Crónicas de la ciudad
El Llano de Doña Trinidad abandona el cutrerío
La famosa plaza perchelera, pues nunca ha estado en La Trinidad, ha mejorado como de la noche al día, gracias a las últimas obras, con la excepción de los bancos, la mayoría sin respaldo.

El Llano de Doña Trinidad, esta semana, liberado ya y sin el escuadrón de contenedores, desplazado a un lateral. / A.V.
La minoría de malagueños que recela de la Unión Europea sólo tiene que imaginarse cómo sería Málaga sin la catarata de dinero europeo recibida desde el ingreso de España en la UE.
Casi todo el Centro Histórico seguiría siendo un barrio en decadencia, con la mayoría de casas por rehabilitar y las pinturas murales barrocas por descubrir.
Tendríamos que olvidarnos de la peatonalización de muchas calles y plazas, de importantes equipamientos e infraestructuras y, por supuesto, de la última obra de Carretería, porque el Ayuntamiento no podría con tanto por hacer.
Una excelente prueba de lo bien que nos va arrimados a Bruselas -y más en estos tiempos de zozobra internacional- lo podemos comprobar estos días en el Llano de Doña Trinidad, un rincón histórico de El Perchel que, por el nombre histórico que hay detrás, el de Trinidad Grund, ha llevado a muchos malagueños a convertirlo en el ‘Llano de la Trinidad’, como si estuviera emplazado en el barrio vecino, calle Mármoles arriba.

La nueva fuente del Llano de Doña Trinidad, ya en construcción. / A.V.
Denominaciones confusas aparte, al Llano perchelero se le ha dado la vuelta como un calcetín, gracias a unas obras de la Gerencia de Urbanismo por 880.000 euros, de las que los fondos europeos han costeado el 80 por ciento y el resto, el Ayuntamiento de Málaga.
El ficus liberado
La plaza había sido protagonista de varias crónicas por su aspecto decrépito, simbolizado en ese precioso ficus que preside la parte norte del Llano, rodeado por un altivo parterre que evocaba los fuertes militares del XVIII, y que a su vez se encontraba, cual ejército enemigo, rodeado por un escuadrón de contenedores de basura.
Las obras han liberado el árbol, que ahora luce mucho más hermoso, mientras que a los contenedores de basura se les ha buscado un discreto hueco en un lateral.

Bancos en el Llano de Doña Trinidad, muy pocos con respaldo. / A.V.
Lástima que, algo parecido, no haya podido repetirse en la plaza del Teatro, donde tras las últimas obras de reforma, tan criticadas por los vecinos, los contenedores han vuelto a formar un parapeto infranqueable delante del árbol.
En el Llano se ha aprovechado, además, para renovar el parque infantil, sombreado por las velas de rigor, y en el extremo sur, donde reinaba una triste acera, ahora preside el escenario una preciosa fuente.
Los nuevos bancos, por contra, la mayoría sin respaldo, siguen la moda anterior: la que fomenta los dolores de espalda. Quién sabe si se busca adrede la incomodidad, para no fomentar que los usuarios se apalanquen. No hay otra explicación.
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