Crónicas de la ciudad
El ascensor a la Alcazaba y el funicular de las elecciones
Con el ascensor a la Alcazaba a punto de reabrir en unos días, sigue siendo una asignatura pendiente la trabajosa conexión con Gibralfaro, que podría solventarse con el funicular subterráneo prometido por el PP en 2011

El ascensor de la Alcazaba esta semana, con su ya clásico cartel de cierre temporal. Está previsto que reabra a primeros de este mes, informa el Ayuntamiento. / A.V.
Decía el chiste que un gran temor era que la longeva serie de televisión ‘Cuéntame’ alcanzara nuestro presente, con lo que podría producirse un estallido cuántico de insospechadas consecuencias.
En una línea parecida, tanto falla el ascensor a la Alcazaba, son tantos los días con el cartelito de cerrado ‘temporalmente’, que muchos temen que se aproxime el día en que lleve más tiempo cerrado que abierto y, un buen día, se lo trague la tierra.
No hay que desesperar: como informó este periódico, en las partidas municipales para este año se incluyen 168.000 euros para reformar el elevador. Esperemos que las obras se acuerden también de su porche con humedades, como puede verse en la foto.

Detalle de las humedades, en la entrada al ascensor a la Alcazaba, esta semana. / A.V.
Fuentes municipales confirmaban ayer que, en los próximos días, a primeros de este mes, por fin reabrirá. Lo cierto es que ya vino al mundo con mal pie, pues aunque entró en funcionamiento en 2001, tuvo que cerrar al mes por algo muy de moda estos días: «fallos en el sistema eléctrico», informaba hace 24 años La Opinión.
¿Se arregla así el problema de la accesibilidad en un conjunto monumental en lo alto de un monte? Sólo en parte, únicamente salva algo de altura en la Alcazaba.
Pero, ¿qué hacemos con el Castillo de Gibralfaro? Desde hace lustros, decenas de miles de turistas comprueban, año tras año, la tenacidad de nuestro insensible Ayuntamiento, para mantener el camino peatonal al castillo en un perpetuo estado de cochambre, con especial saña en el mirador de Gibralfaro, que quizás no se limpia a fondo desde que Paco de la Torre ocupó su primer cargo público, allá por la niñez de Jordi Hurtado.
La promesa electoral de 2011
Para las municipales de 2011, el Partido Popular ofreció en su programa electoral la «creación de un funicular que comunique el Centro Histórico con el Monte de Gibralfaro».
El programa detallaba que sería una «conexión subterránea» para unir Mundo Nuevo y Gibralfaro «en 2 o 3 minutos», lo que supondría «un gran aliciente para los malagueños y turistas».
Un funicular subterráneo al castillo -que no teleférico, cuyo impacto visual sería espantoso- ya lo planteaba en 1949 ese genio del Urbanismo que fue el arquitecto José González Edo, en su caso desde el Hotel Miramar.
Esta solución, presente en muchos rincones de Europa, fue flor electoral de un día. Al funicular se lo tragó la tierra, cuando sería una manera cómoda y rápida de visitar el BIC. De paso, evitaría a muchos visitantes el espectáculo diario de la dejadez municipal, paseo de don Juan Temboury arriba. Todo son ventajas.
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