Crónicas de la ciudad

Convención de cínicos en la Torre del Puerto

Las famosas declaraciones de David Chipperfield sobre su hipocresía y la insostenibilidad de algún encargo hotelero no hacen sino confirmar que, en el Dique de Levante, estamos en las mejores manos.

La mano de Chipperfield muestra la maqueta del proyecto de la Torre del Puerto.

La mano de Chipperfield muestra la maqueta del proyecto de la Torre del Puerto. / EFE

Alfonso Vázquez

Alfonso Vázquez

Qué resoplidos de alivio se han escuchado estos días, desde La Araña a Churriana y desde el Puerto de la Torre a Huelin, en miles de hogares malagueños. En estos tiempos de zozobra, cuando la nación más poderosa del mundo está presidida por un desequilibrado que se exhibe en las redes sociales vestido de papa, en Málaga valoramos, más que nunca, la integridad moral. 

Por eso, la entrevista hace unos días al gran arquitecto David Chipperfield, en El Mundo, ha sido un chute de tranquilidad; de las que asientan, con valores seguros, los cimientos de una sociedad. 

Viene a reconocer en ella el Premio Pritzker que es un hipócrita, porque, aunque se empeña en trabajar por la sostenibilidad, se beneficia de «lo insostenible», de ahí que también sea capaz de construir «un hotel en alguno de esos territorios que entran en colisión con mi idea de sostenibilidad», dice.

Como asegura un conocido arquitecto malagueño, «con su prestigio, el gran Chipperfield acaba de suministrar cobertura al cinismo de nuestra profesión de Arquitectos».

Infografía de la propuesta de Chipperfield para la Torre del Puerto

Infografía de la propuesta de Chipperfield para la Torre del Puerto / L.O.

Toca deslumbrar a los ministros

El cinismo de David Chipperfield no hace sino sumarse al exhibido este mismo año por los cataríes y catalanes con el proyecto de la Torre del Puerto 2.0. en el Dique de Levante. Han sido capaces de desembarazarse del arquitecto anterior, José Seguí, que tantos años ha peleado por el proyecto y casi siempre en solitario, porque ahora toca tratar de deslumbrar al Consejo de Ministros con el prestigio -y la reconocida hipocresía- del arquitecto británico.

Complementa la jugada cínica el hecho de subir la altura al hotel rascacielos, después de haberla reducido por su criticado impacto. Toda una muestra de respeto por esta ciudad.

No se queda corto el presidente de la Autoridad Portuaria, Carlos Rubio, a la hora de seguir la escuela filosófica de Diógenes y Antístenes, después de haber negado trascendencia alguna al trabajo de José Seguí.

Al parecer, el proyecto fetén es el rascacielos velado, apenas insinuado, de Chipperfield, aderezado con una veraz infografía botánica con pinos de gran porte, en una zona con vientos constantes y sin agua. Éxito asegurado. 

Completa el cuadro nuestro alcalde que, tras embellecer Málaga con las discretas y bien emplazadas Torres de Martiricos, sigue viendo «más ventajas que inconvenientes» a este hotel que jamás colisionará con lo sostenible.

Respiremos tranquilos, estamos en las mejores manos. En las de experimentados cínicos.

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