Memorias de Málaga
Las ruedas de prensa sin preguntas
Como periodista que lleva en la profesión 76 años, y que la ejerce desde su jubilación por pura afición, nunca pasé la vergüenza de ser advertido de que la ‘rueda de prensa’ a la que había sido invitado era sin preguntas.

Guillermo Jiménez Smerdou con Ricardo Muñoz Suay (izq.), José María Rodero y José María Forqué, en Málaga en 1962. / L.O.
A lo largo de mi carrera profesional tuve el gran honor de entrevistar y charlar con personalidades de múltiples profesiones, desde dos Premios Nobel (Severo Ochoa y Vicente Aleixandre), dos directores de la RAE (Manuel Alvar y Dámaso Alonso), dos ministros de dos Gobiernos de España (Antonio Valdés y Abel Caballero), varios presidentes de Comunidades Autónomas (Francisco Fernández-Viagas, Rafael Escuredo, Jordi Pujol), líderes de partidos políticos de todas las tendencias (Blas Piñar, José María de Areilza, Manuel Cantarero del Castillo, Antonio Romero), alcaldes de Málaga (cuatro o cinco), presidentes de la Diputación (tres o cuatro), pintores malagueños (Francisco Hernández, Evaristo Guerra, Eugenio Chicano…), poetas (Jorge Guillén, Manuel Altolaguirre…), escritores, periodistas, banqueros y bancarios, músicos, empresarios (Rufino Valiente, Luis Castellanos…), obispos (como Antonio Dorado y Ángel Suquía, que fue cardenal), arquitectos (entre ellos varios argentinos que dieron conferencias en el Colegio de Arquitectos de Málaga), directores de cine español (José Luis Sáenz Heredia, Rafael Gil, Arturo Ruiz Castillo, etc.) y del cine extranjero (por ejemplo Mike Todd), actores y actrices del cine español y extranjeros (Antonio Vilar, Cornel Wilde, Akim Tamirof, Omar Sharif, José Bódalo, María Fernanda Ladrón de Guevara, Lili Murati …), rectores de la Universidad de Málaga (Antonio Gallego Morell y José María Martín Delgado), catedráticos, decanos, reputados escritores y pensadores como Julio Caro Baroja, María Zambrano, Gerald Brenan, músicos, políticos de todo el arco parlamentario (desde la ultraderecha a la ultraizquierda, incluidos algunos tan extremistas como del Movimiento Comunista Revolucionario), investigadores, inventores, cantantes de ópera, zarzuela, flamenco, melodías modernas, presentadores, animadores, humoristas, ganadores de concursos… y de oficios y trabajos de menor rango, pero con el mismo respeto que los mencionados.
Por razones de espacio he obviado muchos nombres, pero de todos conservo gratos recuerdos que de vez en cuando evoco en momentos de reflexión.
A veces me he reencontrado en los lugares más inesperados con algunos de ellos y me han recordado que fui el primer periodista que les entrevistó. Uno, catedrático de nuestra Universidad, en una peluquería le dijo al maestro que le atendía que el que estaba en el sillón de al lado le hizo la primera entrevista de su vida. Siempre observé el mismo nivel y trato, fuera el director de la RAE o el albañil ganador de un premio en su actividad profesional, el primer clasificado en el concurso de mecanografía, la elegida ‘reina’ o miss de una fiesta, entidad privada o de un barrio de la capital, y una interminable relación de empresarios, directores, cocineros… de la Costa del Sol.
Por mi cuenta y riesgo, al aprobarse en 1966 el Plan General de la Costa del Sol, tomé la determinación de desplazarme a los 14 municipios incluidos en el acuerdo; bueno, rectifico, uno menos, porque para entrevistar al alcalde de Málaga no tenía que ponerme al volante del coche.
Me desplacé municipio por municipio para dialogar con los responsables políticos afectados. Hace casi 60 años ir a Ronda o Benahavís no era un desplazamiento; era un viaje, o casi.
Recogí las impresiones de todas las localidades; en algunos casos fue fácil localizarles y hacer mi trabajo; pero en otros casos no, ya que dos o tres alcaldes no tenían ni la menor idea de lo que significaba figurar en un Plan del que no tenían ni el menor conocimiento. Por respeto no cito un caso excepcional. Un alcalde, ante el micrófono, fue incapaz de dar respuestas a mis preguntas. De acuerdo, resolvimos la situación, como en muchas películas: las palabras grabadas no eran del alcalde sino del secretario del Ayuntamiento, quien transmitió lo que el interesado, nervioso porque era la primera vez que se ponía ante un micrófono, no conseguía expresar.
Mi trabajo, todo hay que decirlo, me fue muy rentable porque el Ayuntamiento de Málaga me concedió el Premio Málaga-Costa Sol (Radio) en la edición de 1970, dotado con 40.000 pesetas.

El ministro de Asuntos Exteriores José María de Areilza (dcha.), con Díaz-Cañabate. / EFE
2025
Ahora, en el ocaso de mi existencia, en lugar de entrevistar, compañeros de la Radio, Prensa y Televisión me entrevistan algunas veces por algo relacionado con estos oficios, a los que agradezco su invitación. Incluso alumnos de la Facultad de Ciencias de la Comunicación de Málaga se han puesto en contacto conmigo para que les hable de hechos o sucesos acaecidos durante el franquismo.
Por razones de edad he vivido en dos épocas muy marcadas de la vida española; he ejercido la profesión en esas dos etapas o dos regímenes. Las limitaciones en uno y otro periodo político de España me han enseñado a ser cauto, y me atrevo a dar un ejemplo de tolerancia de un régimen y de extrañas decisiones de otro.
Puedo afirmar que nunca, y subrayo el adverbio, me vi en una situación tan estrambótica o excéntrica como la que viven muchos compañeros de profesión.
Rueda de prensa sin preguntas
Me refiero concretamente a la insólita costumbre de políticos y politicastros de convocar una ‘rueda de prensa’ ¡sin preguntas!. Como periodista que lleva en la profesión 76 años y que la ejerce por pura afición desde su jubilación, nunca pasé la vergüenza de ser advertido de que la ‘rueda de prensa’ a la que había sido invitado era sin preguntas.
Si un periodista acude a una ‘rueda de prensa’ en la que no puede preguntar ¿a qué acude? Repito que nunca me vi en una situación semejante. Y si se hubiera producido el caso, habría cogido el petate y abandonado el recinto. Y si el edecán del convocante de la ‘rueda’ me sorprendiera en el momento de abandonar la reunión y me preguntara por qué me iba, la respuesta hubiera sido algo así como «Qué pinta un periodista en una rueda de prensa sin preguntas. Lo que tenga que decir ese señor o señora, improvisando o leyendo lo que quiere comunicar, que lo mande con ‘un propio’ - una expresión en desuso - al periódico para que el director o redactor jefe decida su destino. Yo no soy un mandadero».
"Lo que tenga que decir ese señor o señora, que lo mande con ‘un propio’ al periódico"
No sé si hubiera reaccionado así; lo que sí presumo es que, de haberlo hecho, Radio Nacional de España, en la que yo ejercía mi profesión, me habría impuesto una sanción o de patitas en la calle.
Una ‘rueda de prensa’ sin preguntas es un desprecio a los medios de información. La obligación de los periodistas es preguntar para informar; si la información se da por escrito ¿para qué necesita sentarse en una silla o butaca y convertirse en oyente?. Un reportero gráfico y un cámara de televisión sí son necesarios en esos casos.
Bien es verdad que en entrevistas realizadas entre los decenios 50 y 70 del siglo pesado viví momentos, que se siguen dando ahora también.
Un caso, que se repite con frecuencia, es cuando a la pregunta formulada al entrevistado, sobre todo si es político, el protagonista sale por ‘los cerros de Úbeda’, o sea, que no contesta a la pregunta y le da la vuelta y responde con algo que no tiene nada que ver con el tema, y reiterarla no ha lugar porque el personaje da entrada a otro periodista.
Los habituados a enfrentarse con los periodistas en entrevistas o ruedas de prensa recurren casi con un piropo a la molesta o incontestable en el momento: «Interesante pregunta. Estamos en ello». Y se queda tan pancho.
Como tengo muchos recuerdos y anécdotas de estas entrevistas, para poner punto final al capítulo de hoy, relataré un caso de premio. La rueda de prensa fue con un profesional del mundo de la agricultura.
El objeto de la reunión fueron varios aspectos relacionados con el campo, la ganadería, los riegos… Algunos problemas del momento, las ayudas prometidas, bajos precios, importaciones y exportaciones…
El convocante fue contestando, unas veces con respuestas claras, otras menos, y a la enésima pregunta indiscreta o molesta porque no tenía la respuesta adecuada, respondió, en Málaga, con toda naturalidad: «El prays del olivo detectado en la provincia de Toledo está controlado». Y como decía la fallecida cantante, María Jiménez, «se acabó».
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