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Memorias de Málaga

La visita ministerial a Málaga que terminó en bronca y el enigma del platino en Ronda

Una visita a Málaga del ministro de Industria, a comienzos de los 70, provocó la salida indignada del representante del Gobierno, en una reunión a puerta cerrada en la Diputación

Fotografía del ministro de Industria José María López de Letona.

Fotografía del ministro de Industria José María López de Letona. / L. O.

Guillermo Jiménez Smerdou

Guillermo Jiménez Smerdou

Málaga

Siguiendo mi rutina diaria, aquella mañana me puse ante el ordenador para pergeñar un capítulo de las ‘Memorias de Málaga’; unas veces me sale de un tirón y en algunas ocasiones lo dejo a medias para reanudarlo al día siguiente u otro posterior para terminarlo y que satisfaga a los responsables de La Opinión, que son los últimos que dan el visto bueno. Estoy muy agradecido por su tolerancia.

Al llegar a este punto me vino el tema del capítulo de este lunes; no es que me pusiera a escribir como aquel autor de comedias que sin saber de qué, seguía escribiendo. Surgió el tema quizá por la costumbre de ponerme todos los días ante el ordenador, y el teclado me inspira algo nuevo o algo escondido en algún rincón de mi saturado cerebro. Me vinieron a la memoria los tres ‘López’.

Los tres ‘López’ no fueron tres futbolistas del mismo apellido que coincidieron en un mimo equipo; los míos, bueno, los de esta historia, fueron tres personajes con el mismo apellido, nombrados ministros del Gobierno de España, algo así como el dicho del «mismo día a la misma hora».

Los tres tenían el mismo primer apellido – López –, los tres fueron nombrados para carteras importantes (Plan de Desarrollo, Industria, Asuntos Exteriores…) y procedían del Opus Dei. Sus nombres completos eran (los tres fallecieron) Laureano López Rodó, Gregorio López Bravo y José María López de Letona.

Uno de ellos, López de Letona, se desplazó a Málaga a principios de los años 70 del siglo pasado para presidir una mesa de trabajo en la que se iban a estudiar propuestas y tomar decisiones para afrontar la necesidad de crear empleo por la falta de industrias en nuestra ciudad y provincia.

Conviene recordar que, en el año de la visita ministerial, uno de los problemas era la finalización del plan de riegos del Guadalhorce, porque una gran parte del campo malagueño dependía de tales obras. Creo recordar que no iban muy adelantadas o estaban paralizadas.

Las pocas industrias que había en Málaga no estaban en su mejor momento o estaban en trance de cierre. Aunque puedo errar en las fechas, las dos harineras importantes estaban bajo mínimos, la Azucarera tampoco avanzaba en la producción del azúcar de caña, los vinos de Málaga ya no se exportaban a media Europa ni a los países de América del Sur…

La situación no era muy boyante que digamos.

Hay que recordar también que todavía no se contemplaba el Plan Guaro o río Vélez, con un pantano en La Viñuela, una aspiración de la Axarquía que aún estaba lejos de los cultivos subtropicales. Los pocos aguacates que llegaban a Málaga procedían de Almuñécar y se vendían por piezas en la tienda de ultramarinos ‘Cosmópolis’, la más exquisita de la capital en la calle Larios.

En aquellos años no se contemplaba la posibilidad de la industria que cambió de forma radical el litoral de la provincia en Málaga y muchas provincias españolas: el Turismo. Los únicos turistas que frecuentaban Málaga eran los ingleses que se alojaban en el Hotel Santa Clara de Torremolinos y los que preferían gozar de las vistas y monumentos de Ronda con su histórico Hotel Reina Victoria.

Vuelvo al comienzo: la visita ministerial.

En la Diputación, y a puerta cerrada (los periodistas no teníamos acceso a la reunión), se celebró la sesión en la que estuvieron presentes el gobernador civil, delegados provinciales de Agricultura, Industria, Comercio, Obras Públicas, representaciones de colectivos influyentes y algunos alcaldes de los municipios más poblados de la provincia, como Antequera, Ronda, Vélez-Málaga… Creo que ninguno del litoral, porque el turismo estaba muy lejos de ser el motor que puso en marcha el desarrollo de Málaga, ahora compartido con la industria de alta tecnología, con presencia de empresas de todo el mundo en el Parque Tecnológico, una de las dos conquistas de la ciudad. La otra, huelga citarla, es la Universidad.

Al terminar la reunión, de forma sorprendente para los que estábamos en espera de algún comunicado o que el ministro hiciera unas declaraciones a los periodistas, el personaje en cuestión abandonó la sala con un humor de perros y se escapó buscando una puerta de escape.

Los ujieres cerraron las puertas inmediatamente para que los presentes no recabáramos información de la bronca que el ministro había montado a los participantes en la sesión de trabajo.

Sin embargo, algo de lo que produjo el enfado me llegó a los oídos. El enfadado miembro del Gobierno se quejaba de una pregunta que le había hecho el alcalde de Ronda relacionada con las minas de platino de la Serranía de Ronda. Estaba claro que el ministro no estaba preparado en aquel momento para contestar a algo que ignoraba. 

El Tajo de Ronda.

El Tajo de Ronda. / L.O.

El incidente

Por lo que pude sacar de unos y otros de los asistentes, ‘víctimas’ del airado visitante, lo que irritó al ilustre visitante fue la pregunta que le formuló el alcalde de Ronda. Cómo hizo la pregunta no lo sé, pero, por los efectos producidos, debió ser muy directa y sin muchos conocimientos sobre el caso. Pienso que le preguntó al ministro por qué el Gobierno había abandonado los trabajos en la mina de platino de la Serranía de Ronda.

Dicho así, o de forma parecida, hizo que el ministro montara en cólera porque no tenía ni la menor idea de que en la Serranía de Ronda hubiera una mina de platino, y menos aún que el Gobierno no le prestara la atención debida. No supo contestar porque carecía de información. Y montó la bronca.  

¿Había platino en Ronda?

En mi época de estudiante de Bachillerato, no puedo precisar si estaba en el libro de texto o el profesor de Física y Química lo mencionó, tuve conocimiento de esas minas de platino en Ronda, sin más información. No recuerdo si en alguna clase posterior nos contara algo sobre la curiosa información. La di por buena en su día.

Varios meses antes de la reunión, con bronca incluida, estuve en Ronda para entrevistar a su alcalde a fin de conocer la situación del municipio y proyectos en marcha. Fue una más de las que hice en la provincia con el mismo fin.

Ronda, por su enclave, historia, estancias en el Hotel Reina Victoria de personalidades del mundo de las letras, las visitas al Tajo..., bien merecía por parte de la Prensa y Radio de Málaga una atención especial, sobre todo por el problema de las comunicaciones por carretera.

Frente a frente charlamos un rato. El alcalde me citó los planes para la recuperación y conservación de Acinipo o Ronda la Vieja, las posibilidades del sector vitivinícola por la variedad y calidad de las uvas, la explotación de las masas forestales y la preocupación permanente del aislamiento por la falta de unas carreteras que facilitaran el desplazamiento a y desde Ronda, problema que subsiste y en estos momentos empeorado por las tormentas de la última primavera.   

En la conversación me acordé entonces de lo que estudié en su día de la posible existencia de platino en la serranía. Me confesó el alcalde que era la primera vez que lo oía y como es natural se interesó por lo que le conté. Era una opción más del municipio.

Directa o indirectamente me sentí culpable del desagradable final de la visita ministerial; el alcalde rondeño debió acordarse de lo que yo le conté varios meses antes de la posible existencia de platino en la serranía… y se lo largó al ilustre visitante, que no tenía ni la menor idea del platino.

No sé si entonar el mea culpa por haber mentado al alcalde algo que al parecer no llegó a cuajar, o volver sobre el tema en otra ocasión, porque tiene que haber más información sobre las reales o imaginarias minas de platino que se esconden en un lugar de la Serranía de Ronda.

De momento, mi relación con el valioso metal – más caro que el oro –, es lo que he contado, y que hace un par de años mi mujer y yo celebramos los 65 años de casados… las Bodas de Platino.

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