MEMORIAS DE MÁLAGA

Apodos y motes a punto de ser olvidados

Sin ‘copyright’ que los proteja, en Málaga se podía promover una urbanización cuyas calles y avenidas llevaran apodos y motes clásicos de Málaga como ‘Blancanieves’, ‘El Niño Atrevido’ o ‘El Cateto Impaciente’

‘El Desfile del Amor’, un edificio de González Edo de los años 30 con nombre de película de la época.

‘El Desfile del Amor’, un edificio de González Edo de los años 30 con nombre de película de la época. / Gregorio Marrero

Hace tres o cuatro años, disfrutando de unos días de asueto en el balneario de Alhama de Granada con Rafael Esteve Secall, su mujer Cristina y la mía, en una charla de sobremesa hablando de todo lo divino y humano salió a colación, sin saber por qué, la espontaneidad y fino humor del que hacen gala unos innominados malagueños para apodar o poner motes no solo a personas sino a edificios y lo que encarte.

En el curso del diálogo yo recordé algunos de ellos, varios recogidos por mí en las páginas de capítulos de Memorias de Málaga, que ahora aparecen los lunes en las páginas de este diario y antes los domingos. 

Tanta gracia le produjo a la pareja la colección de motes y apodos que me incitaron a que los recogiera en alguna publicación para que no se perdieran en el tiempo ya que muchos no están reflejados en ningún documento. 

Yo, por respeto a las personas que han sido objeto de una burla más o menos irónica y desagradable, rechacé la propuesta porque, aunque casi todas las personas moteadas han fallecido, su estela sigue viva a través de sus descendientes, hijos, nietos y otros familiares.

El caso es que al terminar los días de vacaciones en el citado balneario, un lugar paradisíaco con árboles bicentenarios de más de treinta metros de altura que nos permitieron cargar las pilas como si fuéramos robots, prometí a la pareja cumplir en parte el consejo o reclamación: les facilitaría una relación de los motes, apodos, alias, remoquetes y sobrehúsas, y lo de sobrehúsa tiene su aquel: sobrehúsa es un plato de la gastronomía malagueña (un guiso de pescado en salsa con cebolla, ajo, pimentón y otras especias) y en Andalucía, apodo, sobrenombre, mote.

Una calle de La Paz, el barrio de los compositores, el pasado otoño.

Una calle de La Paz, el barrio de los compositores, el pasado otoño. / L.O

Me puse ante el ordenador, y sin orden ni concierto fui pasando a la pantalla lo que recordaba, sin saber si la recopilación de esos sobrenombres que tanto gustaron a la pareja iba a dar poco o mucho de sí. Los autores de esos apodos son anónimos, ya que nadie que yo sepa los registró como suyos. No hay ‘copyright’, ni derechos reservados, ni plagios… aunque eso de los plagios se lleva mucho últimamente. Políticos de todos los colores han sido acusados de este pecado… ¿venial?

En un par de semanas di por finalizado el trabajo, y cumpliendo mi promesa, edité un librito con el título ‘Motes, apodos, alias. remoquetes, sobrenombres, sobrehúsas…’, con una particularidad: Ejemplar único dedicado y reservado a Rafael Esteve Secall. Tan único fue que tuve la mala suerte de pulsar sin querer una tecla equivocada y ¡adiós original! Lo de edición es una exageración porque se trata solo de cuantos folios numerados.

Queda claro, pues, que el único documento está en poder de Rafael Esteve, para que su lectura le evada de sus enjundiosos artículos sobre Economía (es doctor en Económicas), Turismo (debe tener un máster sobre esta ciencia), Semana Santa (un trabajo único sobre el trono del Cristo de Expiración), Urbanismo, el Puerto de Málaga y su posible estrambótica Torre… y para rizar el rizo, un libro dedicado a Santa Teresa que ha interesado incluso a estudiosos británicos por los antecedentes judíos de la doctora de la Iglesia.    

Los barrios y barriadas de Málaga

En Málaga, como en cualquier otra ciudad del mundo, las calles, plazas, pasajes, vías, avenidas, callejones, rotondas… tienen nombre.

Es imprescindible dar nombre a cada lugar para que los ciudadanos puedan desenvolverse en su entorno; bueno, en Nueva York no se calentaron la chorla buscando nombres a cada espacio. Solventaron el problema con los números: Quinta Avenida, Séptima Avenida…El callejero malagueño es una caja de sorpresas porque en diferentes barrios una sola referencia da pie a nominar todas las calles y plazas del sector. 

El origen está en las antiguas calles gremiales. En el callejero de Málaga se conservan algunas como Ollerías (los antiguos artesanos que fabricaban ollas), Especerías (tiendas dedicadas a la venta de especias), Calderería, Panaderos, Ferretería, Carretería, Carros (parada o estacionamiento de carros), Cilla…

Este criterio derivó hacia una novedad: que todas las calles de una misma barriada fueran rotuladas partiendo de una actividad concreta. En el caso de Mangas Verdes, el patrón elegido fue el vino, y, dentro del vino, los de origen o denominación Málaga. 

Así pues, las calles fueron rotuladas con los más característicos: Moscatel, Lágrima, Pedro Ximén, Málaga Oloroso, Dulce Oscuro... Si uno recorre a pie o en vehículo la barriada acaba ebrio.

Pero si uno se desplaza a Carranque, en lugar de apistelarse, sale santificado porque las calles tienen nombre de advocaciones de la Virgen María, como del Rocío, Esperanza, Nieves, Rosario, Aurora, Amparo… Si mal no recuerdo, el cardenal Herrera Oria, obispo de Málaga, fue el que lo sugirió. Fue uno de los promotores de la barriada.

Si giramos una visita a la barriada de La Paz, la música celestial nos envolverá con Mozart, Beethoven, Schubert, Haendel, Chopin, Brahms… La elección de músicos se utilizó también para una calle del Centro de Transportes de Mercancías de Málaga - Franz Liszt -; en la barriada de San Julián - Rimsky-Kórsakov -…

Y hablando de música, los instrumentos musicales dan nombre a muchas calles: Trombón, Contrabajo, Tambor, Bombardino… 

Apodos

En el opúsculo dedicado a Rafael Esteve, y con el fin de perpetuar los apodos y motes a edificios, entidades, personas… de anónimos autores y por lo tanto sin el copyright que los proteja legalmente, le sugería la estrambótica idea de promover una barriada o urbanización de Málaga con calles, plazuelas, rincones… con nombres de los apodos, motes, remoquetes, alias… más conocidos. La idea es, como apunto, estrambótica, imposible de llevar a cabo. 

Como la imaginación es gratis, en mis pocos ratos de ocio - siempre estoy escribiendo porque es mi ‘violín de Ingres’ - dibujé en la mente esa urbanización. Antes de continuar, una aclaración: toda la vida, hasta que el ‘inglés’ dijo aquí estoy, los hombres que se jubilaban y dedicaban sus horas de ocio a algo ajeno a su profesión u oficio, se decía que era su ‘violín de Ingres’; ahora es más feo: ‘hobby’.

Y soñé con la barriada o urbanización Los Apodos, con la avenida principal El Desfile del Amor, terminada en la plaza La Gallina Papanata, con cuatro calles rotuladas como Marqués de la Polilla, Marqués de la Viruta, Pan y Queso y Robón de los Bosques. Al final de la primera, donde estaría la entidad bancaria Siero y no Puedo, dos villas de lujo: Villa Pipí y Villa Calcetines.

La segunda calle, El Cateto Impaciente, con otra entidad bancaria a la izquierda, la Caja Vivar de Rodrigo Rural, con dos ramales peatonales, El Duende de los Ojos Grises y Si lo sé no vengo, y al final un lujoso edificio de siete plantas: La Pantera Rosa, y más allá, donde se plantarán cipreses La Casa de los Fantasmas.  

Pepe de la Isla da nombre a la tercera calle con dos ramales, el Niño de la Alegría y El Tiriri, que termina en un erial al que provisionalmente se le conoce por el Verraco de Vélez. La cuarta calle, El Limpio, conduce directamente a la playa artificial conocida por el Lavachochos.

Otros rincones y pasajes llevan los nombres de Quincayú, Padre Potaje, Pepe Cuentos, El Paternón y Flota Republicana.  Como la iniciativa, sorprendentemente, ha tenido muy buena acogida entre los adinerados noruegos, islandeses, suecos y rusos huidos del paraíso soviético que están ahítos de frío, la promotora del proyecto de capital desconocido, contempla su expansión, y como los demandantes son de los que pagan a tocateja sin ver los planos, ya están allanando los terrenos circundantes para nuevas edificaciones que respondan a sus aires de grandeza. 

Nada de edificio Azul, Horizonte, Panorama… Se echa una vista a Málaga y se eligen nombres de gran solera como Palacio de la Tinta, Edificio Negro, Palacio del Colesterol, Mufeo … Se plagiarán las fachadas y se reducirán los tamaños. 

Las nuevas calles seguirán la línea marcada por la urbanización: El Niño Atrevido (un cirujano malagueño que descolló al intervenir en casos límite), Sor Ladrillo (una monja que puso en marcha una cooperativa de viviendas para gente humilde), Blancanieves (un árbitro de fútbol que tenía la piel muy blanca), Mi Caballo Murió (un ¿inglés? que diariamente se desplazaba a caballo de Churriana a Málaga, y que un día dejó al jamelgo y se desplazaba a pie a Málaga porque el animal murió), La Medallona, La Bicha Canela (tenía piel color canela), El Percha (popular vendedor callejero de perchas fabricadas por él mismo), el Mascarón de Proa (una mujer nada agraciada)… y suma y sigue.

Para que los acaudalados nuevos propietarios se sientan a gusto, en la calle Traganúo se instalará una cervecería (medio litro cada caña), una licorería en la calle Engañalosas (güisqui, vodka, ginebra...), una tabernilla en la calle la Repompa con vinos Málaga). En lugar preferente de la plaza la Gallina Papanata, junto a puesto de periódicos de todos los países representados en la urbanización, una churrería con cafés largos, semilargos, mitad, corto, «no me veas» y chocolate para algunos casos, con un maestro churrero de blanco con gorro del mismo color, que con maestría irá sacando de la sartén churros en círculos concéntricos que los residentes han aprendido a mojar a fondo. No veré esa urbanización porque es utópica…ni podré degustar churros a gogó porque mi nefróloga me prohíbe la sal.  

Tracking Pixel Contents