Aeropuerto de Málaga

«Cuando no tienes a donde ir, esto es una salvación»

Jon, Shawn, Juan y John son cuatro de las casi 70 personas sin hogar que cada noche duermen en las instalaciones del Aeropuerto. Llevan desde meses a décadas habitando las zonas comunes del aeródromo y lo prefieren a un albergue por la seguridad que hay

Chaima Laghrissi

Chaima Laghrissi

Málaga

Jon, Shawn, Juan y John podrían ser turistas que esperan a embarcar en el Aeropuerto de Málaga, si no fuese porque su llegada al aeródromo se debe a otros motivos. Ellos son cuatro de las casi 70 personas sin hogar que cada noche duermen en las instalaciones del Aeropuerto

Una situación que ha dado mucho de qué hablar estos días y que en Barajas ha llevado a que interponga un cierre nocturno e impedir así el acceso a estas personas. 

Todo el mundo habla de ellos, mientras que los verdaderos protagonistas permanecen ajenos a la polémica: «Es que esto no es nada nuevo, llevamos años en esta situación», afirma Shawn. 

Natural de Bristol, ronda los 60 años y 20 de ellos los ha pasado en Málaga, pero no como persona sin hogar: «He viajado mucho, y Málaga siempre me gustó y aquí me quedé». Jon trabajaba en la construcción, pero, cuando se quedó sin trabajo, toda la vida que hasta entonces conocía se paró y dio un giro de 180 grados: «Desde entonces llevo en la calle y de eso han pasado ya cerca de cuatro años», cuenta. 

Lo único que le queda a Shawn es su sonrisa, que no la pierde durante casi 10 minutos de conversación. A su derecha un carro con algunas de sus pertenencias, que deja durante unos segundos para acercarse a unos turistas con los que mantiene una breve, pero amable conversación. 

No tiene contacto con su familia, por lo que tampoco pueden ayudarle: «Cada uno tiene su vida y está inmerso en ella. Pero, la vida continúa, aquí también hay gente buena que te ayuda». 

La única ayuda que confiesa Shawn que recibe es de los propios turistas que les van sustentado de comida y a veces dinero, para poder comprar algo que llevarse a la boca: «Nos sentimos solos, pero se agradece poder hablar con alguien y que se preocupen por ti».

Shawn junto a sus pertenencias.

Shawn junto a sus pertenencias. / L. O.

A pesar de la dureza de su relato, Shawn no para de bromear: «No voy a volver a Bristol, ¿para qué? ahí llueve todo el día, aquí al menos hace sol». 

A pocos metros de él y cerca de la principal puerta del aeródromo está Jon. Sentado en un banco, pasa el tiempo leyendo: «Soy de Birmingham y llevo diez años ya en España». 

Durante años trabajó en Tecnologías de la Información en Benalmádena hasta que, como Shawn, todo se derrumbó cuando se quedó sin trabajo ni casa. 

En un pequeño cubículo del aeropuerto duerme John, otro británico sin hogar y casi que el inquilino más longevo del aeródromo: «Llevo diez años viviendo aquí», asegura. 

A pesar de su desaliñado aspecto, lo más llamativo es su mirada de ojos azules cielo que se aguan relatando la historia de su vida. Nació y vivió en Manchester durante años, donde ejerció como pintor. Motivado por el clima decidió mudarse a la Costa del Sol, concretamente a Torremolinos

No me gusta esta vida, rezo todos los días porque mi vida cambie

Su vida pasó por varios percances hasta que, como el resto de sus compañeros del Aeropuerto, acabó en las calles sin casa ni dinero. A diferencia de Jon y Shawn, sí le gustaría volver a Manchester, pero no puede permitírselo: «No me gusta esta vida. Rezo todos los días porque mi vida cambie».

Su día a día «es incierto»: «Nunca hay dos días iguales, nunca sabes qué va a pasar, si vas a comer o si no». 

John prefiere las zonas del Aeropuerto a estar en la calle, sobre todo por seguridad: «En la calle te pueden robar o incluso pegar, aquí me siento más seguro. Duermo hasta las 6 de la mañana, cuando vienen los trabajadores a despertarnos». 

John lleva diez años en el aeropuerto.

John lleva diez años en el aeropuerto. / L. O.

Aún así, todos agradecen el trato que reciben por parte de la seguridad y los trabajadores, que ya los conocen: «Aquí los conocemos a casi todos», cuenta un trabajador de seguridad del Aeropuerto. 

Ante las acusaciones de que sean agresivos, el empleado lo niega: «No hacen daño a nadie ni son agresivos ni nada de eso. Son personas y parece que eso se nos olvida. Son gente con sus circunstancias a la que se está demonizando. Por favor, no caigamos en eso». 

Los albergues

El Ayuntamiento de Málaga, a través del área de Derechos Sociales, cuenta con albergues municipales para personas sin hogar y en situación vulnerable, que llegan a través de Puerta Única. 

Sin embargo, no es una opción para ninguno de los que actualmente habitan en el Aeropuerto de Málaga.

Con una pequeña mochila y en una de las sillas del Aeropuerto, está sentado Juan. Solo lleva cuatro meses aquí, tras haber pasado por un albergue en el que estuvo un año: «Esos sitios son infrahumanos», apunta. 

«¿Un albergue? Ni de coña. Prefiero estar aquí porque es mucho más seguro», añade Shawn.

Los albergues son sitios infrahumanos. te roban las cosas más insignificantes: dinero, ropa, cigarillos

Los cuatro coinciden en que no quieren albergues y la causa radica en «la falta de seguridad que hay ahí»: «Es una habitación para cuatro, y los compañeros te roban las cosas más insignificantes: dinero, ropa, comida o cigarrillos», apunta John. 

 «El Aeropuerto les ofrece un espacio seguro donde pernoctar. No solo constituye un espacio para poder dormir bajo un techo y disponer de acceso a lavabos, sino que también ofrece seguridad y protección ante agresiones. La realidad existente en el Aeropuerto de Málaga, al igual que en otros aeropuertos del país, es reflejo de la situación que sufren las personas sin hogar en nuestra ciudad y en el resto del país. Son muchas las personas sin hogar que buscan refugio en las terminales», recalca José Miguel Santos, director de Cáritas Diocesana de Málaga

Santos pide soluciones estructurales para estas personas: «Esto muestra que los recursos de atención a personas sin hogar son insuficientes. Son necesarios recursos de emergencia para el inicio de procesos que reviertan la situación de exclusión en la que se encuentran, e incrementar el número de plazas en pisos tutelados o centros sociales, dirigidos a la inserción laboral, atención a las adicciones, etc». Y pide «una mirada humana ante esta situación. Más allá de la discusión política».

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