Crónicas de la ciudad
El tendedero sin complejos del marqués del Vado en Málaga
El palacio de casi 250 años que perteneció al IV marqués del Vado, en las cercanías de la desaparecida Puerta de Granada, sirve de expositor del turismo más refinado.

El balcón del XVIII, de elegante vuelo curvo y arbotantes de forja, reconvertido en tendedero, esta semana. / Alejandro González
En 1821, un alcalde de Málaga que, como el actual, estimó que era más provechoso y menos laborioso derribar que rehabilitar, mandó a freír espárragos la ruinosa Puerta de Granada.
Uno de los últimos vecinos de esta histórica puerta, por la que entraron los Reyes Católicos en agosto de 1487, fue el malagueño Francisco de Paula Fernández de Córdoba Lasso de la Vega y Pacheco, IV marqués del Vado del Maestre.
El noble se hizo construir una casona a un tiro de piedra de la Puerta de Granada, así como de la cárcel eclesiástica, que por entonces hacía esquina con la calle Tomás de Cózar.
El palacio lo construyó el maestro de obra Antonio de Valderrama en 1777, un personaje que don Juan Temboury lo emplaza como maestro de obras de la Catedral en 1803, mientras el padre Llordén nos informa de que era malagueño y dejó escrito que quería ser enterrado en la iglesia de Santiago.
Con protección arquitectónica de I grado, como recuerda la ficha del PGOU la vivienda del marqués, con amplio zaguán, escalera y patio, luce en el exterior una preciosa portada clasicista enmarcada por pilastras y un dintel de piedra; y en la primera planta, el clásico balcón preñado del XVIII, «con vuelo curvo y arbotantes de forja», reza la ficha. La segunda y última planta cuenta con dos balconcitos también ‘preñados’.
Como recordaba esta sección en 2014, para la actual presidenta de la Real Academia de Bellas Artes de San Telmo, la catedrática de Historia del Arte Rosario Camacho, es un ejemplo clásico de la arquitectura doméstica malagueña de la época.
En este edificio llegó a emplazarse, ya en tiempos de Paco de la Torre y durante algo más de una década, el Área de Igualdad de Oportunidades de la Mujer.

El tendedero en la casa del Marqués del Vado, en calle Granada, ayer. / A.V.
El 'roperío'
Poco antes de la pandemia, comenzaron las obras para transformarlo, faltaría más, en apartamentos de lujo. El lujo, sin embargo, no es siempre garantía de clientes ‘selectos’.
Esta semana podemos ver el balcón dieciochesco del marqués del Vado convertido en tendedero, con todo tipo de toallas sucias, bikinis y bañadores. El roperío también toma los balcones de la calle Medina Conde, la que conserva una centenaria placa que informa de la ‘Entrada de Carruages’ (sic).
Sin duda, es la lógica evolución de muchos inmuebles antiguos en esta desmadrada ciudad: a cambio de salvarse del derribo está a merced de cualquier 'nota' sin sensibilidad, pero con billetes.
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