Crónicas de la ciudad
Las velas al viento del Parque de la Alegría
Buena parte de la sombra de este parque de Ciudad Jardín, nacido gracias a la movilización de los vecinos, la proporcionan grandes toldos, algunos de ellos necesitados de un remiendo o reposición urgente.

Una de las lonas del Parque de la Alegría, a comienzos de mes. / A.V.
En enero de 2022, esta sección daba por hecho el ‘inminente’ reconocimiento del Ayuntamiento de Málaga a los vecinos que hicieron posible el actual Parque de la Alegría. Las predicciones están para fallarlas.
El PGOU de 1997 reservaba para este entorno una zona verde que no alcanzaba la categoría de parque, pues se trataba de un jardincito. En concreto, era una parcela en la parte sur del Parque actual que supondría la quinta o quizás sexta parte de la zona verde de nuestros días. El resto se preveía destinarlo a equipamientos.
Gracias a la movilización vecinal, que recogió unas mil firmas, se logró convertir el jardincito en un parque, una transformación que, paradójicamente, se produjo ‘gracias’ a la crisis de 2008 y a los fondos FEIL del Gobierno central que costearon la obra; salvo la verja, que fue costeada por el Ayuntamiento.
Inaugurado en 2011, en el Parque de la Alegría sigue pendiente el compromiso municipal de dedicar un placa conmemorativa a los vecinos que consiguieron ampliar la zona verde hasta los 18.600 m2; todo hay que decirlo, con el visto bueno del Consistorio.
La arboladura
A la espera de este merecido reconocimiento, que sigue sin materializarse, al menos a comienzos de mes el Parque de la Alegría parecía haber cruzado el Estrecho de Magallanes, por el desmejorado estado de revista de parte de su arboladura.
Los amantes de las novelas de Joseph Conrad o Patrick O´Brien sabrán que la arboladura no hace referencia a los árboles de esta zona verde, sino a los palos de los barcos. En este caso, se trata de una metáfora, pues este parque de Ciudad Jardín ha solucionado el pertinaz problema de la falta de sombra en Málaga con unos toldos curvos que recuerdan el velamen de los barcos antiguos.

Otro de los toldos del Parque de la Alegría, este mes. / A.V.
La solución es muy bonita; cuando el sol pega con fuerza, el Lorenzo más bien se tamiza, por lo que no es tan sombrío como la copa de un buen árbol; pero menos da una piedra.
El caso es que, en abril del año pasado, esta sección se dio una vuelta por este parque, dedicado a Nuestra Señora de la Alegría -que cuenta con un panel con su imagen a la entrada-, y ya entonces destacó que estos toldos comenzaban a lucir grietas en sus ‘velas’.
El tiempo ha transcurrido y algunas de ellas lucían en la primera semana de este mes desgarradas y sueltas. Si no han sido retiradas aún, hora es de que, ahora que comienzan los calores, sean remendadas o sustituidas.
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