución está, por ejemplo, en que se den de alta en la Seguridad Social como autónomos.     

Necesitamos especialistas

Dejando a un lado los dos nuevos oficios o profesiones, lo que España necesita son trabajadores o especialistas en las nuevas técnicas relacionadas con el cambio climático, la inteligencia artificial, las nuevas energías, el reciclaje de las basuras y residuos, reutilización de los plásticos que se expanden por los mares y océanos… y recuperar algunos oficios que se han ido perdiendo porque no son bien remunerados. 

Entre las muchas demandas figuran algunas muy especiales y muy necesarias, como albañiles bien formados, ferrallistas, alicatadores…, que necesitan una preparación ya que no se trata de poner ladrillos uno encima de otro. Se requiere algo más. 

Lo mismo sucede con los camareros de barra y de los que sirven a los clientes sentados ante mesas, que hay que limpiar, colocar platos, cubiertos, copas, servilletas, escanciar vinos, servir los platos por un lado, retirarlos por el otro… y dejar las mesas impolutas para los próximos clientes. Y si saben un poco de inglés, alemán y otras lenguas, mejor que mejor.

Trabajos humildes

Un escalón más abajo hay otros trabajos más humildes, pero imprescindibles, como barrer, recoger basuras, llevarlas a los vertederos, personas encargadas de la limpieza de oficinas y casas particulares… y no tan humildes, como saber atender a personas mayores que no se pueden desenvolver sin la ayuda de alguien.

También parece que faltan futbolistas que marquen goles, ya que hay que traerlos del extranjero pues los nativos no aciertan casi nunca. Los que vienen de América y países africanos suplen la carencia. Y con los entrenadores, otro tanto de lo mismo. Los tres equipos españoles que más bullen tienen entrenadores venidos de fuera, como el Madrid (italiano) en Barcelona (alemán) y el Atlético de Madrid (argentino).

Baloncesto

Donde la escasez de españoles es preocupante está en otro deporte, el baloncesto. Nuestro país necesita jóvenes de dos metros de estatura por lo menos para poder competir con equipos de otros países. Los equipos españoles están plagados de gigantes blancos y negros que tienen todo nuestro respeto y aplaudimos.

Lo que no sabemos, de momento, es cómo engendrar niños de dos metros y algunos centímetros de propina. Lo malo es que como cada día nacen menos niños y más perros y gatos (como siga la protección de los jabalíes los tendremos como mascotas) el deporte español irá a menos; el porvenir está en los inmigrantes de los otros continentes, cinco de momento porque los plásticos van formando uno nuevo en un lugar del Pacífico.

Mientras los africanos y asiáticos con una savia nueva ya van dando pruebas de su poderío, los nativos europeos nos entretenemos en otras cosas.

Volviendo a los nuevos profesionales, de momento, no se sabe qué requisitos son necesarios para ejercer en los dos gremios. No hay un colegio profesional de influencers, no hay un registro oficial de ‘celebritis’, no existe un título que les acredite como tales… ni sabemos quiénes son considerados intrusos por no reunir los méritos para formar parte de la élite de esos ‘oficios’ cada día más solicitados para animar, gestionar, participar en debates, opinar, influir en la moda del vestir y peinar… y reírse, porque todos los ejercientes como ‘celebritis’ e ‘influencers’ lo hacen constantemente ya que forma parte de su ‘personalidad’.

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