Medio ambiente
El incendio de Sierra Bermeja arrasó su blindaje contra las fuertes lluvias y elevó un 170% las escorrentías
Un estudio de la UMA analiza cómo el fuego que calcinó 10.000 hectáreas naturales incrementó las posibilidades de sufrir inundaciones en la Costa del Sol Occidental al destruir la masa boscosa

Zona afectada por el incendio de Sierra Bermeja, declarado en septiembre de 2021. / álex zea

En septiembre de 2021 se declaró en Sierra Bermeja el primer incendio de sexta generación de España, un fuego voraz, virulento y muy errático que calcinó casi 10.000 hectáreas y que requirió 45 días para días para su completa extinción.
A finales de este verano se cumplirán cuatro años después de aquella catástrofe, que se cobró la vida de un bombero forestal y atacó duramente a una de las joyas naturales de la provincia de Málaga, incluida en la Red Natura 2000, una red de áreas de conservación de espacios naturales más importantes en la Unión Europea.
Y pese a que de forma progresiva la montaña se va recuperando y se van retirando los restos que dejaron las llamas tras su paso -incluso la madera quemada se ha retirado y subastado por parte de la Junta de Andalucía-, lo cierto es que el incendio sigue teniendo unas consecuencias más que vigentes en la actualidad. Paradógicamente, esos efectos están relacionados con el elemento contrario al fuego, esto es, el agua, además, en forma de lluvia torrencial.
Estudio
Así lo advierte el estudio «Análisis y modelización de los cambios en la inundabilidad tras el incendio forestal de Sierra Bermeja en 2021» elaborado por el profesor del Departamento de Geografía de la Universidad de Málaga, Antonio Gallegos,y publicado en la revista Estudios Geográficos del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC).

Uso de los troncos quemados en el incendio de Sierra Bermeja para crear diques naturales / L.O.
En este trabajo, Gallegos estudia las condiciones previas y posteriores al incendio en las cuencas fluviales del río Almarchal, afluente del río Genal -con un 68% de superficie quemada-, y las del río del Castor -con un 84% de superficie quemada- y arroyo del Padrón -con un 58% de superficie quemada-, que discurren por un entorno en el que se registran precipitaciones en cotas más altas que la media provincial, según señala este documento.
De hecho, en los municipios afectados por el incendio, Genaguacil, Jubrique, Estepona, Juzcar, Faraján y Casares, la media anual de las máximas lluvias diarias es de 82 litros por metro cuadrado mientras que en el conjunto provincial se queda en 67 litros por metro cuadrado.
Alto grado de infiltración
Ante estas altas cotas de precipitaciones, Sierra Bermeja cuenta con una «tipología y densidad vegetal» que permite un alto grado de infiltración de las lluvias, evitando que se produzcan inundaciones.
No obstante, las llamas de 2021 destruyeron gran parte de esa masa boscosa que actuaba como una suerte de «blindaje» contra los temporales, reduciendo la capacidad de infiltración de la montaña hasta un 27%.
La consecuencia directa de reducir la capacidad de infiltración del suelo es el incremento de las escorrentías, esto es, el agua de lluvia que no se absorbe y que se desplaza por la superficie del terreno, provocando no solo una importante erosión del suelo sino aumentando el riesgo de sufrir inundaciones.
«Esa capacidad que tenía la sierra de absorber el agua de la lluvia, la pierde y ahora en caso de que haya una lluvia de intensidad, la corriente que baja por las laderas es mucho mayor y la posibilidad de inundación en un sitio de la zona es mucho mayor también», detalla Gallegos a este periódico.
Este estudio calcula que tras el incendio las escorrentías se han incrementado un 170% en caso de que se produzca una tormenta con precipitaciones asociadas equivalentes a la máxima lluvia diaria del año, siendo Genalguacil una de las zonas más afectadas, donde la escorrentía «casi se triplica».

Zona afectada por el incendio de Sierra Bermeja. / ÁLEX ZEA
Esto supone que en las tres cuencas analizadas se haya constatado un incremento del caudal máximo instantáneo de los tres ríos estudiados, así como un aumento de la superficie de las láminas de inundabilidad. «Se observa que estas son aproximadamente un 150% de las resultantes en la situación preincendio». En concreto, un 152% en el caso del arroyo Padrón, 148% en el río Almarchal y un 183% en el río Castor.
Medidas preventivas
Antonio Gallegos señala que los resultados demuestran la necesidad de tomar medidas para prevenir futuras inundaciones debido a la situación de vulnerabilidad en la que quedó la sierra tras el fuego. Una de las prioridades es recuperar la vegetación «lo antes posible», además de crear zonas de «desbordamiento o de inundación preferente» para evitar que el agua llegue a las zonas urbanizadas en caso de avenida, así como crear suelos «drenantes» que permitan absorber el agua para que «no todo se convierta en escorrentía»
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