Luis Cambronero: la Cultura de Málaga en sus manos

Confiesa Lucía Reigal, bibliotecaria e historiadora, que en su trabajo como bibliotecaria de la Sociedad Económica de Amigos del País, «cada vez que abría un libro me encontraba una nota, un papelito, una carta de instrucción; me estaba enseñando un sistema de clasificación y, a través de esas anotaciones, iba aprendiendo cómo ser bibliotecaria».

En la veterana y valiosa biblioteca de la Económica, Lucía Reigal descubrió que esas notas correspondían a un antecesor en su cargo: el archivero; pero también poeta, escritor, funcionario del Estado, gestor cultural y periodista Luis Cambronero Antigüedad (Madrid, 1880- Málaga, 1966). 

Y hace unos cuatro años, en una caja correspondiente a la Fundación Gómez Chaix, conservada en la Económica, descubrió lo que el presidente de esta institución, José María Ruiz Povedano, llama «el tesorillo»: las desconocidas memorias mecanografiadas de Luis Cambronero, centradas en su trabajo en la Jefatura de Obras Públicas del Ministerio de Fomento; recuerdos que cubren un arco temporal que va de 1906, cuando llega a Málaga, hasta lo primeros años 40, en plena posguerra. 

«Yo creo que con estas memorias se hace justicia. Luis Cambronero era un republicano, demócrata claro y comprometido con la cultura; un agente cultural», resume José María Ruiz Povedano. 

Gracias a la Sociedad Económica de Amigos del País de Málaga y a la Fundación Unicaja, que han editado esta obra, presentada a finales del mes pasado, es posible sumergirse en los recuerdos de este inquieto madrileño, y ponerlos en su contexto, gracias a un ambicioso estudio introductorio de Lucía Reigal, que también ha estado a cargo de la edición.

«El estudio lo que pretender es ser una herramienta para comprender quién escribe esas memorias, cómo piensa, su plano de acción y de discurso», comenta la bibliotecaria. 

Y para comprender el amor por la cultura y los archivos de Luis Cambronero, la introducción destaca un dato crucial en su vida: fue hijo de Carlos Cambronero, muy imbricado en la vida cultural de Madrid, miembro de la Sociedad Matritense de Amigos del País, además de responsable de la Biblioteca Municipal, en la que hizo una gran labor de catalogación. 

Su hijo seguiría sus pasos: en Málaga, en 1917, ingresó como socio de la Económica, y ordenó la biblioteca de la institución, así como la del Círculo Mercantil, de la que también fue miembro. Su gran obra sería la «transformación radical» del Archivo de Obras Públicas, hasta convertirlo, literalmente, en modélico, pues redactó su reglamento, que sería aprobado «a nivel nacional», recuerda Lucía Reigal. 

También colaboró con la entonces Sociedad Malagueña de Ciencias y fue académico de la Real Academia de Bellas Artes de San Telmo; fue amigo del republicano por excelencia en Málaga, Pedro Gómez Chaix y escribió en el diario republicano ‘El Popular’, en cuyas páginas narró la terrible riada de 1907. Para ayudar a las víctimas, coordinó una suscripción popular que cruzó el charco e hizo posible el barrio obrero América. 

Colaboró en otras publicaciones, puso en marcha -a través de la Económica- una Biblioteca Circulante para extender la lectura en Málaga; creó y lideró revistas; hizo realidad que la Casa del Consulado, sede de la Sociedad Económica, fuera declarada monumento nacional; escribió una temprana monografía sobre el general Torrijos...  

Su hoja de servicios es impresionante, y, sin embargo, la Guerra Civil truncó esta importantísima labor cultural.

La depuración

Como recuerda el estudio, en abril de 1937, con la ciudad ya tomada por las fuerzas de Franco, Luis Cambronero fue depurado, lo que le supuso ser suspendido de empleo y sueldo. Sus delitos: haber formado parte de la Sociedad Económica de Amigos del País, «declarada esta institución afín al Frente Popular», así como una posible relación con la masonería.

La resolución final no vino hasta 1941, cuando fue readmitido en su puesto de funcionario; pero a partir de ese momento, «él experimenta lo que historiográficamente se llama un exilio interior; él mismo es quien se dice que debe callar y se sume en el silencio», señala Lucía Reigal, que destaca que estas memorias se redactan con posterioridad a 1942, pero es en esa temprana posguerra cuando «de forma intencionada cierra sus memorias».

En estos recuerdos, escritos con humor y elegancia, puede seguirse la mejora de las comunicaciones en Málaga; pero también hay retazos de la vida cultural y de episodios como la mencionada riá de 1907 o la Guerra de Melilla, y para la historiadora, este texto también evidencia que sigue muy patente la herida de la Guerra Civil. 

Las memorias acaban con el arquitecto José González Edo embarcado en la nueva sede de la Jefatura de Obras Públicas del Paseo de la Farola y el nuevo garaje del servicio de Obras Públicas en la Carretera de Cádiz.

La familia de este gran ‘hacedor cultural’ de Málaga, ha colaborado también para hacer este necesario libro posible. 

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