Desahucios
Desahuciados en Málaga tras un accidente laboral
Carmen Díez de los Riós, su marido, hijas y nietos serán desahuciados el lunes de su casa, comprada en 1998 en Capuchinos
Un accidente grave de su marido desencadenó que no pudieran pagar a los bancos

Carmen Díez de los Ríos, esta semana con su marido, sus dos hijas y dos nietos. / La Opinión

«Jamás en la vida he querido dejar de pagar», confiesa Carmen Díez de los Ríos. Esta auxiliar de clínica malagueña de 49 años habla con La Opinión, a pocos días de que un juzgado la desahucie de su casa de toda la vida, en la Alameda de Capuchinos, 40; allí vive con su marido, que tiene un 75% de discapacidad; sus dos hijas y dos nietos de 3 y 1 año. En principio, el desahucio está previsto para este lunes 7.
El suyo es el ejemplo de que el destino se puede torcer para cualquiera. Como cuenta, ella y su marido compraron su casa en 1998, «y cuando nos quedaban tres años para pagar la hipoteca, como él era transportista y le iba muy bien, compramos otro camión e hipotecamos la casa otra vez».
Y tras el segundo camión, dado que el negocio seguía yendo viento en popa y ni notaban la crisis económica de 2008, adquirieron un tercero, con la consiguiente hipoteca con un tercer banco. «Son camiones con tráiler que valen como un piso», comenta. En total, pagaban por los tres préstamos 1.800 euros al mes.
Todo cambió el 2 de octubre de 2012: «Mi marido tuvo un accidente en Cataluña trabajando con el camión y se quedó inválido. Estuvo 11 meses en Carlos Haya. Fue culpa de otra persona que murió en el accidente», explica.
El marido de Carmen tiene la parte izquierda de su cuerpo destrozada, con invalidez absoluta para trabajar y un 75% de discapacidad
El juicio se saldó con una indemnización que no alcanzó los 300.000 euros. Carmen Díez de los Ríos se encontró con su marido, con la parte izquierda de su cuerpo destrozada, con invalidez absoluta para trabajar y un 75% de discapacidad.
Carmen, que había dejado de trabajar para cuidar a sus hijas, tuvo que volver a hacerlo y, pese a las estrecheces, pues a su marido le quedaron 700 euros de pensión, «estuve pagando las hipotecas hasta 2018, cuando ya no pude y fui a hablar con los bancos».
En 2022, su casa fue subastada y la adquirió una empresa malagueña. Además, tiene la nómina embargada por 30 euros mensuales, para seguir pagando la deuda restante. «Cobro 1.200 euros, no me pueden quitar nada más que eso», aclara.

En la puerta de su bloque, en la Alameda de Capuchinos. / a.v.
El informe de vulnerabilidad
En febrero de 2024, explica que se suspendió un primer intento de desahucio, gracias a un informe de vulnerabilidad del Ayuntamiento: «Tenemos tres menores y mi marido tiene un 75% de minusvalía, así que nos lo dieron», aclara.
Sin embargo, la empresa que se hizo con su casa presentó un informe al juzgado para demostrar que la familia tenía vulnerabilidad social; pero no económica». «Tenemos dos garajes; pero están embargados por más valor del que tienen, así que no los podemos vender», señala Carmen, que también explica que la empresa argumentó además que ella y su marido eran propietarios de un terreno rústico y una casa en Alhaurín de la Torre, aspecto este último que niega: «Mi marido, con 18 años, sí compró un trocito de terreno en el que no se puede construir; pero el terreno está segregado, la casa no es nuestra; tenemos la documentación que lo demuestra», subraya.
«Tengo que buscar a alquien que confíe en mí. Puedo asegurar que no voy a dejar de pagar; jamás en la vida he querido dejar de pagar»
Carmen Díez de los Ríos es consciente de que su piso de toda la vida ya no le pertenece; pero le gustaría acogerse a la moratoria de desahucios hasta 2028, entre otras cosas porque su nieta pequeña empezará el próximo curso en Salesianos, y porque encontrar piso con sus ingresos es imposible.
Esta auxiliar de clínica agradece el apoyo del Ayuntamiento de Málaga, que le ha ofrecido una ayuda de alquiler; «pero de qué me sirve si no puedo alquilar».
Carmen no deja de buscar piso en Málaga y en los pueblos de alrededor; aunque sin resultado. «Tengo que buscar a alquien que confíe en mí. Puedo asegurar que no voy a dejar de pagar; jamás en la vida he querido dejar de pagar», remarca.
Este próximo lunes sabrá si ella y su familia deberán dejar, para siempre, el que ha sido su hogar durante 27 años.
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