Inundaciones
La Rosaleda: ¿un antes y un después para el Guadalmedina?
El académico de Ciencias Manuel Olmedo cree imprescindible que las obras de la nueva Rosaleda prevean el paso de uno de los dos aliviaderos tipo ‘morning glory’ del embalse del Limonero, que desaguarían bajo el cauce. A su juicio, esta solución y revestir la presa eliminarían el riesgo real de desbordamiento.

Recreación de La Rosaleda tras la ampliación. / La Opinión

En 2029 debería estar lista la remodelación del estadio de La Rosaleda, para el Mundial de fútbol del año siguiente. ¿Se construirá sin más o se tendrán en cuenta futuras actuaciones de corrección hidrológica en el vecino cauce del Guadalmedina?
Para el ingeniero técnico industrial y académico de Ciencias Manuel Olmedo, uno de los principales estudiosos sobre los riesgos que presenta el río, la opción más sensata sería la segunda.
Seguridad
«Por seguridad, se va a crear una calle en la fachada de La Rosaleda que da al río. Lo suyo es que haya una plataforma de hormigón sobre el Guadalmedina, apoyada en pilares y a su vez unos pilotes. Lo que me permito sugerir es que se piense en dejar espacio, para que las obras no dificulten la ejecución en su día del conducto que ha de evacuar el caudal procedente de uno de los aliviaderos», destaca.
El experto, que habló ayer en la Sociedad Económica de Amigos del País de los riesgos del Guadalmedina, un acto de la Academia Malagueña de Ciencias, hace referencia a una solución técnica que tienen embalses de todo el mundo: aliviaderos de tipo ‘morning glory’, a modo de grandes desaguaderos circulares en el propio embalse, que ayudan a desembalsar de forma rápida, en caso de lluvias torrenciales.
Para Manuel Olmedo, dos aliviaderos de este tipo a derecha e izquierda, dentro del embalse del Limonero, con un conducto que desaguara bajo el cauce del río en el mar, sería la solución más eficaz y barata para desterrar el peligro que, a su juicio, sigue suponiendo el emplazamiento de este embalse en la cabecera de la ciudad.
«El problema del Limonero es que es una presa de escollera para soportar los terremotos, no de hormigón, con lo cual el riesgo, por remoto que sea, es altísimo, cuando una crecida fuerte puede rebasar la coronación, y eso es lo que acabó con la presa de Tous».
Con respeto a ese peligro reitera: «El riesgo existe, yo diría que es remoto, pero no sabemos si va a ocurrir este año o dentro de 500».

Recreación de La Rosaleda tras la ampliación. / l.o.
‘Impermeable’ para la presa
Por este motivo, y como complemento a los aliviaderos, el ingeniero técnico industrial propone que a la presa del Limonero se le colocara, «como un impermeable, una malla metálica recubierta a su vez de hormigón», con el fin de evitar que el caudal subiera hasta la coronación de la presa y provocara la destrucción de esta construcción de escollera.
Manuel Olmedo sigue sosteniendo, como ya lo hizo en una entrevista en La Opinión en 2023, que el Guadalmedina tiene capacidad para soportar 600 m³ de agua por su cauce, pero con la suma de los arroyos que vierten en él podría alcanzar los 850 m³; por eso considera que urge actuar ya que Málaga «necesita un cien por cien de seguridad».
El horizonte del cambio climático y las trágicas inundaciones en Valencia cree que deben mover a la Junta de Andalucía a tomar medidas para prevenir posibles desgracias futuras, como el estudio y puesta en práctica de estas dos propuestas; pero también, continuar «con la corrección agrohidrológica de las vertientes, sobre todo en la margen izquierda, que es donde más llueve».
El colector de Carretería
Este funcionario municipal jubilado fue el coordinador, en 1989, del dispositivo de seguridad ante las fuertes inundaciones que sufrió Málaga ese otoño, y durante algunos años, también responsable del alcantarillado de la capital.
Por este motivo, también alerta de que es preciso tomar medidas en este último frente, y recuerda que, en las lluvias del pasado noviembre, a consecuencia de la famosa Dana, «reventó el colector de Carretería a la altura de la calle Andrés Pérez, algo que demuestra absolutamente la necesidad de actuar».
Campanillas y Casasola
El académico de Ciencias también se refirió a la situación de la presa de Casasola tras las intensas lluvias de marzo, que no pudo abrir los desagües del fondo, atascados por la acumulación de acarreo en el vaso del embalse, así como de las nuevas inundaciones en Campanillas.
Para Manuel Olmedo, la situación del embalse de Casasola, en el que el nivel del agua rebasó su coronación, es una noticia «alarmante» y comentó que «todo apunta, salvo la opinión de los expertos, que el mantenimiento no ha sido el adecuado». En este sentido, no cree que el atoro se deba en exclusiva a las últimas lluvias, por eso señala la posible falta de mantenimiento.
Con respecto a las inundaciones de Campanillas, considera que se trata de «un problema muy serio», que no empezará a aliviarse hasta que no se eche abajo el puente de la Azucarera, y se construya «de nuevo, con unas pilas que sean mucho más estrechas».
De esta forma, subraya, el puente dejaría de ser un atolladero, porque «por el cauce del Guadalhorce pueden discurrir unos 4.000 m³ por segundo, pero al llegar al puente sólo pueden pasar 700 m³».
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