Crónicas de la ciudad

La megatorre de comienzos de siglo en el Puerto

A primeros de siglo se propuso para el Dique de Levante un «monumento emblemático» de 230 metros de altura, que iba a ser un «polo de atracción de empleo» que nos acercaría a «la prosperidad». Nada nuevo bajo el sol.

El diseño de la torre de inicios del XXI y a la derecha, el Dique de Levante en nuestros días.

El diseño de la torre de inicios del XXI y a la derecha, el Dique de Levante en nuestros días. / La Opinión

Alfonso Vázquez

Alfonso Vázquez

Hace unos 23 años, el Dique de Levante ya era un objetivo ‘a llenar’. Cuanto más extenso es un terreno sin urbanizar, más se movilizan las fuerzas vivas de Málaga para acabar con ese insufrible vacío inmobiliario

Por entonces, una empresa del PTA presentó un proyecto que llamó ‘La Farola de Málaga’, con la idea de que simbolizara un relevo tecnológico trascendental.

La propuesta, con incipientes infografías, consistía en una torre de 230 metros de altura, formada por tres mástiles cilíndricos y cuatro plataformas.

La ‘nueva Farola’ iba a permitir a Málaga «evolucionar y situarse a la cabeza del desarrollo tecnológico de nuestro país». Con ella, argumentaba el proyecto, nuestra ciudad podría dar «el salto definitivo que le acerque a la prosperidad que históricamente le corresponde».

Portada del proyecto de la megatorre 'La Farola de Málaga', a comienzos del siglo XXI.

Portada del proyecto de la megatorre 'La Farola de Málaga', a comienzos del siglo XXI. / La Opinión

Como mandan los cánones, la edificación fue descrita como un «hito» tecnológico. En concreto, sería una fusión entre megatorre de telecomunicaciones «de toda la Costa del Sol», y servicios de asistencia a pasajeros de cruceros, sala de conferencias, bares, tiendas, restaurantes, agencias de viajes e inmobiliarias, oficinas bancarias...

En suma, «un centro de servicios de altísima calidad tecnológica y comercial pensado como promotor internacional de comercio, centro cultural y polo de atracción de empleo». De paso, también se planteaba como «posible ubicación de la sede de la futura caja única andaluza». 

La presentación del proyecto se cerraba con el convencimiento, en grandes caracteres, de que se trataría de un «monumento emblemático», además de «atractivo y oportuno para Málaga»

El anacronismo

Resulta llamativo cómo, nuestra clase política, continúa manteniendo un discurso como el anterior, que hoy resulta a muchos de los que lo releen completamente anacrónico. 

Todavía contamos con responsables políticos, anclados en el Urbanismo y el Paisajismo de hace medio siglo, que siguen defendiendo ‘hitos’, ‘iconos’ y edificios ‘emblemáticos’; lugares comunes del político parco de ideas. 

No hará falta que pasen 22 años para que, cuando recordemos el disparate catarí propuesto en 2025 para el Dique de Levante, no se nos escape una sonrisa; pero también un suspiro de alivio porque, tamaña insensatez, finalmente se descartó y Málaga se libró del salto «definitivo» a la prosperidad. 

Mejor menos prósperos; pero, a cambio, liberados de un paisaje denigrado de por vida. 

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