Crónicas de la ciudad

El ruido se atempera en Málaga escuchando a los vecinos

Hay que felicitar al Ayuntamiento por escuchar a los vecinos del Centro, que hace tres años ya reclamaban la sustitución del parque infantil de la plaza de las Cofradías por otro menos elefantiásico.

La plaza de las Cofradías, ayer, a la espera del nuevo parque infantil.

La plaza de las Cofradías, ayer, a la espera del nuevo parque infantil. / A.V.

Alfonso Vázquez

Alfonso Vázquez

En 2018 se inauguró, en la plaza de las Cofradías, un parque infantil más propio de Eurodisney que de un rincón tan pequeño del Centro. Unos 90.000 euros nos costó el invento, suelo aparte, y como recordaban los vecinos, el éxito de este ingenio fue fulgurante, sobre todo por su estratosférica chorraera. Un parque infantil de relumbrón.

Seguro que, si hubo infografías al respecto, aparecían niños, alguien montando en bicicleta -eso casi nunca falta- y parejas jóvenes más relajadas que en un retiro budista. La infografía, sin embargo, estaría incompleta si no incluía a un vecino de la plaza emulando ‘El grito’ de Munch, con las orejas bien tapadas.

Ese era el problema, el ruido que producía tan magno depósito de sueños infantiles. Lo expresó la Asociación de Vecinos Centro Antiguo en un reportaje en este periódico hace tres años.

Como recordaba María José, que vivía en un bajo de la plaza, a partir de las 8.30 de la tarde, en verano, se podían juntar unos 40 niños, y tanto el tobogán como otros elementos regalaban un recio concierto de instrumentos de metal.

El problema se agudizaba con el relevo, pues luego eran los más talluditos -los que ya no tenían edad para usar un parque infantil- quienes prolongaban el concierto «hasta las 2, 3, 4 de la mañana», detallaba Rocío, otra vecina.

Como recordaba entonces Carlos Carrera, presidente de la asociación de vecinos, que conoce bien el asunto, «el ruido es algo que puede hacer la vida imposible a muchísima gente».

Otra vista de la plaza de las Cofradías, ayer.

Otra vista de la plaza de las Cofradías, ayer. / A.V.

La sustitución

Por este motivo, el colectivo vecinal pidió al Ayuntamiento algo de lo más razonable: no reclamó que el parque sufriera el destierro sin más, y aquí paz y después gloria. Pidió que se sustituyera por otro más pequeño; a tono con la placita.

Tres años después, eso es lo que, felizmente, va a hacer el Ayuntamiento, que ha trasladado esta zona de juegos tan elefantiásica a un lugar más acorde, el Parque de San Miguel.

Ahora, queda esperar la llegada, a la placita de las Cofradías, de un parque infantil más alejado de una superproducción de Hollywood y más próximo al cine de autor.

Hay que felicitar al Consistorio por aplicar el sentido común, algo que muchas veces se alcanza con algo tan sencillo como escuchar a los vecinos.

Ojalá llegue a una conclusión parecida con los juegos musicales de la plaza de San Pedro Alcántara, otra batahola de ruidos que pudo haberse evitado atendiendo a quienes viven en ella.

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