Entrevista | Salvador Moreno Peralta Arquitecto
«Tengo la esperanza de que la sociedad civil paralice la Torre del Puerto»
Las reflexiones de Salvador Moreno Peralta se abrazan, sin esquivar una mirada crítica, a la ciudad mediterránea a la que regresó a principios de los 70 y en ella se quedó para siempre. Sigue reconociendo a la Málaga que diseñó en el PGOU de 1983, y eso no quita que mire al presente con advertencias que califican de «aberrante» un proyecto como el de la Torre del Puerto; se refieren como «un monstruo» a los rascacielos de Martiricos; o proclaman que «es necesario» ejecutar el Auditorio

El arquitecto Salvador Moreno Peralta posa para la entrevista. | ÁLEX ZEA

‘La ciudad: la seducción del Apocalipsis’ no es el título de una película distópica o de un libro sobre el fin del mundo, sino de una conferencia que un arquitecto llamado Salvador Moreno Peralta pronunció hace unos días en el Ateneo de Málaga. Y, sin ir más lejos, aquella disertación sirve de punto de partida para agitar las reflexiones de este urbanista, sin cuyos trabajos no se termina de entender la capital malagueña. O sea, la ciudad mediterránea que él respira a diario sin interrupciones desde hace ya más de medio siglo: desde que a principios de los 7o regresó convertido en un veinteañero desde Madrid y se quedó aquí para siempre.
¿Es posible, al ver el título de su conferencia, pensar en la Málaga de ahora mismo?
Si cuando uno ve cómo está el mundo, pensáramos que al hablar de Apocalipsis nos estuviéramos refiriendo a Málaga es que no estaríamos bien de la cabeza; precisamente al empezar esa conferencia me refería a que el ser humano es tan arrogante que, convencido de ser el rey de la creación, también quiere ser protagonista de sus catástrofes. La seducción del Apocalipsis habla de esa tendencia irresistible de los humanos en crear mitos, sólo superada por esa otra aún más tentadora de derribarlos. Si la ciudad es el más sofisticado y triunfal producto del hombre, su gran mito realizado, hay fuerzas paralelas tentadas por su destrucción. Resulta significativa esa ‘estetificación’ de las catástrofes que vemos en el cine, en la literatura, en los ‘reels’ de Instagram y hasta en la moda actual, gran parte de ello para consumo de niños. Es la fascinación del fin del mundo y de las fuerzas que escapan a nuestro control, lo que no deja de ser un pensamiento y una estética muy reaccionaria, en la medida en que da por sentada la incapacidad de la razón humana para resolver problemas que son humanos. Es la vuelta a la caverna y el retorno de los brujos. Pero volviendo a la pregunta, Málaga es una ciudad que está en el lado civilizado y seguro de la geografía mundial, con una situación por tantos motivos privilegiada y que, afortunadamente, tiene problemas, pero también capacidad de resolverlos, pues de lo contrario sería la materialización de una utopía siniestra.
¿Corre una ciudad como la capital malagueña el peligro de morir de éxito?
Esto es una variante de la arrogancia que acabo de comentar: somos tan fatuos que consideramos la torpeza como un exceso de éxito, o sea, tiene que aparecer el éxito como atenuante de lo que no es más que un fracaso. Uno no se muere de éxito, sino de fracaso, de haber hecho mal las cosas. Y ese supuesto ‘éxito’ de cuyo exceso morimos es simplemente la torpeza de no prever que la magnífica inversión en ciudad que se había realizado necesitaba de una gestión, de una doma, si se me permite el símil ecuestre, de forma que la fuerza del purasangre no tirara al jinete. Y hoy el caballo está desbocado.
Rara es la entrevista con usted en la que no hay un momento ‘Cuéntame’ que regresa a 1983, el año de aquel PGOU de Málaga que realizó junto a colegas como Damián Quero o José Seguí. ¿Sigue reconociendo a esta ciudad como aquella que se diseñó entonces?
Sí, la ciudad diseñada en el 83 está ahí, y ha servido de guión para el desarrollo de Málaga durante cuarenta y dos años, con las razonables adaptaciones y correcciones que la realidad de su propio desarrollo exigían. Los secretos del Plan no fueron otros que acertar, en gran medida, con esa especie de ciudad dormida que existía bajo los escombros de una ciudad destruida por el desarrollo inmobiliario de los sesenta y setenta. Esa ciudad se dibujó, se concretó, se estructuró y la ciudadanía sintonizó con ella. Y es precisamente esa ciudad la que escondía el germen de lo que luego ha sido la bella ciudad cuyos valores patrimoniales resaltó Paco de la Torre y que han sorprendido a todos. ¿Cómo podemos estar ciegos ante esa evidencia? La Málaga que ha encandilado a todos era justamente la del PGOU/83, con sus genuinos valores que no eran precisamente los de esa Dubai de provincias en que la quieren convertir.

Salvador Moreno Peralta. / Álex Zea
¿Qué es lo que más le preocupa o molesta de la ciudad cuando la transita a diario?
Si un ciudadano se identifica con su ciudad, paradójicamente no hay vínculo más privado que el que mantiene con lo público, porque sientes que la ciudad es tu casa, la casa de todos. Cuando te cambian algo de tu paisaje cotidiano tienes una sensación como que deberían haber consultado, te tenían que haber pedido permiso, porque es precisamente en relación con las formas urbanas como tú moldeas tu condición de ciudadano. Naturalmente las ciudades tienen que evolucionar, tiene que cambiar, pero cuando algo nuevo aparece en escena, si está bien hecho, tarda poco en instalarse en la memoria colectiva. Pero si es un bodrio o algo refractario al ‘espíritu’ de la ciudad no se instala nunca y no habrá hecho otra cosa que degradar nuestra sensibilidad urbana, nuestra identificación con nuestra ciudad. Hoy lo que más me molesta es ver cómo no hay día en que unos actores desaprensivos y desapegados de tu ciudad, te van robando poco a poco un trozo de ella hasta conseguir su vulgarización absoluta. Y es triste en una ciudad que había logrado el milagro de reforzar su identidad al tiempo que se modernizaba, lo que no es habitual, ofreciéndose como un ejemplo de desarrollo para las ciudades medias.
¿Ha mirado alguna vez para otro lado cuando se le aparecen en el horizonte las torres de Martiricos?
No puedes mirar para otro lado porque están situadas en una posición que las hace omnipresentes. ¿Qué diablos enseñan a los urbanistas de hoy, si es que queda alguno, para no prever algo tan fundamental como el impacto que un cacharro de estos va a tener en la escena urbana? Si lo vas a ver detenidamente la cosa tiene bemoles: de repente un día viene un tipo , obtiene una licencia municipal, nadie sabe nada de lo que se va a hacer ahí, y poco a poco va creciendo un monstruo que les tapona a todos los 560.000 malagueños las perspectivas del río hacia el norte. El provecho de uno y la putada para medio millón.
Y la Torre del Puerto, ¿qué opinión la merece tanta tinta derramada? ¿ ve a ese proyecto avanzando a medio plazo?
Sí, se ha derramado tanta tinta que da pereza seguir derramando más. Sólo diré que si el proyecto sigue adelante, después de las múltiples declaraciones que ha hecho el arquitecto Chipperfield, habremos perdido lo poco de dignidad que quedaba en este escabroso asunto. Dice el prestigioso premio Pritzker que a él le encanta la sostenibilidad pero que vive de los proyectos insostenibles. Aquí el británico no considera enemigos a los detractores de su fantasmagórico proyecto, sino que con su cinismo más bien desprecia a sus obsequiosos partidarios. Tengo la esperanza de que la sociedad civil, o el simple descrédito, paralice este proyecto aberrante.
¿Ve lógico que el Auditorio siga siendo un proyecto faraónico para el que no hay financiación?
Habida cuenta de que casi todas las capitales de provincia españolas tienen su auditorio -y muchas de ellas dos y tres- lo que pudiera hacer faraónico el proyecto es el retraso en su ejecución, más que las pirámides, no el equipamiento en sí que en Málaga es absolutamente necesario. El alcalde debe contar ahí con el apoyo de toda la sociedad malagueña. Espero que no entre en el Museo que a Málaga le falta: el de los grandes proyectos no realizados.
Si saltamos al problema de la vivienda ¿cree que los minipisos para alquiler temporal del Ayuntamiento de Málaga pueden ser parte de la solución?
Por su propia definición el alquiler ‘temporal’ alude a una situación transitoria, no puede ser una solución definitiva. Esto estaba ya en las deliberadamente abortadas ‘tecnocasas’, ese proyecto ‘estrella’ de la Junta y Ayuntamiento que entre todos lo mataron. Los minipisos eran una extrapolación al centro histórico del concepto de las ‘tecnoceldas’, que Felipe Romera había desarrollado en el PTA con notable éxito: pequeños locales tecnificados para desarrollar los primeros proyectos de investigación. Aquí se trataba de viviendas para jóvenes trabajadores del conocimiento en régimen de alquiler subvencionado, por 7 años, en el degradado barrio de Lagunillas, con las cuales solucionar el primer problema de los jóvenes: lanzarse a la vida personal y laboral al tiempo de introducir factores de rehabilitación en el barrio. Pero estaba claro que para este barrio había otros planes.
¿Qué le pasa por la cabeza cuando ve que se han ‘multiplicado los panes y los peces’ con los locales comerciales para hacer pisos turísticos o viviendas muy escuetas?
Me está hablando nada menos que del problema de la vivienda, que es mundial. Dentro de poco, el economista Pedro Marín va a publicar un informe exhaustivo sobre este problema en Málaga con una prolija documentación elaborada tras sus años al frente del OMAU. Lo que me pasa por la cabeza es una pregunta simple para la que nadie tiene una respuesta: ¿cómo es posible que el Instituto Municipal de la Vivienda (IMV), quizás uno de los organismos más eficientes del Ayuntamiento, sacara a concurso en los últimos años 90 del pasado siglo varios miles de viviendas de promoción directa? Y en lugares planificados con antelación para ello y no como ahora, que hay que irse el quinto pino para hacer polígonos de vivienda como en el urbanismo funcionalista de los años setenta. Sólo daré una clave: intervención pública. Si la vivienda es al tiempo un producto de mercado y un derecho humano y constitucional, esa contradicción sólo puede abordarse desde un ‘statu quo’ público-privado, pero ya hoy ni siquiera somos capaces de gestionar lo que hace treinta años era normal.
¿Comparte las manifestaciones del alcalde Paco de la Torre en las que daba una importancia relativa al hecho de tener que irse a vivir fuera de Málaga por los elevados precios de los inmuebles?
Globalmente considerado, si hay que irse fuera de la ciudad porque el ciudadano ya no puede ‘pagar’ su ciudad, estaríamos hablando de una seria patología que en este caso sería una pandemia, de alcance mundial. Aquí lo grave no es constatar el hecho sino el no poner ningún tipo de medida para atenuarlo. Aquí hemos llegado a ver cómo incluso desde algunos medios sociales y mediáticos se identificaba esta aberración con el éxito. ¡Ya somos los más caros de España! Pero el virus ya está inoculado y no es otro que la colonización de las ciudades por las Viviendas de Uso Turístico, que es una oferta muy ventajosa para el turista y para los propietarios, pero mortal para la vida urbana porque desata una espiral especulativa sobre la ciudad que los propios residentes no pueden soportar. Tenemos así el gran conflicto que se produce cuando se deja la gestión de cuestiones vitales para la vida social y urbana a la simple regulación del mercado. Vivimos en gran medida del Turismo, pero lo que nos da de comer, si no se regula, nos mata. Se me abrían las carnes cuando hace dos o tres años se habló de descomprimir la turistificación hacia los barrios. Pues bien, eso ya ha llegado y ¿cuál va a ser el siguiente paso? ¿qué va a ocurrir cuando aquellos foráneos capitalinos, operadores inmobiliarios, profesionales del ‘ecosistema tecnológico’ y demás se encuentren con que en esa ciudad que habían descubierto resulta que no se puede vivir? ¿qué va a pasar cuando se corra la voz? Pues los mismos arrogantes capitalinos que nos habían descubierto ahora decidirán devolvernos a las sombras, exactamente como hizo la demanda turístico-inmobiliaria de Torremolinos en los años setenta, que, después de haberlo esquilmado, decidió apearlo de los destinos turísticos preferentes, después de haber contribuido nada menos que a hacer efectivo el Plan de Estabilización y el lavado de la imagen de España. El mercado es así de cruel cuando lo público se somete servilmente a lo privado.
¿Hacia dónde debe producirse el crecimiento de Málaga?
Descomprimiéndolo hacia su área metropolitana, su provincia y aún su región, como ya apuntaba el II Plan Estratégico hace veinte años: «que la ciudad no sea entendida dentro de sus límites municipales sino en su interdependencia con el resto del espacio metropolitano y regional». Aquí se habla de una ciudad interrelacionada con su hinterland, con su provincia y su región y no por lo que la fortaleza de la capital pueda aportar a este, sino por las fortalezas que de este pudieran afluir a la capital . Dicho de otro modo, la capital y sus ocho comarcas provinciales actuando en sinergia e incorporando al PIB malagueño sectores tradicionalmente postergados y marginados de la producción, aprovechando la enorme demanda de bienes de consumo cada vez más diversificados. En todo caso, y para ser más concretos, estoy de acuerdo con el alcalde en que el área de expansión lógica es lo que de siempre ha sido la gran comarca de la capital: el Guadalhorce.
Alfonso Canales dejó escrito que eran muchos los que llegaban de fuera a esta tierra y «se quedaban aquí a vivir para siempre, sin acertar a explicar por qué lo hacían». ¿Qué tiene este lugar que no se encuentra en otros?
Alfonso Canales siempre fue un punto pesimista con respecto a Málaga. Solía decir sarcásticamente que en Málaga había salido bien casi todo lo que no había hecho el hombre. Yo creo que el secreto de su encanto está en que Málaga promete más de lo que da pero animado por esa seducción inicial, y para no quedar defraudado, uno pone el trozo que le falta con lo que, al final, esta ciudad es tan parte de ella como parte de ti mismo. Ello te convierte en un permanente muñidor de proyectos y la razón por la que siempre tengamos esperanza en una ciudad mejor.
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