Sanidad
Más allá de la pérdida de peso: descubren en Málaga nuevos beneficios del ayuno intermitente
Un equipo de investigadores de Ibima ha demostrado que este patrón alimentario, además de adelgazar, mejora la memoria y la atención en adultos con obesidad

Equipo de investigadores del Grupo de Obesidad, Diabetes y sus Comorbilidades de Ibima / L.O.

El ayuno intermitente en días alternos no solo ayuda a adelgazar, sino que también mejora de forma significativa la memoria y la atención en personas con obesidad. Se trata del último gran hallazgo de un equipo de investigadores del Instituto de Investigación Biomédica de Málaga (Ibima Plataforma Bionand), que aporta una pieza clave en la lucha contra la obesidad, un problema de salud pública que está aumentando en todo el mundo.
Según ha descubierto este grupo de investigadores del Hospital Universitario Virgen de la Victoria de Málaga, el Centro de Investigación Biomédica en Red en colaboración con el grupo de Resonancia Magnética Biomédica y el grupo de Bases Moleculares de los Sistemas Biológicos (todos miembros de Ibima), este patrón alimentario, al remodelar la microbiota intestinal y frenar la inflamación sistémica, no solo reduce la grasa corporal, sino que refuerza la memoria y la atención, así como el control inhibitorio en adultos con obesidad a través de la comunicación del eje intestino-cerebro.
“Estos hallazgos rompen con la visión tradicional de que solo importan las calorías. La misma pérdida de peso puede tener repercusión sobre la salud diferente en función de la estrategia utilizada para conseguirlo”, afirma el doctor Francisco J. Tinahones director del estudio junto con las doctoras Isabel Moreno-Indias y Virginia Mela.
Obesidad, factor de riesgo
El sobrepeso y la obesidad son un factor de riesgo que puede producir problemas cardiovasculares y metabólicos (como la diabetes tipo 2 o la hipertensión), así como un deterioro cognitivo más precoz y acusado. De hecho, desde Ibima subrayan que diversos estudios epidemiológicos han vinculado la inflamación crónica y las alteraciones de la microbiota intestinal con un peor rendimiento en tareas de memoria y atención.
Por ese motivo, este grupo de investigadores se propuso averiguar si sería posible contrarrestar ambos frentes de forma simultánea. Para ello, realizaron un ensayo clínico en el que participaron 96 adultos con obesidad (Índice de Masa Corporal entre 30 y 40 kg/m²) durante tres meses.
Tres dietas diferentes
Los voluntarios fueron asignados de forma aleatoria a tres grupos de dieta hipocalórica diferentes. Un grupo basado en una dieta mediterránea equilibrada, un segundo grupo realizaba una dieta cetogénica, es decir, alta en grasas y baja en carbohidratos, que induce un estado de cetosis y, en último lugar, un tercer grupo realizó ayuno intermitente en días alternos. Esto significa una alternancia de un día de ingesta habitual (sin restricción calórica intencionada) con otro de ingesta muy reducida (menos del 25 % de las calorías habituales), según aclaran desde Ibima en un comunicado.
Además, antes y después del periodo de intervención, todos los participantes realizaron pruebas neuropsicológicas estándar para medir memoria de trabajo, velocidad de procesamiento, atención sostenida y control inhibitorio. Asimismo, se analizaron marcadores inflamatorios en sangre y se secuenció la microbiota intestinal.

Analizaron el microbioma intestinal de 612 personas de 65 a 79 años, antes y después de 12 meses de comer su dieta habitual o una dieta mediterránea. / L.O.
Para profundizar en los mecanismos de acción, se realizaron estudios in vitro con microglía (principal célula de defensa cerebral) derivada de células sanguíneas de los pacientes ayuno intermitente en días alternos antes y después de someterse a la dieta, así como trasplantes de su microbiota en ratones de laboratorio.
Resultados
En cuanto a los resultados, aunque las dietas produjeron pérdidas de peso comparables (una reducción media del 7 % del peso corporal inicial), el grupo de ayuno intermitente fue el que mostró “mayor rendimiento cognitivo” en las distintas pruebas al compararlo con las otras dietas, según destacan desde IBIMA, que puntualizan que los niveles de marcadores de inflamación sistémica también disminuyeron significativamente, “lo que sugiere un potente efecto antiinflamatorio añadido a la mera pérdida de grasa”.
En cuanto a la microbiota, el estudio también evidencia que el ayuno intermitente “reconfiguró la comunidad bacteriana”, es decir, disminuyeron géneros relacionados con respuestas inflamatorias crónicas y neurotoxicidad, mientras que aumentaron géneros productores de ácidos grasos de cadena corta, conocidos por fortalecer la barrera intestinal y modular la actividad de las microglías cerebrales.
Por otro lado, los investigadores resaltan que los experimentos en animales confirmaron que la transferencia de esta microbiota mejoró la “limpieza” de residuos neuronales y redujo la activación proinflamatoria de la microglía debida a la obesidad, un efecto que no pudo replicarse con la mera administración de cuerpos cetónicos.
Estrategia asequible y eficaz
“El ayuno intermitente en días alternos es una estrategia asequible y culturalmente adaptable: no exige suplementos ni alimentos exóticos, solo alternar jornadas de ingesta normal con días con ayuno o ingestas muy reducidas”, señala la doctora Moreno-Indias.
Por su parte, la doctora Mela, resalta que “el patrón de ingesta basado en el ayuno intermitente, al remodelar nuestra comunidad microbiana, produce señales químicas que viajan por el eje intestino-cerebro y regulan directamente la función de las células inmunitarias en el cerebro”.
Los resultados de este trabajo han sido publicados en Gut, una de las revistas científicas más prestigiosas del mundo, y sienta las bases para ensayos clínicos más amplios que evalúen el impacto del ayuno intermitente en poblaciones de mayor riesgo neurodegenerativo, por ejemplo, personas con prediabetes, síndrome metabólico o edad avanzada.
Por último, desde Ibima destacan que el equipo de Ibima ya colabora con nutricionistas y neurobiólogos para diseñar programas de “nutrición de precisión para el cerebro”, que integren el ayuno intermitente en días alternos con intervenciones personalizadas basadas en el perfil de microbiota de cada individuo. “El ayuno intermitente en días alternos refuerza la idea de que la alimentación, no solo qué comemos, sino cuándo lo hacemos, puede ser una herramienta poderosa para cuidar tanto el cuerpo como el cerebro”, concluyen.
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