El arroyo Jaboneros, vetado como parking playero

Una minoría de conductores malaguitas se comporta con la voracidad de la bíblica plaga de langostas: aprovecha cualquier resquicio para soltar el coche... y que salga el sol por Antequera. 

Todo pasa, seguramente, por interpretar al pie de la letra a alguien tan reputado como Alfonso X El Sabio, quien en sus famosas Siete Partidas, y en concreto, en la Tercera, asegura que «Apartadamente son del común de cada ciudad o villa las fuentes y las plazas donde se hacen las ferias y los mercados, y los lugares donde se juntan para el concejo, y los arenales que son en las riberas de los ríos».

Con esta lejana disposición del siglo XIII, más de un avispado al volante ha hecho de su capa un sayo. Se olvidan así, adrede, de disposiciones mucho más recientes y en vigor, como la recogida en ese cartel de la Junta de Andalucía que -sin ningún eco en la conciencia de muchos conductores, todo hay que decirlo- recuerda, en mitad del arroyo de la Caleta, que «queda totalmente prohibido el estacionamiento y la ocupación del Dominio Público Hidráulico, bajo denuncia y sanción de la Ley de Aguas».

Precisamente, la Ley de Aguas autonómica recuerda, en su apartado de infracciones, que una de ellas es «la invasión o la ocupación de los cauces o lechos (...) sin la correspondiente autorización».

Lo mismo refleja -nunca mejor dicho- la Ley de Aguas nacional. 

Contundencia

Con todo este aparato legislativo, y puesto que Alfonso X queda bien lejos; con vistas al pasado fin de semana la Policía Local de Málaga, al fin se dispuso a actuar con contundencia, para cortar de raíz el picaresco y tercermundista aparcamiento en el lecho del arroyo Jaboneros; refugio, hace dos semanas, de conductores con ganas de tirarse del capó al agua.

El arroyo Jaboneros, socorrido parking fluvial

Por entonces, los agentes municipales se habían limitado a acordonar la entrada al cauce, delante de una rampa de servicio, en la calle Almirante Enríquez.

El cordón de plástico duró menos que Musk en la Casa Blanca; el cauce fue transformado en aparcamiento playero y algún conductor osado hubo que llegó a aparcar bajo el puente de calle Bolivia. El emplazamiento ideal para recibir de lleno una tromba de agua. 

Esta exhibición colectiva de inconsciencia fue felizmente atajada este fin de semana por la Policía Local. Alfonso X no contaba con la legión de conductores malaguitas, dispuestos a aparcar al pie de las olas si es posible, porque antes del interés general está el particular de los mendas de ribera. 

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