Crónicas de la ciudad
Ponga una radio con pilas en su vida en Málaga
Ayer, por unas horas, los malagueños nos volvimos analógicos y mientras el teléfono móvil se convertía en un objeto inerte, la solución para nuestros males era el transistor de toda la vida

La radio a pilas, fue la estrella ayer en Málaga. / A.V.
Diógenes Laercio, en su 'Vida y opiniones de los filósofos ilustres', nos retrata a cientos de ellos como seres pensantes y andantes, que caminaban a la par que cavilaban, para así tratar de descifrar el mundo. En líneas generales era gente sencilla y frugal, poco amante del boato y el exceso, aun sin llegar a los extremos de Diógenes, el filósofo del tonel; más borde que Luis Aragonés en una rueda de prensa.
Lo vivido ayer en Málaga y en el resto de la Península Ibérica fue como pasar una tarde en la Academia de Platón o el Liceo de Aristóteles: simbólica dieta de higos secos y aceitunas para redescubrir, a través de la frugalidad, el mundo que nos rodea.
Privados de electricidad y con el teléfono móvil convertido en un organismo inerte, no quedó más remedio que hablar con el prójimo, levantar la cabeza del teléfono, patear la calle y olvidar, por unas horas, que la jornada está incompleta sin la ración de vídeos de Youtube o TikTok ni las intrascendencias de los 'influencers'.
Por unas horas, volvimos a lo analógico; por eso en el Bazar Gurmukhs, a pocos metros de la Basílica de la Esperanza, un 'indio' con 45 años de veteranía, triunfó como Los Chichos la remesa de radios a pilas; un objeto que muchos relegaban a la figura del abuelo futbolero, los domingos por la tarde, y que en el día de ayer se volvió tan imprescindible como el paraguas en Galicia.
"Mi padre tiene una radio a pilas y hoy me he dicho: la quiero", contaba Noa, una cliente que guardaba cola y que además se hizo con una linterna.
Como ella, todos los de la cola iban detrás de la radio analógica; y sólo faltaba que, al encenderla, se escucharan las voces de Luis del Olmo, Alejo García o María Teresa Campos para obrar el milagro de los viajes en el tiempo.

Pedidos a mano ayer, en la tienda de empanadillas de calle Especería, por el apagón. / A.V.
Las empanadillas del tiempo
En calle Especería, en Malvón, una tienda de empanadillas argentinas, hubo colas en la calle, en este caso para comprarlas 'del tiempo', sin horno que valiera, después de pagar con 'moneda fraccionaria', como en tantas tiendas de la ciudad, mientras las dependientas apuntaban las compras con un bolígrafo de toda la vida.
¿Se repetirá este accidente de flujos bamboleantes y el regreso al pasado?, ¿el iphone dejará paso a los walkie-talkies, mucho más de fiar? Vivimos tiempos extraños. En pocas ocasiones como esta, en la Historia de la Humanidad, tantos perturbados y majarones han ocupado tantas jefaturas del Estado. Con ellos al mando todo será posible.
Por eso, quién nos iba a decir que lo más fiable en un momento de 'zozobra ibérica' sería, de nuevo, el periódico de papel, el boli BIC o los 'partes' en la radio a pilas.
Para el próximo apagón, quizás sea el momento de seguir ahondando en las ventajas insospechadas de lo analógico. Más Onda Pesquera, más filosofía en libros de papel y menos dieta de 'influencers'.
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