Bienestar animal
Un santuario de caballos para salir del horror más inhumano
'Todos los caballos del mundo' es un santuario de equinos y pequeños animales que han sufrido maltrato extremo. En la actualidad, dan cobijo a más de 200 ejemplares y contabilizan miles de vidas salvadas. Están en contacto con los cocheros de Málaga, cuyas licencias se han extinguido, y advierten de que sacrificarlos no es una opción

Álex Zea

Sobre la «creatividad» de un maltratador a la hora de infligir dolor a un animal no se conocen límites y siempre, siempre, se encuentran casos que demuestran que la bajeza más inhumana puede dejar caer, aún más si cabe, el listón.
Lo constatan los más de 30 años que las hermanas Concordia Márquez y Virginia Solera llevan dedicadas en cuerpo y alma, no solo a rescatar caballos y pequeños animales del mismísimo infierno, sino a darles un hogar en el que vivir hasta el fin de sus días y en el que descubren la calidez de un abrazo, la tranquilidad de unas palabras serenas y la paz de entender que la existencia no está hecha solo para sufrir.
Concordia y Virginia están al frente del santuario especializado en equinos 'Todos los caballos del mundo', antes conocido como la Asociación CYD Santa María, ubicada en Alhaurín el Grande.

Virginia Solera junto a su hermana Concordia, dirigen 'Todos los Caballos del Mundo'. / Álex Zea
Un proyecto que empezó con Concordia, la presidenta, que se vino a vivir a Málaga y tras presenciar el estado lamentable en el que se encontraban numerosos equinos prácticamente abandonados a su suerte en los márgenes de las carreteras, sintió que debía hacer algo. Al tiempo, se vio desbordada por la cantidad de animales que había rescatado y los que quedaban por salvar, por lo que pidió ayuda a su familia, que residía en Madrid. Su hermana, Virginia, que trabajaba como periodista en Madrid, lo dejó «todo» y se vino a Málaga para montar, juntas, un proyecto en serio, cimentado sobre una asociación sin ánimo de lucro que se acabó constituyendo oficialmente en 2005.
Años después, en 2018, decidieron dar un paso más allá y dejar de ser únicamente refugio, en el que recuperaban a los animales y los trasladaban a familias de acogida, para convertirse en santuario, un lugar único en la actualidad en Málaga y Andalucía.
«Sufrimos alguna experiencia en la que nos devolvían los caballos», explica Virginia. «Y es muy difícil que esos animales entiendan que después de haber tenido una familia en la que, a lo mejor, una niña le ha hecho mil trencitas en la cabeza, le ha cepillado todos los días...tiene que volver a lo que ellos recuerdan como el hospital, el lugar donde llegaron maltratados y abandonados». Por ello, decidieron que todo animal que atravesase las puertas de su finca, lo haría para recuperarse y vivir allí una buena vida, sin más mudanzas ni decepciones.Hoy viven allí más de 200 animales rescatados, algunos desde hace más de una década, y contabilizan miles de vidas salvadas.
Este paso supuso un mayor coste económico, en especial, para una entidad que no recibe ninguna subvención pública y que se mantiene gracias a los patrocinios, las donaciones, los padrinos -es posible apadrinar un equino- y las visitas, en las que enseñan las instalaciones y dan a conocer las historias de los caballos, así como la labor de los voluntarios, que colaboran en la limpieza y el cuidado de los animales, no solo de los equinos sino de otras especies de menores dimensiones, como perros, gatos, cerdos o gallinas, que también fueron salvados.
De hecho, las puertas están abiertas para todo aquel que se quiera sumarse al voluntariado. «Es muy fácil y siempre van a estar en contacto con los caballos».
Maltrato extremo
«Siempre hemos recogido animales que estaban terminales, desahuciados, con lesiones permanentes, por lo que solo podían estar tranquilos. Son casos de maltrato o abandono extremo».
En esos rescates es habitual ver otros animales, además de los caballos, en circunstancias deplorables que «no se pueden dejar atrás», señala Virginia, por lo que también se convierten en miembros del santuario.
El equipo del santuario acaba actuando en estos casos o bien porque el propio Seprona les contacta para ello, por una denuncia vecinal -cuya veracidad deben contrastar- o por sus propias investigaciones. Estas tres vías les llevan hasta animales que han sufrido verdaderas torturas, con casos en los que se les ha prendido fuego en vida, se les ha retirado la comida y el agua -por lo que acaban destrozándose la dentadura en busca de alimento-, que presentan destrozos en los herrajes de por falta de supervisión o que han sido víctimas de una macabra práctica muy habitual conocida como el «baile». «Les hace gracia que al dispararles perdigones a las patas, los caballos reaccionan de una manera en la que parece que bailan. No nos entra en la cabeza».
A nivel psicológico, las heridas son menos visibles pero igual de graves. Se necesitan meses para conseguir que el animal se sienta confiado y en muchos casos nunca llegan a reconciliarse del todo con los humanos. «Algunos potrillos lo sufren desde pequeños y no saben manejarse bien en la vida humana porque lo único que han recibido han sido palos».

Los equinos reciben el cariño de trabajadores y voluntarios. / Álex Zea
Adiós a los coches de caballo
El Ayuntamiento de Málaga ha oficializado en los últimos días la extinción de las últimas licencias de los coches de caballo que circulaban por la ciudad como reclamo turístico.
A la vez que se ha aplaudido esta medida, que se ha adoptado tras un largo debate -prolongado durante años- sobre lo arcaico de esta actividad y la necesidad de preservar el bienestar animal, se ha extendido una inquietud generalizada por el destino de estos animales, en especial, por la posibilidad de que pudieran acabar sacrificados.
«El tema del matadero no es viable y lo vamos a perseguir», afirma con rotundidad Virginia, que asegura, que está prohibido por ley, y que, además, «no es lo que quieren» los cocheros, con los que están ya en contacto.
Por otro lado, está el problema de las cocheras, que tienen que abandonar en un plazo de un mes, el mismo que se cumple, afirma, el próximo 3 de noviembre, un plazo, en su opinión, excesivamente ajustado para poder buscar una salida alternativa para los equinos.
Por todo ello, el santuario adelanta que tiene previsto contactar con el Consistorio malagueño para solicitar una reunión y garantizar el bienestar de los 50 caballos implicados, para lo que también han ofrecido sus instalaciones.
Virginia avanza que existen propuestas interesantes que no están barajándose, como crear un espacio educativo y de divulgación sobre el caballo español con estos ejemplares. «Podríamos explicar este proceso, que eran caballos de carruaje pero que eso acabó por la defensa de los derechos del animal».
En su opinión, la «presión social», que ellos también han ejercido, reconoce, ha obligado al Ayuntamiento de Málaga a poner fin a esta actividad aunque lamenta que no se haya tenido en cuenta la necesidad de buscar salidas «factibles». «Estamos en ello», sostiene
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