Transportes

Caos en Atocha: Así vivieron los pasajeros de Málaga el corte de los trenes

El robo de un cable en la provincia de Toledo de la línea ferroviaria dejó a miles de viajeros atrapados en los trenes y a otros, a la espera en las estaciones de tren de Madrid y Málaga

Caos en Atocha: miles de viajeros sin tren tras el robo de cable

Lucía Feijoo Viera

Rafael del Pozo

Suena un megáfono: “Los pasajeros con destino Málaga-María Zambrano del tren de las 06.11 horas pueden ir pasando”. Es el aviso que esperaban recibir los pasajeros antes de iniciar el viaje a la hora prevista. La realidad es otra. Pasan unos minutos de las 8 de la mañana, los trabajadores de Adif intentan calmar a toda la gente con destino al sur que no puede coger sus trenes tras pasar horas y horas esperando en la estación. A las 5:30 horas llegaban a Atocha los primeros pasajeros con billetes para la línea Madrid-Sevilla, sus destinos son Málaga-María Zambrano y Antequera-Santa Ana. La cara del encargado de revisar los billetes antes de pasar al control de equipajes es un poema: "¡Hostias!", exclama: “No van a poder pasar”. Acaba de comenzar su turno y se ha encontrado con la situación, robo de cables que inhabilita la línea Madrid-Sevilla y cientos de personas que amanecen en la estación tras hacer noche al no poder coger sus trenes anoche. No les ha quedado otra.

Laga espera en Atocha

Hasta las 9 de la mañana, como mínimo, no estará reparado”, es la única información que pueden dar. Comienzan a llegar a los móviles mensajes que recomiendan no llegar a la estación hasta las 8. Para muchos ya es tarde. Se abre la búsqueda de un lugar en el que pasar el rato, sin saber si será largo o corto, en una Atocha donde el sereno de la madrugada todavía se deja notar. Las reacciones son de todo tipo, desde los que se frustran: “No me jodas”, hasta los que se lo toman con humor: “Podría ser peor, imagina que hay un apagón”

A las 6.36 horas los reporteros hacen acto de presencia. Los cámaras empiezan a montar su equipo en medio del revuelo. A priori no hay problema. Se graban totales y recursos para los informativos matinales de las televisiones, que ya están en marcha y tienen en Atocha un punto informativo de referencia. A un minuto de que una periodista entre en directo, llegan los trabajadores de seguridad: “¿Tenéis autorización?, preguntan con tono serio. El que da la orden es un tipo robusto que porta una acreditación de Adif y que se da un aire a Bud Spencer, aunque con bastante menos gracia. Le explica a la chica que si quiere grabar se tiene que ir a la zona de llegadas y eso que informar es un servicio igual importante que el que dan ellos.

Pasan las horas y la zona de salidas comienza a abarrotarse. A los que han tenido que hacer noche en la estación, se suman nuevos viajeros que no son conocedores de la situación hasta que llegan a las puertas de control: “¿Ninguno de estos trenes está saliendo?”, pregunta un padre que llega con sus dos hijos. El anuncio del AVE que está a punto de salir con destino a Barcelona le da la respuesta de los que sí están operativos. Los extranjeros, que también llegan para coger el tren, no entienden muy bien lo que está pasando: “¿Do you speak english?”, preguntan en busca de alguien que les ayude a entender la situación.

Una trabajadora con un megáfono en la estación de Atocha

Una trabajadora con un megáfono en la estación de Atocha / Fernando Sánchez (EP)

Cuando el megáfono entra en acción para anunciar que los destinatarios del que iba a ser el primer tren de la mañana pueden ir pasando, se abren las puertas del manicomio. “Vamos a intentar hacer una fila en condiciones”, claman los trabajadores sobrepasados por la cantidad de gente que se aproxima al control de equipajes. Lo hacen incluso personas a las que no les toca: “Caballero, solo los del tren de las 06.11 horas”, le recuerdan a un señor que se ha dejado llevar por las ganas de salir de allí. El único objetivo es airear la zona un poco, los pasajeros con destino a Málaga ya están dentro, pero el tren aún no está disponible.

Tienen que pasar 10 minutos para que se produzca un nuevo aviso. Los que no pudieron salir anoche ni esta mañana, deben dirigirse a la vía 13. Allí se les reubicará. Una azafata empieza a repartir tickets con el número de asiento y el coche que corresponde a cada pasajero. El S-102 será el encargado de sacarlos del lugar en el que han pasado horas y horas, sin saber muy bien lo que hacer, ni cuándo iban a salir de allí. El final está más cerca, o eso parece. El tren se mueve. Falsa alarma. Son maniobras para unir más coches. Hay que acoplar a los pasajeros de dos turnos y con las dimensiones habituales de un tren no es suficiente.

La gente está dentro, pero los problemas también. Aún no se conoce la hora de salida. El caos sigue siendo el elemento que marca la jornada. Cuando algunas personas echan mano a sentarse, su sitio ya está ocupado. Los números están repetidos. Comienza un correcalles que no solo saca de quicio a los viajeros, sino también a los trabajadores de Renfe. El revisor manda a los pasajeros que están de pie a los coches que se acaban de enganchar atrás, donde hay más asientos libres. Libres hasta que empieza a llegar gente y el problema vuelve a ser el mismo.

Decenas de personas en las inmediaciones de la estación de Atocha

Decenas de personas en las inmediaciones de la estación de Atocha / Fernando Sánchez (EP)

Los empleados de Renfe calman las aguas, resuelven los problemas y todo el mundo encuentra acomodo en el tren. El último pasajero que quedaba en pie, que se quedó bloqueado tras encontrar su asiento ocupado, encuentra plaza tras el ofrecimiento de un señor que vestía con un elegante traje azul azabache y portaba un periódico en la mano, más propio de otra época que de esta, en la que las pantallas ocupan casi toda la atención de los trayectos sin importar el fin de su uso.

Pantallas de las salidas de trenes en la estación de Atoch

Pantallas de las salidas de trenes en la estación de Atoch / Fernando Sánchez (EP)

9.42 horas, el tren está a punto de salir con 3 horas y 41 minutos de retraso. Al principio, la velocidad es irrisoria. Más propia de una tartana que de un tren de alta velocidad. La gran cantidad de coches que se han tenido que juntar provoca que se tarde más de lo normal en alcanzar el ritmo de un AVE. Unos kilómetros después, todo queda en anécdota. A las 10.44 horasel tren ya está en Puertollano. La calma aparece por primera vez tras muchas horas de incertidumbre. Una voz de estupefacción provoca algún que otro sobresalto: “Se ha muerto José Ángel de la Casa”. En la mayoría de vagones, la adrenalina pasa factura y los párpados se cierran para permitir al cuerpo descansar tras una intensa jornada en la estación madrileña.

Policías observan a un grupo de viajeros afectados en Atocha.

Policías observan a un grupo de viajeros afectados en Atocha. / Rodrigo Jiménez (EFE)

La cafetería, que en un primer momento no iba a abrir, es de los pocos puntos donde la vorágine sigue reinando. Tras una reapertura silenciosa, basta con unos segundos para que los pasajeros se percaten de que el servicio funciona. Once personas rodean la barra para una sola camarera. Primer pedido, un mollete con jamón y tomate y un café con leche, y primer problema: “No se puede con tarjeta”, contesta la camarera. Segundo pedido y siguen los inconvenientes: “No tengo cambio de 50, solo de 10 o de 20”.

Cientos de pasajeros se agolpan en la estación María Zambrano, por el retraso de los trenes a causa del robo de cables

Álex Zea / Chaima Laghrissi

La llegada a Córdoba, a eso de las 11.30 horas confirma que el AVE ha recuperado su velocidad habitual. Para entonces, las pantallas ya acaparan los ojos de la mayor parte de los viajeros. Los que no miraban el móvil, dormían agotados. El caos había pasado y los coches se iban quedando vacíos al paso por cada una de las estaciones. A las 12.38 horas se anunciaba el fin del viaje: “Málaga-María Zambrano”. Los pasajeros abandonan las plataformas con total tranquilidad y los empleados bromean y se cuentan sus experiencias durante las últimas horas. A la salida queda un deja vú. Cientos de personas aguardan sus viajes con rostro serio, una situación similar a la que los recién llegados a Málaga se habían enfrentado en Atocha. Ahora el testigo pasaba a ellos. Mientras unos llegaban a casa, a los otros les esperaba una larga tarde de ferrocarril por delante.

Tracking Pixel Contents