En domingo
Dejar de fumar, más fácil acompañado
La AECC de Málaga cuenta con un Programa de Deshabituación Tabáquica gratuito que ofrece terapia grupal y apoyo psicológico. A lo largo de diez sesiones aprenden diferentes estrategias y, sobre todo, gestión emocional para poder enfrentarse a los momentos más duros

Ana Marín con varios miembros del grupo que ha finalizado el Programa de Deshabituación Tabáquica . / Gregorio Marrero

Sonrisas, ilusión y un poco de incredulidad. Lo han logrado: llevan cuatro meses sin fumar. Una hazaña que nunca imaginaron que alcanzarían cuando decidieron inscribirse en el Programa de Deshabituación Tabáquica de la Asociación Española Contra el Cáncer (AECC) de Málaga. «Yo no daba un duro por mí», confiesa Vanesa Fernández (48 años), que el pasado 9 de junio recogió su diploma tras finalizar con éxito el programa.
En su caso, el principal obstáculo fue su propio trabajo, ya que se dedica a cuidar a una persona dependiente a la que debe proporcionarle el tabaco. Durante todos estos meses tuvo que convivir con la tentación constante e, incluso, en una ocasión, tuvo que guardar un paquete de cigarrillos en su casa durante todo un fin de semana. «Fue lo más complicado, porque sabía que estaba ahí», comparte. A pesar de ello, gracias al apoyo del grupo, las estrategias aprendidas y, sobre todo, la gestión emocional, logró resistir y finalizar el programa a principios de este mes. «Cuando ves el diploma con tu nombre, no te lo crees», confiesa.
Aquí no se requiere motivación. Lo que se requiere es tener muchas ganas de dejarlo
«Aquí no se requiere motivación. La motivación la van adquiriendo conforme van viendo los logros. Lo que se requiere es tener muchas ganas de dejarlo», sostiene la psicóloga Ana Marín Bueno, técnico de prevención y promoción de la salud de la AECC y coordinadora del programa, al que tuvo la oportunidad de asistir La Opinión de Málaga.
En concreto, se trataba de la décima y última sesión, en la que los miembros ya llevaban cuatro meses sin fumar. Sin embargo, aquel día Marín decidió invitar también a algunas personas de otros grupos que aún estaban en la octava sesión, atravesando un momento especialmente difícil: el primer mes sin consumir tabaco. «Es cuando empieza el duelo, el mal humor, la ansiedad y no terminas de verle futuro», apunta la profesional, que quiso juntarlos a todos con la esperanza de que les sirviese de estímulo el ver a compañeros que ya lo habían logrado. «Que vean que se puede, que es duro, pero se consigue», subraya.
«Esos pensamientos constantes sobre el tabaco van aminorando», anima, por ejemplo, uno de los miembros presentes en la reunión. Y es que un factor esencial del programa es que todo lo que se diga durante las sesiones es completamente secreto. «De aquí no sale nada. Necesitamos que la gente tenga esa confianza para desahogarse. Hemos llorado, reído, celebrado, aplaudido y eso une un montón», explica Marín, que hace hincapié en el gran poder de refuerzo que puede llegar a tener el grupo.

Ana Marín durante una sesión del Programa de Deshabituación Tabáquica de la AECC. / Gregorio Marrero
«Nosotros lo único que pedimos es asistencia porque está comprobado que, si tú vienes al grupo y hay coherencia, actúa como grupo rescate, como digo yo», insiste la experta, que añade que siempre les anima a que, si sienten ganas de fumar, o están, por ejemplo, a punto de ir a comprar tabaco, que lo escriban por el grupo de WhatsApp que tienen entre ellos. «Solamente eso reduce las ganas», afirma.
De hecho, la mayoría de los asistentes aquel día destacan lo mucho que les ha ayudado el grupo a lo largo del camino, ya sea por el compartir experiencias, el compromiso adquirido con ellos, el poder desahogarse con gente que está pasando por lo mismo o por no verse solos en el intento. «He hecho tres veces el tratamiento y la diferencia que he notado esta vez es el grupo», comparte uno de los presentes, que acabó el programa hace tiempo y lleva ya ocho meses sin fumar.
Entre los que han logrado su propósito se encuentra también María Jesús que, tras 39 años fumando, ha logrado apagar el cigarrillo definitivamente. «Es el mejor regalo que he podido recibir desde hace muchísimos años. Es un logro que todavía no me lo creo», reconoce la malagueña. «Se lo recomiendo a todo el mundo, los grupos son una pasada de verdad».

Vídeo: Agencia ATLAS | Foto: EP
Dos fases
El programa se divide en dos fases: una primera de desintoxicación del cuerpo de la nicotina, que es la que crea la adicción, y una segunda parte más psicológica en la que se trabaja la deshabituación y el mantenimiento de la abstinencia. «La primera etapa la solemos hacer con medicación», indica Marín, que resalta que, aunque la medicación ayuda a quitar las ganas de fumar «físicas», luego queda la «adicción psicológica», que es la que más se trabaja en el programa.
«Es más fácil dejar de fumar que mantenerse abstinente», comenta Marín durante la sesión, en la que recuerda que el ámbito social y el tener que juntarse con más fumadores es también una de las mayores dificultades. De hecho, señala que la mayoría de deslices o recaídas ocurren porque lo piden o alguien se lo da, no porque lleven tabaco o vayan a comprarlo.
Gestión emocional
Por ello, durante las sesiones, que duran aproximadamente hora y media, se trabaja mucho la gestión emocional y, sobre todo, la ansiedad, que es uno de los sentimientos más frecuentes durante este proceso. «Hacemos un conocimiento totalmente exhaustivo de lo que es la ansiedad, porque necesitan conocer lo que es para poder gestionarla», detalla la profesional, que asegura que suele ser el motivo por el que mucha gente no llega a intentarlo o por el que abandonan el proceso nada más comenzar.
En el caso de María Ángeles Sánchez es la cuarta vez que intenta (con éxito) dejarlo. «Y es la única vez que he entendido qué me ocurre en el procedimiento de dejar de fumar, porque cuando lo dejé la primera vez no entendía por qué me sentía así», describe María Ángeles, que destaca que, gracias al apoyo de amigos y al programa con Ana, que les iba diciendo todo por lo que iban a pasar y cómo podrían luchar contra ello, ha logrado plantar cara al tabaco. Aun así, confiesa que no ha sido fácil, sobre todo, cuando dejó la medicación.
«Es como cuando montas en bicicletas, te quitan los ruedines y dices ¿me caeré o no me caeré?» Pero ella logró superarlo y ahora lleva cuatro meses sin fumar. «Mono físico en sí no es, porque ya han pasado los 25 días en los que te has deshabituado de la nicotina. Ya lo que te queda son todas las cosas que tú tenías asociadas, que te hacían feliz fumándote el cigarro», puntualiza Vanesa.

Ana Marín durante una sesión del Programa de Deshabituación Tabáquica de la AECC en su sede de Málaga capital. / Gregorio Marrero
«El principal obstáculo es no sentirse capacitado», apunta la psicóloga, que conoce bien el proceso, no solo como profesional, sino también porque ella misma lo vivió en primera persona hace 15 años. «Somos yonquis del tabaco y lo vamos a ser toda la vida». Una idea que se repite mucho a lo largo de la sesión es que todos tienen muy claro que fumar es una droga, aunque cuando comenzaron no lo tenían tan interiorizada. Por ese motivo, aunque Marín contacta previamente con todos los inscritos antes de empezar el programa, la primera sesión es informativa y se centra en conocer bien lo que es la adicción.
«A nivel neurológico se compara mucho con la heroína porque llega al cerebro entre 5 y 7 segundos. Entonces, claro, tiene un refuerzo neuronal muy potente y muy rápido», explica la experta, que insiste en que una adicción no tiene control y que no depende de ellos. «No se tienen que sentir culpables por ser yonquis», recalca Marín, que precisa que ella es «la primera adicta». «Pero aprendes a conocer la adicción, a cómo eres tú dentro de tu adicción», enfatiza.
He hecho tres veces el tratamiento y la diferencia que he notado esta vez es el grupo
El día 'D'
La segunda sesión se dedica a conocer más en profundidad el programa, el cronograma que se contempla y es también cuando se les recomienda que comiencen con la desintoxicación. «Ahí explicamos todo el tema de la medicación y resolvemos todas las dudas». No obstante, no será hasta el tercer encuentro que se ponga la temida fecha: «el día D para dejar de fumar». «Ahí empiezan las burradas», dice Marín, que cuenta que, aunque les proponen reducir el consumo durante las semanas previas, y les dan unas pautas y estrategias para esos días, muchos suelen «hincharse de fumar» antes de dejarlo.
La cuarta sesión se programa siempre para que sea justo 24 horas después de que hayan dejado de fumar. «Están todos que se tiran de los pelos. Pero el venir y ver que el grupo está igual o que a uno le ha pasado lo mismo que a ti y ahora está mejor, da mucha tranquilidad», relata Marín, que destaca que, a partir de ahí, comienzan a compartir muchas más experiencias y estrategias para sobrellevar la abstinencia, que abarcan desde tener cosas en la mano para mantenerse distraído, como abordar un ataque de ansiedad o, incluso, el tema nutricional.
«Si tú te gestionas bien y utilizas bien la gestión emocional, no tienes por qué hartarte de comer», precisa la coordinadora del programa, que señala que lo más sencillo para el cerebro es acceder a la comida porque es lo que «tenemos más a mano». «Al final tienes que cambiar algo en tu vida, pero tienes la posibilidad de sustituirlo por otras cosas», incide.
Por ejemplo, una de las personas del grupo comentó que en su caso había encontrado en el caminar su sustituto. Daba igual que fuese invierno y verano, en cuanto se acaba su desayuno, en lugar de fumarse un cigarrillo, sale a andar y se va desde el Centro hasta El Tintero. Para otro, la estrategia que más le había servido era llevar siempre encima una tarjeta con una serie de indicaciones y frases que leía cada vez que le entraban ganas de fumar. Otro de los presentes comentó que, en su caso, le ayudaba preguntarle a ChatGPT cómo le había beneficiado a su salud llevar, por ejemplo, 47 días sin fumar. «Es como la báscula para el que está a dieta».
Beneficios inmediatos
Según explica Marín, a los 20 minutos de dejar de fumar la tensión arterial ya se normaliza. A las 48 horas aumenta la agudeza del olfato y del gusto. Entre las dos a tres semanas mejora la circulación. Y, entre los 10 y 13 años se produce una regeneración completa de los pulmones si no hay daños. En cuanto a sus consecuencias negativas, también recuerda que el consumo de tabaco está relacionado con al menos 13 tipos de cáncer y que está considerado la primera causa de muerte evitable. Aun así, cerca de 3.000 personas mueren cada año en Málaga por culpa de su consumo.
Cabe destacar que Málaga es donde se realizaron los primeros cursos de la AECC para dejar de fumar de toda España a cargo del doctor Salvador Oña en 1989. Respecto a la tasa de éxito del programa, la media se sitúa en el 67 % y, solo en el año 2024, casi 200 personas dejaron de fumar gracias a este programa, según los datos de la AECC, que cada tres meses organiza entre seis y ocho grupos, de unas diez personas cada uno. La siguiente convocatoria está programada para después del verano.
En cuanto al perfil, Marin indica que es muy variado, ya que acude gente de entre 20 y más de 70 años, personas sanas, con alguna enfermedad, con cáncer, o que están en duelo por el fallecimiento de un ser querido. «La media se encuentra entre los 30 y 50 años», precisa la profesional, que añade que en algunas ocasiones se realizan sesiones individuales si es necesario.
Plantar cara al tabaco no es un reto sencillo, pero tampoco es una batalla que deba librarse en soledad. Por ello, desde AECC animan a todos aquellos que quieran intentarlo a pedir ayuda, porque, aunque es un camino complicado y con muchos obstáculos, es más llevadero acompañado y con el apoyo profesional adecuado.
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