Crónicas de la ciudad
La calle Potosí sigue sin ser una mina
La calle de La Pelusa donde continúa la ‘espada de Damocles’ de una gasolinera de bajo coste, es un dechado de aceras machacadas, agujeros traicioneros y exposición de muebles en descomposición.

Un detalle de la calle Potosí, en La Pelusa, esta semana. / A.V.
La calle Potosí, en La Pelusa de El Palo, suele aparecer en los medios porque una absurda normativa, contraria a la razón, permite, en esta calle pequeña y encajonada, plantar una gasolinera de bajo coste, de las que funciona 24 horas y sírvase usted mismo para ahorrar puestos de trabajo.
Tan idílico panorama, en un entorno en el que comparten espacio naves industriales y vecinos de toda la vida, ha llevado a estos últimos a movilizarse contra la ocurrencia. Y ahí siguen.
Ese es el aspecto más famoso y polémico de esta calle, llamada así por las famosas minas de plata bolivianas, mencionadas también por Cervantes en El Quijote; motivo este por el que el Ayuntamiento las inmortalizó en el callejero y no por su papel en la Historia de Europa y América.

Un tramo de acera en la calle Potosí, esta semana. / A.V.
Otro aspecto, no tan conocido, pero sí recogido en este diario, es el deplorable estado de esta calle. Cuando los vecinos de media Málaga, a la hora de describir agravios, comparan el mejorable estado de sus calles con la de calle Larios; en el caso de este rincón de La Pelusa la distancia que separa estas dos vías malagueñas es la misma que entre un campeón mundial de ajedrez y una oveja.
Ciertamente, la distancia es sideral entre la calle del Marqués del Larios y una calle Potosí de escaso valor, en cuanto a la inversión pública.
Hay, eso sí, un intento de apaño jardinero en una esquina, pero el principal problema es la acera derecha -si entramos por calle Alcaucín- que cuenta con tramos que están totalmente machacados, como si la hubiera trabajado un picapedrero en prácticas.
Julio Verne y la calle Potosí
Luego está toda la linde con el famoso solar de la gasolinera, que además de basura, cuenta con unos agujeros en la acera que habrían estimulado a Julio Verne para escribir un ‘Viaje al Centro de la Tierra’, con entrada por El Palo, Málaga, en lugar de por Islandia.

Pertrechos en la acera de calle Potosí, esta semana. / A.V.
Y luego hay un problema que hay que achacar, en primer lugar, a los homínidos sin educación que, un día sí y otro también no cejan en su empeño de depositar todo tipo de desechos en la acera, con lo que consiguen el objetivo de plantar una suerte de barricada de la Comuna de París hecha con cristales, palés de madera y muebles viejos.
Si a eso unimos que en la acera de enfrente hay un tramo que, prácticamente, es tan estrecho que sólo se puede atravesar a la pata coja, entenderemos el amplísimo margen de mejora de la calle Potosí, empezando por no autorizar el disparate de una gasolinera.
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