Crónicas de la ciudad
El ficus protector del ambulatorio Barbarela
A pocos metros de un portentoso ombú, el centro de especialidades de Barbarela cuenta con un magnífico ficus que hace la funciones de utilísimo porche sombreado en este mayo agosteño.

Detalle del ficus recortado de Barbarela, esta semana. / A.V.
Hay nombres populares que, casi desde los comienzos, lograron desbancar al oficial. El ejemplo más clásico es el paseo de Salvador Rueda, una denominación que sólo emplean los turistas cuando hablan con el taxista. Los mortales que vivimos en Málaga conocemos esa larga cuesta como el Camino Nuevo.
Más división de opiniones presenta la calle Héroe de Sostoa, que recibe dos denominaciones populares: Héroes de Sostoa (en plural) y, por supuesto, la Carretera de Cádiz. Cuestión aparte es que, por su longitud, por lógica muchos malagueños la convierten en avenida; algo que también suele pasar con la alargada calle José Calderón de Campanillas.
Donde no hubo división de opiniones fue con el Centro de Especialidades San José Obrero, un nombre que sólo conocen los especialistas, pues en el imaginario popular prendió pronto el de Barbarela, dado que sus hechuras recordaban a la de la famosa discoteca Barbarela de Torremolinos; llamada así por la película ‘Barbarella’ de 1968, protagonizada por Jane Fonda; adaptación a su vez de un cómic francés.
La consagración total del ‘ambulatorio Barbarela’ se produjo con la estación de metro que lo escolta porque, por supuesto, se decidió que llevara el nombre de ‘Barbarela’.

El ombú junto al metro de Barbarela, esta semana. / A.V.
El ombú y el ficus
Hace casi tres años, esta sección se detuvo, precisamente, en el portentoso ombú que acompaña la estación de Barbarela, en la esquina de la avenida de Juan XXIII con la avenida de Ortega y Gasset.
Este ombú o bellasombra, de nombre científico Phylotacca dioica es originario de Argentina, pero se aclimata muy bien en Málaga.
Cuenta este precioso ejemplar con un vecino igual de portentoso, en los terrenos del propio ambulatorio. Se trata de un ficus microcarpa que se ha ido adueñando de la pequeña zona verde de Barbarela, en franca competencia con un plátano oriental.

Otra vista del ficus de Barbarela. / A.V.
En las alturas, puede apreciarse casi una fusión entre las dos copas; pero en la acera, los viandantes deben pasar bajo el palio vegetal de las tupidas hojas del ficus, que es oportunamente recortado, para que ni a un jugador del Unicaja le roce el tupé.
En estos días en los que el desbocado cambio climático vuelve a demostrarnos que no es ningún bulo conspiranóico, pasear por la sobrecalentada avenida de Juan XXIII y toparse, primero con el protector ombú y, a continuación, con el techo sombreado de este ficus, depara, no solo alivio, también alegría.
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