Crónicas de la ciudad

El arroyo Jaboneros, socorrido parking fluvial

Con la tradicional ausencia de la Policía Local, el pasado domingo el arroyo Jaboneros volvió a acoger en su cauce una legión de coches cuyos conductores aprobaron el examen de conducir, no así el de Urbanidad.

Un aspecto del arroyo Jaboneros, a las 2 de la tarde del domingo.

Un aspecto del arroyo Jaboneros, a las 2 de la tarde del domingo. / A.V.

Alfonso Vázquez

Alfonso Vázquez

En Málaga hay una minoría de irreductibles conductores asilvestrados que, en cuanto aprietan los calores, tiene como principal objetivo plantar su cacharro lo más cerca del rebalaje. Si es posible, que nada más bajar del vehículo el grupo de elegidos ya sienta el agua en los pinreles.

Como nada frena a esta legión de imprudentes, que sólo atiende al principio del «Ande yo caliente, ríase la gente», hace más de una década que logró el hito de aparcar en la mismísima arena de las playas de Pedregalejo y El Palo.  

Fue todo un espectáculo contemplar entonces alguna que otra toalla hollada por las ruedas de estos auténticos kamikazes del bien público. ¿Cómo no se iba a poder aparcar en la playa?, y al pie de los espigones si hace falta. Dicho y hecho.

La constatación de que nada les haría frenar, motivó que el Ayuntamiento les pusiera freno colocando cadenas, para que nadie se pasara dos pueblos de listo. 

Los aparcamientos, también debajo del puente de calle Bolivia, en el arroyo Jaboneros.

Los aparcamientos, también debajo del puente de calle Bolivia, en el arroyo Jaboneros. / A.V.

El pasado domingo, sin embargo, la picaresca volvió a ganar la batalla al sentido común y el interés general. ¿Recuerdan lo que pasó en Valencia?, ¿saben lo insensato que es convertir el cauce de un arroyo de Málaga en un aparcamiento?

Pues dicho y hecho. Precisamente, los conductores más espabilados del reino utilizaron una rampa, ampliada y reforzada tras las lluvias de marzo, para que pudiera bajar maquinaria al cauce y así reforzar tanto el debilitado talud que linda con la calle Almirante Enríquez como colocar topes en los terrenos de la polémica EBAR del Jaboneros

La cinta policial, en el suelo

La Policía Local había colocado una cinta para prohibir el acceso a los coches. Pero claro, sin presencia policial, el comando del cemento armado bajó como si tal cosa y tomó posesión del arroyo.

Algún conductor hubo que, ya puestos, buscó la sombra bajo el mismísimo puente de la calle Bolivia y otros que enfilaron la desembocadura. 

La cinta de la policía no frenó a los incívicos, en la calle Almirante Enríquez.

La cinta de la policía no frenó a los incívicos, en la calle Almirante Enríquez. / A.V.

Confiemos en que esta exhibición de incivismo sea un incidente aislado. Una cosa es que nuestro Ayuntamiento fomente el desarrollo de la hostelería y otra que, cada domingo, el entorno se convierta en un caos bananero

En la vecina calle Venezuela, por cierto, es posible aparcar los 365 días del año al pie de una señal de prohibido aparcar, porque los conductores saben que es más probable la llegada del Apocalipsis zombi que de una multa de tráfico. 

Sin control, la minoría de siempre seguirá haciendo un corte de mangas a la Urbanidad

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